/ jueves 3 de octubre de 2024

El Observador / Después de la borrachera

Digámoslo claro para entendernos. El problemón inmediato que hoy enfrenta Hacienda con las finanzas públicas no es más que el resultado de la urgencia del ex inquilino de Palacio Nacional de ganar las elecciones del 2 de junio a punta de ‘billetazos’.

Seguramente me dirá que hay otras cuestiones que abonaron a los apuros en los que están metidos Don Rogelio Ramírez de la O y sus huestes para reducir el brutal déficit que ha puesto a la República en un predicamento. Pero el asunto electoral fue central.

Dígame si no. No hay que olvidar que, en los años anteriores, incluso hasta 2023, el manejo de las finanzas públicas era motivo de orgullo del ahora expresidente, y con razón. Se decía que un buen punto a favor del Gobierno mexicano era su ortodoxia en el manejo de las finanzas públicas. Que en eso López Obrador lo tenía muy claro. Las propias agencias calificadoras de riesgo le pusieron una estrellita en la frente y ratificaron la calificación, entre otras razones, por la confianza en el manejo de las finanzas públicas. Pues sí…, hasta que llegó la temporada electoral.

Veamos los datos del propio Gobierno. Si bien la medida más amplia del déficit público -llamados requerimientos financieros del sector público (RFSP), que es la necesidad de financiamiento total del sector público mexicano para, dicho de forma simple, cubrir la brecha entre gastos e ingresos- pasó de -3.8% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2021 a -4.3% en 2023, buena parte de los expertos y las calificadoras de riesgo pensaron que era una cifra manejable. Y lo era. Pero cuando esa cifra se dijo que, en 2024 año electoral, llegaría a -5.9% del PIB -después de que Hacienda ya había estimado -5.4%- entonces sí que se prendieron todas las alarmas. Y con razón. Y es que el brinco estimado de 1.6 puntos del PIB en este año podría incluso rebasar el -6.0% (Citibanamex lo estima en -6.2% del PIB) que lo convertiría en el mayor déficit de los últimos 30 años en México. De ese tamaño fue la borrachera de López Obrador.

Lo bien portado del expresidente en materia de finanzas públicas duró hasta que llegaron las elecciones. Sin más.

Ahora llegó la resaca, la cruda con todas sus consecuencias. Y es que bajar el enorme déficit público que el popular expresidente provocó en este año, de -6% a -3% del PIB; o, incluso, a -3.5% del PIB, está en chino. Casi nadie lo cree y menos con más promesas de más gasto de doña Claudia por nuevos programas sociales, por fuertes incrementos a los actuales y con un Pemex endeudado hasta los cachetes que demandará se le capitalice con miles de millones de dólares el próximo año. Y si a eso le añade que la economía crecerá poquito el próximo año (menos del 1%) con bajo o nulo potencial para recaudar más vía impuestos, pues entonces estamos frente a una cruda que para qué le cuento.

Ya se lo dije, la consecuencia inmediata será una revisión negativa en la calificación de la deuda soberana del país; y eso traerá otros problemas consigo, como que habrá que pagar más por el costo de la deuda. Así que la borrachera del expresidente nos costará un titipuchal, incluyendo el futuro económico inmediato del gobierno de doña Claudia. Tiempo ya no hay. Ahora, a esperar que don Rogelio saque un conejo de la chistera.

Colofón

Meritorio el trabajo en educación financiera de Oscar Rosado al frente de la Condusef. Hay que decirlo en un asunto de tanta importancia.

* Mensajes a esta columna sobria enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com

Digámoslo claro para entendernos. El problemón inmediato que hoy enfrenta Hacienda con las finanzas públicas no es más que el resultado de la urgencia del ex inquilino de Palacio Nacional de ganar las elecciones del 2 de junio a punta de ‘billetazos’.

Seguramente me dirá que hay otras cuestiones que abonaron a los apuros en los que están metidos Don Rogelio Ramírez de la O y sus huestes para reducir el brutal déficit que ha puesto a la República en un predicamento. Pero el asunto electoral fue central.

Dígame si no. No hay que olvidar que, en los años anteriores, incluso hasta 2023, el manejo de las finanzas públicas era motivo de orgullo del ahora expresidente, y con razón. Se decía que un buen punto a favor del Gobierno mexicano era su ortodoxia en el manejo de las finanzas públicas. Que en eso López Obrador lo tenía muy claro. Las propias agencias calificadoras de riesgo le pusieron una estrellita en la frente y ratificaron la calificación, entre otras razones, por la confianza en el manejo de las finanzas públicas. Pues sí…, hasta que llegó la temporada electoral.

Veamos los datos del propio Gobierno. Si bien la medida más amplia del déficit público -llamados requerimientos financieros del sector público (RFSP), que es la necesidad de financiamiento total del sector público mexicano para, dicho de forma simple, cubrir la brecha entre gastos e ingresos- pasó de -3.8% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2021 a -4.3% en 2023, buena parte de los expertos y las calificadoras de riesgo pensaron que era una cifra manejable. Y lo era. Pero cuando esa cifra se dijo que, en 2024 año electoral, llegaría a -5.9% del PIB -después de que Hacienda ya había estimado -5.4%- entonces sí que se prendieron todas las alarmas. Y con razón. Y es que el brinco estimado de 1.6 puntos del PIB en este año podría incluso rebasar el -6.0% (Citibanamex lo estima en -6.2% del PIB) que lo convertiría en el mayor déficit de los últimos 30 años en México. De ese tamaño fue la borrachera de López Obrador.

Lo bien portado del expresidente en materia de finanzas públicas duró hasta que llegaron las elecciones. Sin más.

Ahora llegó la resaca, la cruda con todas sus consecuencias. Y es que bajar el enorme déficit público que el popular expresidente provocó en este año, de -6% a -3% del PIB; o, incluso, a -3.5% del PIB, está en chino. Casi nadie lo cree y menos con más promesas de más gasto de doña Claudia por nuevos programas sociales, por fuertes incrementos a los actuales y con un Pemex endeudado hasta los cachetes que demandará se le capitalice con miles de millones de dólares el próximo año. Y si a eso le añade que la economía crecerá poquito el próximo año (menos del 1%) con bajo o nulo potencial para recaudar más vía impuestos, pues entonces estamos frente a una cruda que para qué le cuento.

Ya se lo dije, la consecuencia inmediata será una revisión negativa en la calificación de la deuda soberana del país; y eso traerá otros problemas consigo, como que habrá que pagar más por el costo de la deuda. Así que la borrachera del expresidente nos costará un titipuchal, incluyendo el futuro económico inmediato del gobierno de doña Claudia. Tiempo ya no hay. Ahora, a esperar que don Rogelio saque un conejo de la chistera.

Colofón

Meritorio el trabajo en educación financiera de Oscar Rosado al frente de la Condusef. Hay que decirlo en un asunto de tanta importancia.

* Mensajes a esta columna sobria enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com