/ domingo 17 de marzo de 2019

El silencio frente al mal es un mal en sí mismo

No son argumentos, se trata en la mayor parte de los casos de posturas ideológicas, de líneas corporativas y hasta de una especie de claudicación moral y racional ante un sistema de pensamiento que se impone con canonjías desde otros países y del que México no se ha librado a pesar de que haya cambiado de gobierno.

A veces también son opiniones, pero cuando tienes una investidura para servir a tu país y te pronuncias desde el estrado oficial no se pueden ventilar simplemente opiniones sobre todo cuando está al alcance la verdad, cuando se pueden escudriñar y esclarecer temas complejos y sustanciales que de suyo requieren una mirada interdisciplinar y un corazón plenamente humano.

Sin el peso específico del que goza la fundamentación científica y racional especulan sobre el concepto persona y ser humano para sostener que no hay vida humana en el vientre materno.

Entonces ¿de dónde vienen ellos? ¿cómo aparecieron en este mundo? ¿quién les dio la vida?¿cómo llegaron a ser adultos, cuando todos llegamos a esta etapa porque fuimos antes jóvenes, adolescentes, niños, bebés, fetos, embriones y cigotos? Si tú seguiste este proceso en la vida sin el cual es imposible que llegues al momento en que te encuentras, ¿por qué te declaras abiertamente contra este proceso que también necesitan seguir todas las personas como tú? Todos fuimos cigotos, hasta el gobernador, los legisladores y las autoridades.

Si tu pasión, sinceridad y convicción política te impulsan a pronunciarte contra la discriminación y contra la falta de oportunidades, ¿por qué entonces no reparas en tu incongruencia cuando discriminas y sobre todo cuando pides abiertamente que se asesine a un ser humano que no se puede defender como tú te defiendes ahora con tu palabra, con tu cargo, con tu puesto y con tu dignidad, la cual has recibido de la naturaleza humana? La incongruencia está, como en otros órdenes de la vida, en que pides con vehemencia para ti lo que niegas desalmadamente para otros.

Basta que comprometan y cuestionen uno de tus derechos para que reacciones enérgicamente, ¿por qué entonces pides un asesinato? Ellos, por el momento, no pueden reaccionar enérgicamente como tú para exigir que se respete su derecho a la vida.

Pero cuando tengan 30, 40 o 50años como tú, podrán gritarte tu incongruencia y evidenciar el dictador que llevas dentro.

No serías diputado, ni secretario de gobierno, ni senadora si no hubieras sido cigoto, embrión y feto. No caíste de las estrellas ni apareciste por obra de magia. Perteneces a la especie humana. Y por gratitud a la vida que se te dio y que tú no te diste así como a las personas que te acogieron y custodiaron cuando tú no podías cuidarte y alimentarte por ti mismo, por lo menos no corrompas las leyes ni las instituciones.

Estamos en la era del progreso, del conocimiento, de las ciencias y de la tecnología. ¡Cuánto beneficio ha traído a la humanidad el progreso! Sin dejar de decir que no ha llegado para todos y que no siempre hemos crecido en humanidad, en la misma proporción como se ha progresado.

Pero en una era de notable progreso desconcierta que las voces que se presumen educadas, cultas e intelectuales se expresen descalificando y oponiéndose a las evidencias científicas.

Hablan del “derecho al aborto”donde no existe ese derecho, porque ese supuesto “derecho” no se desprende de la naturaleza humana como el derecho a la vida.

Bastó un pronunciamiento valiente y congruente como el de la Senadora Lilly Tellez para que esas voces que se presumen cultas, educadas e intelectuales se rasgaran las vestiduras con pronunciamientos totalitarios y dictatoriales.

Quieren la paz de México y la superación de la violencia pero buscan institucionalizar una forma de violencia. No hay lógica ni sentido común.

Cuesta tanto trabajo comprender que no haya moralidad pero más todavía que no haya racionalidad. Bien decía Chesterton que: “En el sigloXX el hombre no ha perdido la fe, ha perdido la razón”. Y así el siglo XXI.

Qué peticiones seguirán, qué más derechos inventarán, quiénes serán después perseguidos y eliminados si ahora no hay piedad ni racionalidad para asesinar brutalmente a un bebé en el vientre de la madre.

Finalmente han aplazado la discusión sobre la legalización del aborto hasta el mes de septiembre, como si hicieran una concesión a la sociedad. Otra vez, la muerte como opción política y como recurso legislativo. Y en el inter se viene el día del niño, el día de la madre y el día del padre, antes que se cumpla esta amenaza para el mes de septiembre. ¿Cómo decirles a los niños lo que quieren legislar? Y si estamos luchando contra la corrupción, ¿por qué corromper el vientre de una madre? La paradoja es que esta amenaza no viene de un poder extranjero sino de nuestro propio gobierno que representa a un pueblo con sentido común, congruente, racional y espiritual que a priori respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana.

No podemos permanecer callados e indiferentes. Nos motivan las palabras del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer: “El silencio frente al males un mal en sí mismo. Dios no nos tendrá por inocentes. No hablar es hablar. No actuar es actuar”.

No son argumentos, se trata en la mayor parte de los casos de posturas ideológicas, de líneas corporativas y hasta de una especie de claudicación moral y racional ante un sistema de pensamiento que se impone con canonjías desde otros países y del que México no se ha librado a pesar de que haya cambiado de gobierno.

A veces también son opiniones, pero cuando tienes una investidura para servir a tu país y te pronuncias desde el estrado oficial no se pueden ventilar simplemente opiniones sobre todo cuando está al alcance la verdad, cuando se pueden escudriñar y esclarecer temas complejos y sustanciales que de suyo requieren una mirada interdisciplinar y un corazón plenamente humano.

Sin el peso específico del que goza la fundamentación científica y racional especulan sobre el concepto persona y ser humano para sostener que no hay vida humana en el vientre materno.

Entonces ¿de dónde vienen ellos? ¿cómo aparecieron en este mundo? ¿quién les dio la vida?¿cómo llegaron a ser adultos, cuando todos llegamos a esta etapa porque fuimos antes jóvenes, adolescentes, niños, bebés, fetos, embriones y cigotos? Si tú seguiste este proceso en la vida sin el cual es imposible que llegues al momento en que te encuentras, ¿por qué te declaras abiertamente contra este proceso que también necesitan seguir todas las personas como tú? Todos fuimos cigotos, hasta el gobernador, los legisladores y las autoridades.

Si tu pasión, sinceridad y convicción política te impulsan a pronunciarte contra la discriminación y contra la falta de oportunidades, ¿por qué entonces no reparas en tu incongruencia cuando discriminas y sobre todo cuando pides abiertamente que se asesine a un ser humano que no se puede defender como tú te defiendes ahora con tu palabra, con tu cargo, con tu puesto y con tu dignidad, la cual has recibido de la naturaleza humana? La incongruencia está, como en otros órdenes de la vida, en que pides con vehemencia para ti lo que niegas desalmadamente para otros.

Basta que comprometan y cuestionen uno de tus derechos para que reacciones enérgicamente, ¿por qué entonces pides un asesinato? Ellos, por el momento, no pueden reaccionar enérgicamente como tú para exigir que se respete su derecho a la vida.

Pero cuando tengan 30, 40 o 50años como tú, podrán gritarte tu incongruencia y evidenciar el dictador que llevas dentro.

No serías diputado, ni secretario de gobierno, ni senadora si no hubieras sido cigoto, embrión y feto. No caíste de las estrellas ni apareciste por obra de magia. Perteneces a la especie humana. Y por gratitud a la vida que se te dio y que tú no te diste así como a las personas que te acogieron y custodiaron cuando tú no podías cuidarte y alimentarte por ti mismo, por lo menos no corrompas las leyes ni las instituciones.

Estamos en la era del progreso, del conocimiento, de las ciencias y de la tecnología. ¡Cuánto beneficio ha traído a la humanidad el progreso! Sin dejar de decir que no ha llegado para todos y que no siempre hemos crecido en humanidad, en la misma proporción como se ha progresado.

Pero en una era de notable progreso desconcierta que las voces que se presumen educadas, cultas e intelectuales se expresen descalificando y oponiéndose a las evidencias científicas.

Hablan del “derecho al aborto”donde no existe ese derecho, porque ese supuesto “derecho” no se desprende de la naturaleza humana como el derecho a la vida.

Bastó un pronunciamiento valiente y congruente como el de la Senadora Lilly Tellez para que esas voces que se presumen cultas, educadas e intelectuales se rasgaran las vestiduras con pronunciamientos totalitarios y dictatoriales.

Quieren la paz de México y la superación de la violencia pero buscan institucionalizar una forma de violencia. No hay lógica ni sentido común.

Cuesta tanto trabajo comprender que no haya moralidad pero más todavía que no haya racionalidad. Bien decía Chesterton que: “En el sigloXX el hombre no ha perdido la fe, ha perdido la razón”. Y así el siglo XXI.

Qué peticiones seguirán, qué más derechos inventarán, quiénes serán después perseguidos y eliminados si ahora no hay piedad ni racionalidad para asesinar brutalmente a un bebé en el vientre de la madre.

Finalmente han aplazado la discusión sobre la legalización del aborto hasta el mes de septiembre, como si hicieran una concesión a la sociedad. Otra vez, la muerte como opción política y como recurso legislativo. Y en el inter se viene el día del niño, el día de la madre y el día del padre, antes que se cumpla esta amenaza para el mes de septiembre. ¿Cómo decirles a los niños lo que quieren legislar? Y si estamos luchando contra la corrupción, ¿por qué corromper el vientre de una madre? La paradoja es que esta amenaza no viene de un poder extranjero sino de nuestro propio gobierno que representa a un pueblo con sentido común, congruente, racional y espiritual que a priori respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana.

No podemos permanecer callados e indiferentes. Nos motivan las palabras del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer: “El silencio frente al males un mal en sí mismo. Dios no nos tendrá por inocentes. No hablar es hablar. No actuar es actuar”.