/ martes 12 de febrero de 2019

El político jamás debe incurrir en omisiones que lo hagan parecer deshonesto.

El buen gobernante debe procurar la ecuanimidad para ejercer el poder político, que lo convierte en el todopoderoso cuando su nombramiento es producto de un proceso democrático, en donde participan la mayoría de los ciudadanos, quienes aceptan finalmente el triunfo de aquel que cuenta a su favor con la mayoría de los votos emitidos y con sujeción a las reglas establecidas para su elección.

De los políticos ya se ha dicho que, lo ideal, es que se trate de hombres y mujeres preparados para desempeñar un cargo público; y por ello es un honor y al mismo tiempo significa una gran responsabilidad del funcionario público, quien queda sujeto desde su asunción al poder, al escrutinio público; el político no puede olvidar que está obligado a respetar el orden jurídico vigente, que limita su actuación y la concreta a lo que la Ley expresamente le permite.

De ahí que los representantes del pueblo al ser elegidos democráticamente, tendrán que cuidar la administración de los recursos públicos de que disponen para cumplir su función, siempre en beneficio del pueblo. En México se ha hecho costumbre la demagogia, la incompetencia de la clase política, que además de impreparada ha resultado altamente corrupta.

La frase pronunciada en una de sus conferencias matutinas por el Presidente López Obrador, en el sentido de que: “La gente se cansa de tanta pinche tranza”; es un estribillo popular que surge de la mala costumbre de conocer y denunciar actos de corrupción que casi siempre quedan sin sanción.

Al político en general, se le identifica por sus cualidades o virtudes, pero también por sus colaboradores, y en el caso del gobierno que preside AMLO, a pesar de la crítica de sus detractores, que señalan que gobierna con una senectocracia, lo primero que pensamos es que el ejecutivo congregó a personajes preparados, probados en el servicio público o en la actividad privada, quienes por estar más allá del bien y el mal, serian ajenos a cualquier ilegalidad o acto de corrupción.

Hasta hoy, nadie acusa a López Obrador de ningún acto ilegal o de corrupción; sin embargo, colaboradores importantes como Olga Sánchez Cordero, EstebanMoctezuma, Josefa González Ortiz Mena, Rocío Nahle García y Javier Jiménez Espriu incurrieron en el incumplimiento de presentar sus declaraciones de situación patrimonial. Gran escándalo por esas pecatas minutas de los colaboradores de primer nivel del Presidente.

El buen gobernante debe procurar la ecuanimidad para ejercer el poder político, que lo convierte en el todopoderoso cuando su nombramiento es producto de un proceso democrático, en donde participan la mayoría de los ciudadanos, quienes aceptan finalmente el triunfo de aquel que cuenta a su favor con la mayoría de los votos emitidos y con sujeción a las reglas establecidas para su elección.

De los políticos ya se ha dicho que, lo ideal, es que se trate de hombres y mujeres preparados para desempeñar un cargo público; y por ello es un honor y al mismo tiempo significa una gran responsabilidad del funcionario público, quien queda sujeto desde su asunción al poder, al escrutinio público; el político no puede olvidar que está obligado a respetar el orden jurídico vigente, que limita su actuación y la concreta a lo que la Ley expresamente le permite.

De ahí que los representantes del pueblo al ser elegidos democráticamente, tendrán que cuidar la administración de los recursos públicos de que disponen para cumplir su función, siempre en beneficio del pueblo. En México se ha hecho costumbre la demagogia, la incompetencia de la clase política, que además de impreparada ha resultado altamente corrupta.

La frase pronunciada en una de sus conferencias matutinas por el Presidente López Obrador, en el sentido de que: “La gente se cansa de tanta pinche tranza”; es un estribillo popular que surge de la mala costumbre de conocer y denunciar actos de corrupción que casi siempre quedan sin sanción.

Al político en general, se le identifica por sus cualidades o virtudes, pero también por sus colaboradores, y en el caso del gobierno que preside AMLO, a pesar de la crítica de sus detractores, que señalan que gobierna con una senectocracia, lo primero que pensamos es que el ejecutivo congregó a personajes preparados, probados en el servicio público o en la actividad privada, quienes por estar más allá del bien y el mal, serian ajenos a cualquier ilegalidad o acto de corrupción.

Hasta hoy, nadie acusa a López Obrador de ningún acto ilegal o de corrupción; sin embargo, colaboradores importantes como Olga Sánchez Cordero, EstebanMoctezuma, Josefa González Ortiz Mena, Rocío Nahle García y Javier Jiménez Espriu incurrieron en el incumplimiento de presentar sus declaraciones de situación patrimonial. Gran escándalo por esas pecatas minutas de los colaboradores de primer nivel del Presidente.