/ martes 16 de julio de 2019

El régimen presidencial y el poder político de AMLO

El ser humano se ha definido como social por su propia naturaleza; luego entonces las expresiones del ser humano son de naturaleza social y para realizarlas se requiere del conglomerado que está sujeto al fenómeno del poder, pues de lo contrario se produciría la anarquía, que significa ausencia total de la estructura gubernamental. Simple y llanamente, atendiendo a sus raíces griegas, anarquía se deriva del prefijo “a” que significa “sin” y de la raíz “arqué”, gobierno. Es decir, vivir en la anarquía es el caos y eso precisamente debe evitarse con un Poder Ejecutivo fuerte, como el del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ya demostró para qué sirve el poder presidencial.

El recuento a siete meses de la toma de posesión del presidente registra 10 funcionarios públicos de primer nivel que han renunciado a las funciones encomendadas por el titular del Ejecutivo. Las que más resonancia han tenido son las de Carlos Urzúa, secretario de Hacienda y Crédito Público, y la de Germán Martínez, quien fuera efímero director del IMSS, antes senador por el partido Morena, y más atrás líder nacional del PAN y cercano colaborador del expresidente Calderón Hinojosa. Ninguno de los dos personajes logró con sus renuncias hacer tambalear o titubear al Ejecutivo federal.

Germán Martínez, recibido con elogios en las filas de Morena por AMLO, además del Senado que le garantiza seis años de privilegios y canonjías que no pudo obtener mientras militó en el blanquiazul, en una descortesía inusual en política no sólo renunció, sin previo acuerdo con su jefe político, sino que además cuestionó las carencias y la bancarrota del IMSS, sabiendo que el responsable de la falta de equipo médico y medicinas fue el gobierno anterior que presidió Enrique Peña Nieto, y que esa responsabilidad también alcanza a su exjefe Calderón Hinojosa, quien gobernó al país de 2006 a 2012.

Urzúa, haciendo gala de su caprichoso carácter, en vez de dirimir sus diferencias con Poncho Romo, actuó de manera subrepticia y traicionera en contra de quien lo distinguió incorporándolo en la tercera posición más importante del gabinete, después de la Presidencia de la República, con una renuncia inesperada y exhibiendo la improvisación de sus subalternos y el “conflicto de interés” de don Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República.

El ser humano se ha definido como social por su propia naturaleza; luego entonces las expresiones del ser humano son de naturaleza social y para realizarlas se requiere del conglomerado que está sujeto al fenómeno del poder, pues de lo contrario se produciría la anarquía, que significa ausencia total de la estructura gubernamental. Simple y llanamente, atendiendo a sus raíces griegas, anarquía se deriva del prefijo “a” que significa “sin” y de la raíz “arqué”, gobierno. Es decir, vivir en la anarquía es el caos y eso precisamente debe evitarse con un Poder Ejecutivo fuerte, como el del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ya demostró para qué sirve el poder presidencial.

El recuento a siete meses de la toma de posesión del presidente registra 10 funcionarios públicos de primer nivel que han renunciado a las funciones encomendadas por el titular del Ejecutivo. Las que más resonancia han tenido son las de Carlos Urzúa, secretario de Hacienda y Crédito Público, y la de Germán Martínez, quien fuera efímero director del IMSS, antes senador por el partido Morena, y más atrás líder nacional del PAN y cercano colaborador del expresidente Calderón Hinojosa. Ninguno de los dos personajes logró con sus renuncias hacer tambalear o titubear al Ejecutivo federal.

Germán Martínez, recibido con elogios en las filas de Morena por AMLO, además del Senado que le garantiza seis años de privilegios y canonjías que no pudo obtener mientras militó en el blanquiazul, en una descortesía inusual en política no sólo renunció, sin previo acuerdo con su jefe político, sino que además cuestionó las carencias y la bancarrota del IMSS, sabiendo que el responsable de la falta de equipo médico y medicinas fue el gobierno anterior que presidió Enrique Peña Nieto, y que esa responsabilidad también alcanza a su exjefe Calderón Hinojosa, quien gobernó al país de 2006 a 2012.

Urzúa, haciendo gala de su caprichoso carácter, en vez de dirimir sus diferencias con Poncho Romo, actuó de manera subrepticia y traicionera en contra de quien lo distinguió incorporándolo en la tercera posición más importante del gabinete, después de la Presidencia de la República, con una renuncia inesperada y exhibiendo la improvisación de sus subalternos y el “conflicto de interés” de don Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República.