/ martes 8 de mayo de 2018

El populismo de derecha

Ugo Pipitone sostiene que los dos grandes males que tienen atascado al país son la profunda desigualdad y la debilidad institucional. Es decir, los ricos crean instituciones de gobierno de las cuales únicamente ellos tienen acceso a los puestos de toma de decisiones; perpetuando y condenando a la mayoría pobre a vivir eternamente del favor de la minoría. Dicho proceso data de incluso antes de la colonia y ha persistido a lo largo de la historia independentista y revolucionaria. No obstante, hoy tenemos en el contexto electoral a supuestos mesías de la democracia que anuncian el fin de la opresión clasista y el mal gobierno.

Sobre lo anterior debemos recordarle a estos populistas mesiánicos que si bien el diagnóstico institucional es correcto y existe una fragilidad gubernamental, son ellos los principales culpables de la desigualdad social al contribuir a la corrupción, el engaño y el distanciamiento político.

Como ejemplo local en Veracruz vivimos el populismo de derecha, cuyo desarrollo a lo largo de dos años ha dejado muerte, represión y distanciamiento entre la sociedad y la clase política. El actual Ejecutivo basó su gobierno únicamente en la premisa de señalar el terrible desempeño del gobierno anterior. Situación que es normal ya que la historia nos ha demostrado que los gobiernos populistas carecen de toda sustancia, resultados o interés hacia el ciudadano.

Las consecuencias de votar por opciones simplistas están a la vista. Lamentablemente Veracruz vive los índices de violencia más altos de su historia, la economía ha decrecido y los trabajos se han perdido. El círculo populista lo completa la intención monárquica del Ejecutivo por dejar a su hijo en el poder, junto con las alianzas perversas con incondicionales del gobierno de Duarte, mismos a los que señalaba como culpables de la tragedia del estado.

Las discusiones y peleas son una constante en tiempos electorales, pero es importante no perder de vista que al final nuestro voto tiene consecuencias profundas en nuestras vidas. Por esto es que sí importa la honestidad de los candidatos, sí importa su preparación, sí importan sus antecedentes e historia. Votar motivado por el hartazgo y el desánimo no te hace un mal ciudadano, pero sí te convierte en una persona susceptible a ser cómplice del tipo de política que justamente queremos desterrar en el país.

@samuelferrerm

Ugo Pipitone sostiene que los dos grandes males que tienen atascado al país son la profunda desigualdad y la debilidad institucional. Es decir, los ricos crean instituciones de gobierno de las cuales únicamente ellos tienen acceso a los puestos de toma de decisiones; perpetuando y condenando a la mayoría pobre a vivir eternamente del favor de la minoría. Dicho proceso data de incluso antes de la colonia y ha persistido a lo largo de la historia independentista y revolucionaria. No obstante, hoy tenemos en el contexto electoral a supuestos mesías de la democracia que anuncian el fin de la opresión clasista y el mal gobierno.

Sobre lo anterior debemos recordarle a estos populistas mesiánicos que si bien el diagnóstico institucional es correcto y existe una fragilidad gubernamental, son ellos los principales culpables de la desigualdad social al contribuir a la corrupción, el engaño y el distanciamiento político.

Como ejemplo local en Veracruz vivimos el populismo de derecha, cuyo desarrollo a lo largo de dos años ha dejado muerte, represión y distanciamiento entre la sociedad y la clase política. El actual Ejecutivo basó su gobierno únicamente en la premisa de señalar el terrible desempeño del gobierno anterior. Situación que es normal ya que la historia nos ha demostrado que los gobiernos populistas carecen de toda sustancia, resultados o interés hacia el ciudadano.

Las consecuencias de votar por opciones simplistas están a la vista. Lamentablemente Veracruz vive los índices de violencia más altos de su historia, la economía ha decrecido y los trabajos se han perdido. El círculo populista lo completa la intención monárquica del Ejecutivo por dejar a su hijo en el poder, junto con las alianzas perversas con incondicionales del gobierno de Duarte, mismos a los que señalaba como culpables de la tragedia del estado.

Las discusiones y peleas son una constante en tiempos electorales, pero es importante no perder de vista que al final nuestro voto tiene consecuencias profundas en nuestras vidas. Por esto es que sí importa la honestidad de los candidatos, sí importa su preparación, sí importan sus antecedentes e historia. Votar motivado por el hartazgo y el desánimo no te hace un mal ciudadano, pero sí te convierte en una persona susceptible a ser cómplice del tipo de política que justamente queremos desterrar en el país.

@samuelferrerm