/ martes 22 de junio de 2021

El peor resultado

En las elecciones del pasado domingo 6 de junio, la alianza integrada por PAN, PRD y PRI sufrió un enorme descalabro en Veracruz.

Esos tres partidos retuvieron algunos municipios que gobernaban, pero en términos generales fueron avasallados por Morena-PVEM-PT.

De una elección a otra, comparando el resultado de 2018 con el de 2021, Acción Nacional sufrió una reducción superior al 50 por ciento en sus votos, al pasar de un millón 46 mil a 506 mil, en cifras redondas. ¿Qué necesita hacer un partido para perder tanto?. Se ignora, lo cierto es que en un sector del panismo veracruzano ha comenzado a extenderse la idea de que lo mejor del periodo de Joaquín Guzmán Avilés al frente del partido es que ya está a punto de concluir, sin la mínima posibilidad de reelección.

Un escenario parecido enfrentó el PRI veracruzano: en el proceso de 2018, con José Francisco Yunes Zorrilla como candidato a gobernador, el tricolor tuvo más de 400 mil votos; en alianza con el Verde fueron cerca de 500 mil; 14.2 por ciento del total. En ese entonces, el grupo que arropaba al actual diputado federal electo fue criticado por sus malos resultados; Pepe Yunes, Américo Zúñiga y compañía –se decía–, deben hacerse a un lado para que al PRI llegue gente nueva. El problema es que quienes relevaron a ese grupo tampoco ofrecieron buenos resultados; de hecho, los actuales inquilinos del edificio de Ruiz Cortines cayeron aún más, demostrando que en política debajo del piso todavía hay subsuelo.

Si en 2018 el PRI fue enviado al tercer lugar con el 14.2 por ciento, en 2021 la caída fue todavía más dramática: sin considerar los votos de la alianza con PAN y PRD, el partido que encabeza Marlon Ramírez no llegó a los 350 mil votos, 10.2 por ciento del total, en lo que es el peor resultado en la historia del partido.

Para ubicar el resultado en perspectiva, podríamos decir que en la contienda por las diputaciones Morena tuvo 870 mil votos más que el PRI en la entidad.

Algo parecido se observa en los resultados de los comicios municipales: en 2017, el PRI tuvo más de 577 mil votos; ganó 40 ayuntamientos y alcanzó el 18 por ciento de los votos. Cuatro años más tarde, en 2021, el partido sólo gana 22 municipios en solitario, sin alianza, aunque la mayoría de esos triunfos se registró en lugares muy pequeños. Fue una debacle para un partido que hasta hace diez años era competitivo en la entidad, porque del 18 por ciento de los sufragios totales, el Revolucionario Institucional apenas superó el 11 por ciento en 2021; y de los 577 mil votos logrados en 2017, sólo pudo conservar 382 mil. Nunca antes este partido había sido aplastado de esa forma en Veracruz. Con esos argumentos, al interior del PRI cada vez se fortalece más la idea de que la actual dirigencia estatal, a pesar de la alianza con el PAN, fracasó en su intento por levantar al partido y, por ello, debe llegar un proceso de renovación.

El riesgo para el tricolor, sin embargo, es que llegue un nuevo grupo, una nueva dirigencia, que termine por hundir aún más al partido, porque como decía, que en política debajo del piso siempre hay subsuelo

En las elecciones del pasado domingo 6 de junio, la alianza integrada por PAN, PRD y PRI sufrió un enorme descalabro en Veracruz.

Esos tres partidos retuvieron algunos municipios que gobernaban, pero en términos generales fueron avasallados por Morena-PVEM-PT.

De una elección a otra, comparando el resultado de 2018 con el de 2021, Acción Nacional sufrió una reducción superior al 50 por ciento en sus votos, al pasar de un millón 46 mil a 506 mil, en cifras redondas. ¿Qué necesita hacer un partido para perder tanto?. Se ignora, lo cierto es que en un sector del panismo veracruzano ha comenzado a extenderse la idea de que lo mejor del periodo de Joaquín Guzmán Avilés al frente del partido es que ya está a punto de concluir, sin la mínima posibilidad de reelección.

Un escenario parecido enfrentó el PRI veracruzano: en el proceso de 2018, con José Francisco Yunes Zorrilla como candidato a gobernador, el tricolor tuvo más de 400 mil votos; en alianza con el Verde fueron cerca de 500 mil; 14.2 por ciento del total. En ese entonces, el grupo que arropaba al actual diputado federal electo fue criticado por sus malos resultados; Pepe Yunes, Américo Zúñiga y compañía –se decía–, deben hacerse a un lado para que al PRI llegue gente nueva. El problema es que quienes relevaron a ese grupo tampoco ofrecieron buenos resultados; de hecho, los actuales inquilinos del edificio de Ruiz Cortines cayeron aún más, demostrando que en política debajo del piso todavía hay subsuelo.

Si en 2018 el PRI fue enviado al tercer lugar con el 14.2 por ciento, en 2021 la caída fue todavía más dramática: sin considerar los votos de la alianza con PAN y PRD, el partido que encabeza Marlon Ramírez no llegó a los 350 mil votos, 10.2 por ciento del total, en lo que es el peor resultado en la historia del partido.

Para ubicar el resultado en perspectiva, podríamos decir que en la contienda por las diputaciones Morena tuvo 870 mil votos más que el PRI en la entidad.

Algo parecido se observa en los resultados de los comicios municipales: en 2017, el PRI tuvo más de 577 mil votos; ganó 40 ayuntamientos y alcanzó el 18 por ciento de los votos. Cuatro años más tarde, en 2021, el partido sólo gana 22 municipios en solitario, sin alianza, aunque la mayoría de esos triunfos se registró en lugares muy pequeños. Fue una debacle para un partido que hasta hace diez años era competitivo en la entidad, porque del 18 por ciento de los sufragios totales, el Revolucionario Institucional apenas superó el 11 por ciento en 2021; y de los 577 mil votos logrados en 2017, sólo pudo conservar 382 mil. Nunca antes este partido había sido aplastado de esa forma en Veracruz. Con esos argumentos, al interior del PRI cada vez se fortalece más la idea de que la actual dirigencia estatal, a pesar de la alianza con el PAN, fracasó en su intento por levantar al partido y, por ello, debe llegar un proceso de renovación.

El riesgo para el tricolor, sin embargo, es que llegue un nuevo grupo, una nueva dirigencia, que termine por hundir aún más al partido, porque como decía, que en política debajo del piso siempre hay subsuelo