/ lunes 3 de agosto de 2020

El juicio a Lozoya se derrumba a “marrazos”

La benignidad de las penas, generalmente va de la mano de la corrupción judicial que se presta para intercambiar la libertad de criminales por cantidades millonarias de dinero manchado de sangre, que recibe la autoridad corrupta.

El Derecho Penal Sancionador, describe la imposición de las penas como “el arte de castigar” que se apoya en diversas disciplinas que permiten conocer las circunstancias (causas y efectos) de los hechos ilícitos y esto, constituye las herramientas del juzgador, para combatir acciones reprobables tipificadas como delitos.

La inseguridad y criminalidad en México, sigue creciendo de manera exponencial, tal como se registra en los informes oficiales de los concejos de seguridad, a pesar de que maquillan cifras reales, del número de homicidios dolosos, feminicidios, secuestros, desaparición de personas y asaltos a mano armada, por hablar únicamente de las conductas ilícitas reiteradas que llenan las páginas de la nota roja en medios impresos, televisión y radio. Esta situación ha convertido al país como uno de los más peligrosos para vivir, de todo el Continente.

Ejemplos sobran, pero llama la atención el trato otorgado desde su detención al ex director de Pemex Emilio Lozoya Austin, comparado con la captura del líder del cártel de Santa Rosa de Lima, José Antonio Yépez, alias “El Marro”. Se ha dicho que Emilio Lozoya se embolsó 10.5 millones de dólares a título de sobornos, de la empresa Odebretch y ésta, obtuvo una ganancia por 39 millones de dólares entre otras cosas; por su parte El Marro es señalado de controlar una red de ladrones y traficantes de gasolina robada a PEMEX (huachicoleo), más las múltiples ejecuciones de sus adversarios.

El presidente López Obrador declaró sobre el caso Lozoya, que el extraditado sería un colaborador en la investigación que lleva a cabo la FGR y daría nombres de sus cómplices ex funcionarios del gobierno pasado, los cuales podrían alcanzar al ex Presidente Peña Nieto, por lo que habría que darle a Lozoya un “buen trato”. En cambio la detención de El Marro ha sido ampliamente difundida y sobre su captura, AMLO calificó de exitosa la intervención de la Sedena considerando que se trataba de un objetivo criminal prioritario, por sanguinario.

Emilio Lozoya salió del hospital a su casa, y ni siquiera se presentó a firmar al juzgado, aprovechando las bondades de los juicios en línea. Para Lozoya “justicia y gracia” y para El Marro, “la ley a secas”.

La benignidad de las penas, generalmente va de la mano de la corrupción judicial que se presta para intercambiar la libertad de criminales por cantidades millonarias de dinero manchado de sangre, que recibe la autoridad corrupta.

El Derecho Penal Sancionador, describe la imposición de las penas como “el arte de castigar” que se apoya en diversas disciplinas que permiten conocer las circunstancias (causas y efectos) de los hechos ilícitos y esto, constituye las herramientas del juzgador, para combatir acciones reprobables tipificadas como delitos.

La inseguridad y criminalidad en México, sigue creciendo de manera exponencial, tal como se registra en los informes oficiales de los concejos de seguridad, a pesar de que maquillan cifras reales, del número de homicidios dolosos, feminicidios, secuestros, desaparición de personas y asaltos a mano armada, por hablar únicamente de las conductas ilícitas reiteradas que llenan las páginas de la nota roja en medios impresos, televisión y radio. Esta situación ha convertido al país como uno de los más peligrosos para vivir, de todo el Continente.

Ejemplos sobran, pero llama la atención el trato otorgado desde su detención al ex director de Pemex Emilio Lozoya Austin, comparado con la captura del líder del cártel de Santa Rosa de Lima, José Antonio Yépez, alias “El Marro”. Se ha dicho que Emilio Lozoya se embolsó 10.5 millones de dólares a título de sobornos, de la empresa Odebretch y ésta, obtuvo una ganancia por 39 millones de dólares entre otras cosas; por su parte El Marro es señalado de controlar una red de ladrones y traficantes de gasolina robada a PEMEX (huachicoleo), más las múltiples ejecuciones de sus adversarios.

El presidente López Obrador declaró sobre el caso Lozoya, que el extraditado sería un colaborador en la investigación que lleva a cabo la FGR y daría nombres de sus cómplices ex funcionarios del gobierno pasado, los cuales podrían alcanzar al ex Presidente Peña Nieto, por lo que habría que darle a Lozoya un “buen trato”. En cambio la detención de El Marro ha sido ampliamente difundida y sobre su captura, AMLO calificó de exitosa la intervención de la Sedena considerando que se trataba de un objetivo criminal prioritario, por sanguinario.

Emilio Lozoya salió del hospital a su casa, y ni siquiera se presentó a firmar al juzgado, aprovechando las bondades de los juicios en línea. Para Lozoya “justicia y gracia” y para El Marro, “la ley a secas”.