/ martes 25 de septiembre de 2018

El PRI veracruzano, “cascarón” que muchos quieren

No es un asunto menor lo sucedido en días recientes en la ciudad de Monterrey cuando porras rivales de equipos locales de futbol profesional se enfrentaron a golpes en las afueras del estadio y, como consecuencia, uno de los jóvenes involucrados se encuentra hospitalizado en estado grave y puede perder la vida. No es algo nuevo. Ha sucedido en la ciudad de México y en otras plazas, incluida Veracruz, donde últimamente hubo actos de violencia en las gradas del estadio y en calles aledañas, causando alarma y daños a casas y vehículos de los residentes. Afortunadamente hasta ahora sólo han resultado lesionados, pero de no tomarse urgentes medidas preventivas, aparte de reforzar la vigilancia que ya existe, la situación puede tornarse incontrolable y tomar un sesgo trágico. Esos actos atentan contra el espectáculo, lo denigran y ponen en riesgo a los aficionados y a sus familias de sufrir agresiones. La solución debe pasar primero por los dueños de esos equipos, sus directivos, para mantener un estricto control de identificación y recopilación de antecedentes de quienes forman esas porras a las que arropan con boletos de cortesía para su acceso al estadio, y establecer estrictas reglas de comportamiento, y sólo así autorizar su permanencia, o hasta considerar deshacerlas; y al mismo tiempo, instalar un sistema de videovigilancia que permita alertar de inmediato de enfrentamientos dentro del inmueble y grupos de seguridad de reacción rápida para sofocarlos; los diputados, a la vez, tienen la importante tarea de actualizar las leyes de acuerdo a las circunstancias actuales, para sancionar con penas más severas este tipo de delito, y evitar que quienes son detenidos obtengan su libertad con el pago de una multa. No se necesita ser adivino para concluir que echar a un saco roto la búsqueda de soluciones a este problema puede tener graves consecuencias.

EL CASCARÓN DEL PRI QUE MUCHOS QUIEREN

Aunque algunos le llamen “cascarón”, lo cierto es que al interior del PRI veracruzano hay interés de grupos por tomar el control del Comité Directivo Estatal, una vez que lo entregue Américo Zúñiga Martínez en noviembre próximo, y lo van a pelear. Son varios, y por lo que se observa, cada quien jala por su lado. De ahí que siga fraccionándose antes de la llegada de la nueva dirigencia, y ahí sí ni cómo pensar en su recuperación. ¿En realidad es un cascarón? Desde luego que puede serlo ahora, sin fuerza política ni suficientes recursos económicos para operar, pero dista mucho de la realidad a la vuelta de la elección intermedia que viene, cuando deberán prepararse éste y otros partidos para una nueva batalla; y la apuesta no es a ciegas, en mucho influirá el trabajo del nuevo gobierno y la confianza o desaliento que siembre en la sociedad. Eso lo saben bien quienes pretenden la dirigencia. Que van a trabajar limitados de dinero, o que incluso van a tener que poner, es verdad, pero pueden recuperar terreno y obtener rentabilidad política. Los que se apuntan ya se sabe quiénes son, aunque no lo digan públicamente, uno de ellos Juan Carlos Molina Palacios y, asómbrese usted, hasta Alfredo Gándara Andrade, ex jefe de prensa del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán.

PELIGRO EN TAXIS, MEJOR REPORTAR AL USARLOS

+++No se quisiera insistir más en el tema, pero las circunstancias obligan a retomar el caso del secuestro sucedido a María Fernanda Pérez Morales en Banderilla al abordar un taxi (de esos que fueron sometidos a riguroso control en el Programa de Reordenamiento, precisamente para evitar este tipo de actos delictivos), y afortunadamente liberada unas cuatro horas después por Banderilla tras despojarla de mil pesos y el celular. Esto debe servir de alerta para cuando haya necesidad de utilizar el servicio de taxi, avisen a un familiar número económico y, de preferencia, nombre del conductor. Es necesario, por seguridad de los usuarios. Y, por estos hechos como éste que debe analizarse la conveniencia de que entre en operación el servicio de UBER.

Escriba a opedro2006@gmail.com


No es un asunto menor lo sucedido en días recientes en la ciudad de Monterrey cuando porras rivales de equipos locales de futbol profesional se enfrentaron a golpes en las afueras del estadio y, como consecuencia, uno de los jóvenes involucrados se encuentra hospitalizado en estado grave y puede perder la vida. No es algo nuevo. Ha sucedido en la ciudad de México y en otras plazas, incluida Veracruz, donde últimamente hubo actos de violencia en las gradas del estadio y en calles aledañas, causando alarma y daños a casas y vehículos de los residentes. Afortunadamente hasta ahora sólo han resultado lesionados, pero de no tomarse urgentes medidas preventivas, aparte de reforzar la vigilancia que ya existe, la situación puede tornarse incontrolable y tomar un sesgo trágico. Esos actos atentan contra el espectáculo, lo denigran y ponen en riesgo a los aficionados y a sus familias de sufrir agresiones. La solución debe pasar primero por los dueños de esos equipos, sus directivos, para mantener un estricto control de identificación y recopilación de antecedentes de quienes forman esas porras a las que arropan con boletos de cortesía para su acceso al estadio, y establecer estrictas reglas de comportamiento, y sólo así autorizar su permanencia, o hasta considerar deshacerlas; y al mismo tiempo, instalar un sistema de videovigilancia que permita alertar de inmediato de enfrentamientos dentro del inmueble y grupos de seguridad de reacción rápida para sofocarlos; los diputados, a la vez, tienen la importante tarea de actualizar las leyes de acuerdo a las circunstancias actuales, para sancionar con penas más severas este tipo de delito, y evitar que quienes son detenidos obtengan su libertad con el pago de una multa. No se necesita ser adivino para concluir que echar a un saco roto la búsqueda de soluciones a este problema puede tener graves consecuencias.

EL CASCARÓN DEL PRI QUE MUCHOS QUIEREN

Aunque algunos le llamen “cascarón”, lo cierto es que al interior del PRI veracruzano hay interés de grupos por tomar el control del Comité Directivo Estatal, una vez que lo entregue Américo Zúñiga Martínez en noviembre próximo, y lo van a pelear. Son varios, y por lo que se observa, cada quien jala por su lado. De ahí que siga fraccionándose antes de la llegada de la nueva dirigencia, y ahí sí ni cómo pensar en su recuperación. ¿En realidad es un cascarón? Desde luego que puede serlo ahora, sin fuerza política ni suficientes recursos económicos para operar, pero dista mucho de la realidad a la vuelta de la elección intermedia que viene, cuando deberán prepararse éste y otros partidos para una nueva batalla; y la apuesta no es a ciegas, en mucho influirá el trabajo del nuevo gobierno y la confianza o desaliento que siembre en la sociedad. Eso lo saben bien quienes pretenden la dirigencia. Que van a trabajar limitados de dinero, o que incluso van a tener que poner, es verdad, pero pueden recuperar terreno y obtener rentabilidad política. Los que se apuntan ya se sabe quiénes son, aunque no lo digan públicamente, uno de ellos Juan Carlos Molina Palacios y, asómbrese usted, hasta Alfredo Gándara Andrade, ex jefe de prensa del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán.

PELIGRO EN TAXIS, MEJOR REPORTAR AL USARLOS

+++No se quisiera insistir más en el tema, pero las circunstancias obligan a retomar el caso del secuestro sucedido a María Fernanda Pérez Morales en Banderilla al abordar un taxi (de esos que fueron sometidos a riguroso control en el Programa de Reordenamiento, precisamente para evitar este tipo de actos delictivos), y afortunadamente liberada unas cuatro horas después por Banderilla tras despojarla de mil pesos y el celular. Esto debe servir de alerta para cuando haya necesidad de utilizar el servicio de taxi, avisen a un familiar número económico y, de preferencia, nombre del conductor. Es necesario, por seguridad de los usuarios. Y, por estos hechos como éste que debe analizarse la conveniencia de que entre en operación el servicio de UBER.

Escriba a opedro2006@gmail.com