/ sábado 9 de enero de 2021

El Presidente en su laberinto

Soy asiduo escucha de las conferencias de prensa mañaneras del presidente López Obrador, acto insólito en el funcionamiento gubernamental tradicional, comunicar a la sociedad de sus actos, sus proyectos y, en general, de su funcionamiento, sin ocultamientos, dice el Presidente. Y es cierto, enfrenta con franqueza cualquier cuestionamiento, muchas veces reiterativo en torno a su proyecto, su programa.

Que a mi modo de ver es la estrategia para politizar e informar al pueblo en qué consiste el cambio de régimen y la diferencia con los gobiernos neoliberales anteriores. Algo similar a lo que hacía Fidel Castro al inicio del triunfo de la revolución, con sus discursos interminables. Se trataba pues de integrar ideológica y políticamente a la mayoría de la sociedad y participar en ese cambio.

La prensa defensora del poder antiguo no va a cuestionar y debatir en esas conferencias, desde sus oficinas y sus planas periodísticas publican todo su odio y rencor a quien les cortó el suministro (el moche) de su trabajo. En los regímenes anteriores, esos intelectuales orgánicos, periodistas, etc., lucraron a costa de callar la verdad, de maquillar, si era necesario, la información o deformarla, pero nunca cuestionaron ni denunciaron los fraudes, las corruptelas, los crímenes de los regímenes anteriores.

Vi y oí con grima una entrevista a José Woldenberg, personaje importante en la política, maestro universitario, que en su juventud fue miembro del Partido Comunista, presidente del IFE, a quien le tocó organizar y reconocer el triunfo foxista (me pregunto cuál hubiera sido la posición de Woldenberg si dicho triunfo no hubiera sido reconocido, primero por el entonces presidente Zedillo y el recuento muy apretado). Resulta que este señor critica al presidente López Obrador por responder a los cuestionamientos de los opinadores y periodistas. El entrevistador acertadamente le pregunta: ¿Crees que sería mejor que dijera “ni los veo ni los oigo, como Salinas”? Dan ganas que el Presidente se comportara así, ignorándolos, pero nos da una lección de respeto a la opinión divergente, que es también un signo que lo distingue de los otros gobiernos.

Es cierto, en ocasiones el Presidente peca de exceso de optimismo y se contradice. Nuestra prioridad es la justicia y cero impunidad –dice-, mostrar al pueblo cómo tejieron los neoliberales los fraudes y robos “para que no se repita”, reformar leyes para que no haya retroceso en lo transformado. La denuncia sistemáticamente de los estropicios que hicieron los neoliberales. Todo eso está bien, hay que inyectar optimismo a la gente, mostrar que este gobierno es diferente, que tiene el poyo mayoritario de la sociedad, que está manejando el problema de la pandemia sin escatimar esfuerzos ni recursos, que ha rehabilitado el sistema de salud nacional del desastre en que lo dejaron los anteriores gobiernos corruptos.

No me imagino a un gobierno del PRIAN informando puntualmente, día con día, sobre la evolución de la pandemia y pugnando porque nuestro país sea de los punteros en vacunar a la población nacional, sin endrogarse con la banca mundial.

No creo que baste solo la denuncia, hay que aplicar la ley y eso ha prometido. Ahí el Presidente se atranca: “Soy respetuosos de la soberanía y la autonomía del Poder Judicial, de la Fiscalía y del Poder Legislativo”. Pero dicho que los grandes fraudes y robos cometidos en contra de la hacienda pública no se ejecutan sin el conocimiento, aprobación y complicidad de los jefes superiores. “Las escaleras se barren de arriba para abajo”, nos ha dicho muchas veces.

¿El jefe de Rosario Robles no sabía que se estaba tejiendo la Estafa Maestra? ¿El anterior director de Pemex no sabía del “huachicol” o de la compra sobrevaluada y casi en ruinas de la planta de fertilizantes? ¿Y la compra fraudulenta de medicamentos y otros robos más? En cambio, advierte a algunos protestantes o reclamantes que no tomen las casetas de cobro de las autopistas, porque dañan el ingreso a la hacienda pública y que podrían ser sancionados. Se me hace que el Presidente se está contradiciendo, está barriendo la escalera al revés.

Soy asiduo escucha de las conferencias de prensa mañaneras del presidente López Obrador, acto insólito en el funcionamiento gubernamental tradicional, comunicar a la sociedad de sus actos, sus proyectos y, en general, de su funcionamiento, sin ocultamientos, dice el Presidente. Y es cierto, enfrenta con franqueza cualquier cuestionamiento, muchas veces reiterativo en torno a su proyecto, su programa.

Que a mi modo de ver es la estrategia para politizar e informar al pueblo en qué consiste el cambio de régimen y la diferencia con los gobiernos neoliberales anteriores. Algo similar a lo que hacía Fidel Castro al inicio del triunfo de la revolución, con sus discursos interminables. Se trataba pues de integrar ideológica y políticamente a la mayoría de la sociedad y participar en ese cambio.

La prensa defensora del poder antiguo no va a cuestionar y debatir en esas conferencias, desde sus oficinas y sus planas periodísticas publican todo su odio y rencor a quien les cortó el suministro (el moche) de su trabajo. En los regímenes anteriores, esos intelectuales orgánicos, periodistas, etc., lucraron a costa de callar la verdad, de maquillar, si era necesario, la información o deformarla, pero nunca cuestionaron ni denunciaron los fraudes, las corruptelas, los crímenes de los regímenes anteriores.

Vi y oí con grima una entrevista a José Woldenberg, personaje importante en la política, maestro universitario, que en su juventud fue miembro del Partido Comunista, presidente del IFE, a quien le tocó organizar y reconocer el triunfo foxista (me pregunto cuál hubiera sido la posición de Woldenberg si dicho triunfo no hubiera sido reconocido, primero por el entonces presidente Zedillo y el recuento muy apretado). Resulta que este señor critica al presidente López Obrador por responder a los cuestionamientos de los opinadores y periodistas. El entrevistador acertadamente le pregunta: ¿Crees que sería mejor que dijera “ni los veo ni los oigo, como Salinas”? Dan ganas que el Presidente se comportara así, ignorándolos, pero nos da una lección de respeto a la opinión divergente, que es también un signo que lo distingue de los otros gobiernos.

Es cierto, en ocasiones el Presidente peca de exceso de optimismo y se contradice. Nuestra prioridad es la justicia y cero impunidad –dice-, mostrar al pueblo cómo tejieron los neoliberales los fraudes y robos “para que no se repita”, reformar leyes para que no haya retroceso en lo transformado. La denuncia sistemáticamente de los estropicios que hicieron los neoliberales. Todo eso está bien, hay que inyectar optimismo a la gente, mostrar que este gobierno es diferente, que tiene el poyo mayoritario de la sociedad, que está manejando el problema de la pandemia sin escatimar esfuerzos ni recursos, que ha rehabilitado el sistema de salud nacional del desastre en que lo dejaron los anteriores gobiernos corruptos.

No me imagino a un gobierno del PRIAN informando puntualmente, día con día, sobre la evolución de la pandemia y pugnando porque nuestro país sea de los punteros en vacunar a la población nacional, sin endrogarse con la banca mundial.

No creo que baste solo la denuncia, hay que aplicar la ley y eso ha prometido. Ahí el Presidente se atranca: “Soy respetuosos de la soberanía y la autonomía del Poder Judicial, de la Fiscalía y del Poder Legislativo”. Pero dicho que los grandes fraudes y robos cometidos en contra de la hacienda pública no se ejecutan sin el conocimiento, aprobación y complicidad de los jefes superiores. “Las escaleras se barren de arriba para abajo”, nos ha dicho muchas veces.

¿El jefe de Rosario Robles no sabía que se estaba tejiendo la Estafa Maestra? ¿El anterior director de Pemex no sabía del “huachicol” o de la compra sobrevaluada y casi en ruinas de la planta de fertilizantes? ¿Y la compra fraudulenta de medicamentos y otros robos más? En cambio, advierte a algunos protestantes o reclamantes que no tomen las casetas de cobro de las autopistas, porque dañan el ingreso a la hacienda pública y que podrían ser sancionados. Se me hace que el Presidente se está contradiciendo, está barriendo la escalera al revés.