/ viernes 10 de junio de 2022

El misterio de Dios insondable

Cristo es quien nos revela al Padre, en la relación que Él tiene con Dios queda al descubierto la grandeza de Dios que es Padre. El Dios único y personal del Antiguo Testamento es su Padre.

Lo radical en la predicación de Cristo estriba en la predicación de un Dios que es Padre misericordioso que ama gratuitamente. Ama escandalosamente por encima de cualquier mérito. Ama a los pobres, a los pecadores, a las mujeres de mala vida, la única condición es ser capaces de creer en la maravilla inmerecida de la misericordia del Padre y de cambiar el propio estilo de vida. Jesús revela su identidad diciendo que es el Hijo de Dios. Nunca dice explícitamente que es Dios. Al revelarse de esta manera muestra su relación con el Padre. Se revela como Hijo en un sentido único y trascendente. En el inicio de la vida pública de Jesús tiene un punto de partida la predicación del Bautista. El tema de la predicación de Juan es la inminencia del Reino de Dios y el juicio severo. El Padre se refiere a Jesús como el Hijo amado. El Espíritu que lo unge.

Las Tres Personas son un solo viviente que vive en la comunión de las personas en un acto único de inteligencia y de amor. Dios existe en Tres Personas, lo que quiere decir que la vida divina se realiza de forma trinitaria. El Padre ha comunicado su vida al Hijo, de forma que el Hijo es vida eterna. Él es el verbo de la vida, Vida que estaba con Dios y se ha manifestado en los últimos tiempos.

El Hijo es la Vida hasta el punto de que Él puede otorgar esa vida a quien Él quiere, mediante su Palabra que es Vida y mediante su cuerpo que es Pan de Vida. Lo mismo cabe decir del Espíritu Santo, que es Señor y dador de Vida. El Espíritu Santo es poder y fuerza.

El Verbo ha sido enviado al mundo para unir consigo a toda la humanidad. El Espíritu Santo es enviado a nuestros corazones para unirnos con Cristo, y de este modo unirnos a toda la Trinidad. La inhabitación es la comunión del hombre con las Tres Divinas Personas, una comunión que equivale a una mutua relación de presencia, que refiere a las Tres Personas, incluido el Padre. Esta comunión es la razón de ser de la obra de la creación y de la redención, es también la razón de ser del hombre. La inhabitación es una faceta de la deificación o santificación del hombre que es una realidad misteriosa y riquísima. Misterio al que somos llamados, dejarnos hacer tabernáculos donde descanse la Trinidad.

Cristo es quien nos revela al Padre, en la relación que Él tiene con Dios queda al descubierto la grandeza de Dios que es Padre. El Dios único y personal del Antiguo Testamento es su Padre.

Lo radical en la predicación de Cristo estriba en la predicación de un Dios que es Padre misericordioso que ama gratuitamente. Ama escandalosamente por encima de cualquier mérito. Ama a los pobres, a los pecadores, a las mujeres de mala vida, la única condición es ser capaces de creer en la maravilla inmerecida de la misericordia del Padre y de cambiar el propio estilo de vida. Jesús revela su identidad diciendo que es el Hijo de Dios. Nunca dice explícitamente que es Dios. Al revelarse de esta manera muestra su relación con el Padre. Se revela como Hijo en un sentido único y trascendente. En el inicio de la vida pública de Jesús tiene un punto de partida la predicación del Bautista. El tema de la predicación de Juan es la inminencia del Reino de Dios y el juicio severo. El Padre se refiere a Jesús como el Hijo amado. El Espíritu que lo unge.

Las Tres Personas son un solo viviente que vive en la comunión de las personas en un acto único de inteligencia y de amor. Dios existe en Tres Personas, lo que quiere decir que la vida divina se realiza de forma trinitaria. El Padre ha comunicado su vida al Hijo, de forma que el Hijo es vida eterna. Él es el verbo de la vida, Vida que estaba con Dios y se ha manifestado en los últimos tiempos.

El Hijo es la Vida hasta el punto de que Él puede otorgar esa vida a quien Él quiere, mediante su Palabra que es Vida y mediante su cuerpo que es Pan de Vida. Lo mismo cabe decir del Espíritu Santo, que es Señor y dador de Vida. El Espíritu Santo es poder y fuerza.

El Verbo ha sido enviado al mundo para unir consigo a toda la humanidad. El Espíritu Santo es enviado a nuestros corazones para unirnos con Cristo, y de este modo unirnos a toda la Trinidad. La inhabitación es la comunión del hombre con las Tres Divinas Personas, una comunión que equivale a una mutua relación de presencia, que refiere a las Tres Personas, incluido el Padre. Esta comunión es la razón de ser de la obra de la creación y de la redención, es también la razón de ser del hombre. La inhabitación es una faceta de la deificación o santificación del hombre que es una realidad misteriosa y riquísima. Misterio al que somos llamados, dejarnos hacer tabernáculos donde descanse la Trinidad.