/ domingo 10 de marzo de 2019

El secretario de Gobierno mejora… ¡habla menos!

Los cien primeros días son un lapso significativo para todo gobierno. Si bien no son algo definitivo, marcan su inicio y son una pincelada de lo que puede ser buena parte del resto de la administración.

Son sólo cien días, ni un tercio de un año, de los tres o seis años que dura una alcaldía o una gubernatura o la presidencia, pero, insistimos, sí marcan lo que es la etapa de apertura.

Y con una sociedad tan exigente como la actual, fallar en el arranque puede complicar los siguientes pasos.

Los veracruzanos y los mexicanos en general, tras los grandes yerros y corrupción de los gobiernos pasados, no se conforman con poco ni con cosas a medias. Quieren (y lo exigen) sentirse seguros, resultados, ver obras y funcionarios honestos y capaces.

Si no hay lo anterior, aunque haya esfuerzos, lo toman como palabrería, incapacidad o corrupción y… esperan las votaciones para desquitarse. Eso es lo que han hecho últimamente, pero quién sabe qué pueda pasar si las fallas continuaran.

En fin, ahora que se han llegado los cien primeros días de gobierno del presidente López Obrador y del gobernador Cuitláhuac García, los críticos se lanzan con todo y tratan de hacer ver que México y Veracruz están próximos a derrumbarse.

No es así, han tenido sus fallas y aciertos, pero deberán esforzarse para dar resultados realmente positivos, sobre todo en materia de seguridad, pues los días pasan y los secuestros, extorsiones, asaltos y asesinatos siguen siendo el pan de cada día. Si no bajan los índices de inseguridad, aunque haya aciertos en otros campos, el reclamo será muy fuerte.

El gabinete de Cuitláhuac

En Veracruz hay críticas al gabinete y a quienes desde el Poder Legislativo deben apoyar las líneas generales del gobierno.

El gobernador Cuitláhuac García ha manifestado su respaldo a los secretarios de despacho. Ha declarado que los ha evaluado y que no tiene contemplado hacer cambios.

Esto es muestra de que los apoya y de que, como a la mayoría de quienes ejercen el poder, no le agrada que se la pasen criticando a los suyos. Pero no debe ser motivo de confusión para sus principales colaboradores.

Una cosa es el respaldo y otra que no se dé cuenta de los errores en que han incurrido.

Una cosa es que les otorgue la confianza y otra que no observe que no hay capacidad para resolver asuntos importantes.

Eso lo saben en el círculo más cercano de quien despacha en la oficina principal del Palacio de Gobierno, pero parecen ignorarlo casi todos los recomendados.

A ver quiénes sí terminan de entenderlo y corregir el rumbo.

Por lo pronto, algunos han ido mejorando. En ese sentido señalan al secretario de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros Burgos. Tras sus “me canso ganso” de que el fiscal Winckler se iría y no poder lograr que se fuera, lo de Chinameca y otros yerros que se notaron más por su proclividad a ser parlanchín… el número 2 del gobierno habla mucho menos y, la verdad, le sirve mejor así a su jefe.

Otros deberían ocuparse más en hacer funcionar correctamente a sus dependencias, en vez de preocuparse por cómo resuelven su vida profesional sus familiares.

Y en la Legislatura cuando se dieron cuenta que no todo lo que hay ahí debe ser para ellos, sino que a final de cuentas el resto de los diputados son sus pares y al menos merecen atenciones y respeto, empezaron a dar resultados.

A ver qué resultados dan en los días por venir.


Los cien primeros días son un lapso significativo para todo gobierno. Si bien no son algo definitivo, marcan su inicio y son una pincelada de lo que puede ser buena parte del resto de la administración.

Son sólo cien días, ni un tercio de un año, de los tres o seis años que dura una alcaldía o una gubernatura o la presidencia, pero, insistimos, sí marcan lo que es la etapa de apertura.

Y con una sociedad tan exigente como la actual, fallar en el arranque puede complicar los siguientes pasos.

Los veracruzanos y los mexicanos en general, tras los grandes yerros y corrupción de los gobiernos pasados, no se conforman con poco ni con cosas a medias. Quieren (y lo exigen) sentirse seguros, resultados, ver obras y funcionarios honestos y capaces.

Si no hay lo anterior, aunque haya esfuerzos, lo toman como palabrería, incapacidad o corrupción y… esperan las votaciones para desquitarse. Eso es lo que han hecho últimamente, pero quién sabe qué pueda pasar si las fallas continuaran.

En fin, ahora que se han llegado los cien primeros días de gobierno del presidente López Obrador y del gobernador Cuitláhuac García, los críticos se lanzan con todo y tratan de hacer ver que México y Veracruz están próximos a derrumbarse.

No es así, han tenido sus fallas y aciertos, pero deberán esforzarse para dar resultados realmente positivos, sobre todo en materia de seguridad, pues los días pasan y los secuestros, extorsiones, asaltos y asesinatos siguen siendo el pan de cada día. Si no bajan los índices de inseguridad, aunque haya aciertos en otros campos, el reclamo será muy fuerte.

El gabinete de Cuitláhuac

En Veracruz hay críticas al gabinete y a quienes desde el Poder Legislativo deben apoyar las líneas generales del gobierno.

El gobernador Cuitláhuac García ha manifestado su respaldo a los secretarios de despacho. Ha declarado que los ha evaluado y que no tiene contemplado hacer cambios.

Esto es muestra de que los apoya y de que, como a la mayoría de quienes ejercen el poder, no le agrada que se la pasen criticando a los suyos. Pero no debe ser motivo de confusión para sus principales colaboradores.

Una cosa es el respaldo y otra que no se dé cuenta de los errores en que han incurrido.

Una cosa es que les otorgue la confianza y otra que no observe que no hay capacidad para resolver asuntos importantes.

Eso lo saben en el círculo más cercano de quien despacha en la oficina principal del Palacio de Gobierno, pero parecen ignorarlo casi todos los recomendados.

A ver quiénes sí terminan de entenderlo y corregir el rumbo.

Por lo pronto, algunos han ido mejorando. En ese sentido señalan al secretario de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros Burgos. Tras sus “me canso ganso” de que el fiscal Winckler se iría y no poder lograr que se fuera, lo de Chinameca y otros yerros que se notaron más por su proclividad a ser parlanchín… el número 2 del gobierno habla mucho menos y, la verdad, le sirve mejor así a su jefe.

Otros deberían ocuparse más en hacer funcionar correctamente a sus dependencias, en vez de preocuparse por cómo resuelven su vida profesional sus familiares.

Y en la Legislatura cuando se dieron cuenta que no todo lo que hay ahí debe ser para ellos, sino que a final de cuentas el resto de los diputados son sus pares y al menos merecen atenciones y respeto, empezaron a dar resultados.

A ver qué resultados dan en los días por venir.