/ viernes 3 de julio de 2020

El mal ejemplo ruso pone en alerta a los antireeleccionistas

La ciudadanía de los mexicanos es una calidad que se adquiere al haber cumplido 18 años y un modo honesto de vivir, con lo cual se tiene el derecho a votar en las elecciones y a participar en la elección y desempeño de cargos públicos, mediante el voto libre y secreto del pueblo. Los mexicanos serán preferidos para el ejercicio de los cargos públicos, siempre que cumplan con las exigencias de las leyes secundarias y reglamentarias que regulan esas funciones. Así lo disponen los artículos 34 a 38 de la Carta Magna.

Y, por su parte, el sufragio que emiten los ciudadanos a través del voto debe ser universal, sin distinción de raza, sexo, creencia o posición social y económica. El agregado a la frase que como lema enarboló Francisco I. Madero, de la no reelección, fue el mismo con el que luchó para llegar al poder presidencial el general Porfirio Díaz, 34 años atrás, y curiosamente ese lema que enardeció en 1910 a los mexicanos, aplicándolo para derrocar al régimen de Díaz y exiliarlo de México.

Las condiciones de pobreza y marginación fueron llevando a la desesperación al pueblo sojuzgado en los centros urbanos y en el medio rural, mientras tanto los porfiristas amasaron grandes fortunas con la explotación inhumana de campesinos, obreros y miembros de la sociedad civil. Encendida la mecha del movimiento revolucionario, la lucha sangrienta y el caos que socavó al gobierno demostraron que nadie soporta el abuso autoritario y prolongado del poder.

El presidente López Obrador sabe bien que los mexicanos no le permitirán prolongar su mandato, como no se lo han permitido a los expresidentes que han intentado ampliar su sexenio, menos aún ante los desastrosos resultados de un gobierno autodenominado “4T”, que no ha sabido detener y acabar con la criminalidad, recuperar el poder adquisitivo del peso mexicano, regular los precios de los artículos de consumo básico, mantener los empleos y salarios justos a los trabajadores y evitar la corrupción en los sectores público y privado.

El golpe mortal para la democracia mexicana sería querer copiar la prórroga de mandato o reelección del presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien acaba de obtener una reforma constitucional para mantenerse en el cargo por otros 16 años, además de los 20 años que lleva en el poder.

AMLO y su gabinete tendrán suficiente tiempo para preparar la entrega-recepción del gobierno a su sucesor, en 2024.

La ciudadanía de los mexicanos es una calidad que se adquiere al haber cumplido 18 años y un modo honesto de vivir, con lo cual se tiene el derecho a votar en las elecciones y a participar en la elección y desempeño de cargos públicos, mediante el voto libre y secreto del pueblo. Los mexicanos serán preferidos para el ejercicio de los cargos públicos, siempre que cumplan con las exigencias de las leyes secundarias y reglamentarias que regulan esas funciones. Así lo disponen los artículos 34 a 38 de la Carta Magna.

Y, por su parte, el sufragio que emiten los ciudadanos a través del voto debe ser universal, sin distinción de raza, sexo, creencia o posición social y económica. El agregado a la frase que como lema enarboló Francisco I. Madero, de la no reelección, fue el mismo con el que luchó para llegar al poder presidencial el general Porfirio Díaz, 34 años atrás, y curiosamente ese lema que enardeció en 1910 a los mexicanos, aplicándolo para derrocar al régimen de Díaz y exiliarlo de México.

Las condiciones de pobreza y marginación fueron llevando a la desesperación al pueblo sojuzgado en los centros urbanos y en el medio rural, mientras tanto los porfiristas amasaron grandes fortunas con la explotación inhumana de campesinos, obreros y miembros de la sociedad civil. Encendida la mecha del movimiento revolucionario, la lucha sangrienta y el caos que socavó al gobierno demostraron que nadie soporta el abuso autoritario y prolongado del poder.

El presidente López Obrador sabe bien que los mexicanos no le permitirán prolongar su mandato, como no se lo han permitido a los expresidentes que han intentado ampliar su sexenio, menos aún ante los desastrosos resultados de un gobierno autodenominado “4T”, que no ha sabido detener y acabar con la criminalidad, recuperar el poder adquisitivo del peso mexicano, regular los precios de los artículos de consumo básico, mantener los empleos y salarios justos a los trabajadores y evitar la corrupción en los sectores público y privado.

El golpe mortal para la democracia mexicana sería querer copiar la prórroga de mandato o reelección del presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien acaba de obtener una reforma constitucional para mantenerse en el cargo por otros 16 años, además de los 20 años que lleva en el poder.

AMLO y su gabinete tendrán suficiente tiempo para preparar la entrega-recepción del gobierno a su sucesor, en 2024.