/ sábado 29 de septiembre de 2018

El negocio del empoderamiento

Hace unos años las financieras comenzaron a difundir la idea del empoderamiento de las personas (hombres y mujeres) como la posibilidad de tener un negocio propio para generar su propia fuente de ingresos.

Promesa (o sueño) cuya vigencia confirmo, cada vez que recorro la calle de Xalapeños Ilustres a través de la publicidad que algunas de estas financieras manejan para llegar al corazón de los potenciales clientes, en su mayoría: mujeres en busca de independencia económica.

Considero, sin embargo, que aunque la propuesta de que alguien nos facilite dinero para emprender un negocio, o para que no falte mercancía en él, suene tentadora, debemos ser cautos al momento de decidir correr el riesgo de pedir prestado.

Y es que hace unos días tuve conocimiento por Juana, una afligida mujer que hace dos años aceptó la propuesta de empoderamiento que le hizo una financiera —que se ubica precisamente en esa calle que les comento— cuyo representante la visitó en su negocio de venta de ropa para ofrecerle un préstamo por la cantidad de 20 mil pesos, mismos que le dijo, podría utilizar para surtir de mercancía su local y mejorar sus ventas.

Ante el interés de Juana por mejorar sus ventas pues en efecto muchos de sus clientes le pedían más variedad, tallas o colores, que a veces no podía surtir por falta de dinero, el representante de la financiera le entregó un folleto y con él los requisitos y trámites para poder ser sujeta de tal crédito.

El casi único requisito que le pedían era contar con un aval —solvente por supuesto— que garantizara el pago del préstamo. Presentó como aval a su hermano, quien gracias a su trabajo logró “hacerse” de una pequeña casa en donde vive con su familia, quien gustoso aceptó ayudar a su hermana de esta manera, pues primero fue viuda y después madre soltera y para ese entonces vivía de las ganancias del negocio de ropa ubicado en las afueras de Xalapa al que le hacía falta incrementar sus ventas.

Así, se presentaron en las oficinas de la Financiera y una vez que firmaron la documentación requerida, comenzando por el pagaré, le pidieron esperar el término para la aprobación del crédito.

Fue contactada al día siguiente para notificarle la aprobación de éste, pero cuando acudió a cobrar le dijeron que el dinero (los veinte mil pesos) no se los iban a dar directamente a ella y mucho menos en una sola exhibición; si no que Juana tendría que conseguir a personas interesadas en obtener un financiamiento y entre ellos la financiera distribuiría el monto total, no debiendo exceder cada uno de un máximo de 3 mil pesos, sobre los que cada acreditado pagaría sus propios intereses pudiendo seleccionar el plazo de pago a 8, 10 o 12 quincenas, pues no se trataba de un crédito grupal.

Y sólo si lograba colocar la cantidad total, entonces le prestarían mil pesos y así sucesivamente. Continuará…

¡Pregunte 2281148502, es mejor tener dudas que deudas!

Hace unos años las financieras comenzaron a difundir la idea del empoderamiento de las personas (hombres y mujeres) como la posibilidad de tener un negocio propio para generar su propia fuente de ingresos.

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Considero, sin embargo, que aunque la propuesta de que alguien nos facilite dinero para emprender un negocio, o para que no falte mercancía en él, suene tentadora, debemos ser cautos al momento de decidir correr el riesgo de pedir prestado.

Y es que hace unos días tuve conocimiento por Juana, una afligida mujer que hace dos años aceptó la propuesta de empoderamiento que le hizo una financiera —que se ubica precisamente en esa calle que les comento— cuyo representante la visitó en su negocio de venta de ropa para ofrecerle un préstamo por la cantidad de 20 mil pesos, mismos que le dijo, podría utilizar para surtir de mercancía su local y mejorar sus ventas.

Ante el interés de Juana por mejorar sus ventas pues en efecto muchos de sus clientes le pedían más variedad, tallas o colores, que a veces no podía surtir por falta de dinero, el representante de la financiera le entregó un folleto y con él los requisitos y trámites para poder ser sujeta de tal crédito.

El casi único requisito que le pedían era contar con un aval —solvente por supuesto— que garantizara el pago del préstamo. Presentó como aval a su hermano, quien gracias a su trabajo logró “hacerse” de una pequeña casa en donde vive con su familia, quien gustoso aceptó ayudar a su hermana de esta manera, pues primero fue viuda y después madre soltera y para ese entonces vivía de las ganancias del negocio de ropa ubicado en las afueras de Xalapa al que le hacía falta incrementar sus ventas.

Así, se presentaron en las oficinas de la Financiera y una vez que firmaron la documentación requerida, comenzando por el pagaré, le pidieron esperar el término para la aprobación del crédito.

Fue contactada al día siguiente para notificarle la aprobación de éste, pero cuando acudió a cobrar le dijeron que el dinero (los veinte mil pesos) no se los iban a dar directamente a ella y mucho menos en una sola exhibición; si no que Juana tendría que conseguir a personas interesadas en obtener un financiamiento y entre ellos la financiera distribuiría el monto total, no debiendo exceder cada uno de un máximo de 3 mil pesos, sobre los que cada acreditado pagaría sus propios intereses pudiendo seleccionar el plazo de pago a 8, 10 o 12 quincenas, pues no se trataba de un crédito grupal.

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