/ domingo 20 de junio de 2021

Elecciones en OPLE, UV y PAN; el factor Paco G. de Velasco

Tras las votaciones del domingo antepasado vienen otras que ya han empezado a sacar chispas: la de la rectoría de la UV, la del consejero o consejera presidente del OPLE y la de la dirigencia estatal del PAN.

A estas alturas ya se perdió la cuenta de todos los que aspiran, mujeres y hombres, a ocupar el cargo que dejará en septiembre la rectora Sara Ladrón de Guevara González.

Los hay con méritos, hay quienes simplemente cumplen los requisitos establecidos en la ley universitaria, algunos los incumplen y uno que otro ha levantado la mano quién sabe por qué.

Tal vez el motivo de esos últimos sea que ven a la Universidad Veracruzana como un botín, una institución que dispone anualmente de un presupuesto de casi 8 mil millones de pesos.

Claro que una buena parte de esa cantidad se va en pagos a maestros y trabajadores y para el mantenimiento, pero aún así la UV maneja mucho dinero, por su presupuesto, más las donaciones y aportaciones, independientemente de que por su carácter autónomo, el rector o la rectora es su propio jefe, en teoría solo rindiéndole cuentas a la comunidad universitaria.

Y por el gran presupuesto a su disposición también es un apetitoso pastel para los grupos políticos no solo locales sino nacionales. Por eso, entre los universitarios prevalece el deseo de que su máxima autoridad continúe siendo, por lo menos, alguien totalmente identificado con la Universidad Veracruzana (no impuesto por políticos ni ajeno a la UV) como lo han sido Víctor Arredondo, Raúl Arias Lovillo y Sara Ladrón de Guevara.

En ese sentido los integrantes de la Junta de Gobierno de la Universidad tienen una enorme responsabilidad: mantener la autonomía o ser los consejeros que sí se doblaron ante el poder.

En el Partido Acción Nacional también hay efervescencia, pues estatutariamente debe haber cambio en la dirigencia estatal.

Lo que se comenta entre la militancia panista al ver los resultados de las elecciones (le fue mal) es que es necesario un golpe de timón al interior de la dirigencia estatal que se renovará este año en noviembre.

Por un lado se expone que los liderazgos con Joaquín Guzmán Avilés ya demostraron el desgaste al no alcanzar los resultados esperados y quedar lejos de lo que habían pregonado.

Por otra parte, otros grupos, como el de Julen Remetería, decidieron entrar en negociaciones para darle posiciones a su gente, como la diputación plurinominal para su hijo Bingen. Si había triunfos, qué bueno, si había derrotas, ni modo, negociando de antemano ya había posición para quien importaba.

Entonces, comentan panistas, dentro de esa búsqueda de nuevos liderazgos para refrescar a su partido, se debe tomar en cuenta la figura de panistas de cepa como la de Paco Gutiérrez de Velasco. Hacen ver que si bien no ganó la elección en su distrito (66 mil 500 votos a su favor en una candidatura para diputado federal son muchos), mantiene liderazgo y su trayectoria (exalcalde y ex diputado y empresario con reconocimiento) le da la suficiente fuerza para competir por la dirigencia albiazul; además, señalan, su apellido es marca a nivel estatal y podría fungir como factor de unidad que conciliaría a todas las fracciones del panismo veracruzano. Sin duda la llegada de alguien que no pertenezca a los mismos grupos de siempre y forme parte del panismo fundador del partido puede ser el impulso que necesita el PAN para hacer frente al reto que se viene en los próximos tres años.

El OPLE de Veracruz es cuestión aparte. Alejandro Bonilla se va contento con sus logros personales y dejando una huella bien conocida por los partidos políticos y la gente del poder en turno.

Localmente habrá factores de poder interesados en nombrar al consejero o consejera presidenta, a nivel nacional será lo mismo, pero finalmente la decisión cae en los consejeros del INE, hacia donde se dirigirán las presiones.

Tras las votaciones del domingo antepasado vienen otras que ya han empezado a sacar chispas: la de la rectoría de la UV, la del consejero o consejera presidente del OPLE y la de la dirigencia estatal del PAN.

A estas alturas ya se perdió la cuenta de todos los que aspiran, mujeres y hombres, a ocupar el cargo que dejará en septiembre la rectora Sara Ladrón de Guevara González.

Los hay con méritos, hay quienes simplemente cumplen los requisitos establecidos en la ley universitaria, algunos los incumplen y uno que otro ha levantado la mano quién sabe por qué.

Tal vez el motivo de esos últimos sea que ven a la Universidad Veracruzana como un botín, una institución que dispone anualmente de un presupuesto de casi 8 mil millones de pesos.

Claro que una buena parte de esa cantidad se va en pagos a maestros y trabajadores y para el mantenimiento, pero aún así la UV maneja mucho dinero, por su presupuesto, más las donaciones y aportaciones, independientemente de que por su carácter autónomo, el rector o la rectora es su propio jefe, en teoría solo rindiéndole cuentas a la comunidad universitaria.

Y por el gran presupuesto a su disposición también es un apetitoso pastel para los grupos políticos no solo locales sino nacionales. Por eso, entre los universitarios prevalece el deseo de que su máxima autoridad continúe siendo, por lo menos, alguien totalmente identificado con la Universidad Veracruzana (no impuesto por políticos ni ajeno a la UV) como lo han sido Víctor Arredondo, Raúl Arias Lovillo y Sara Ladrón de Guevara.

En ese sentido los integrantes de la Junta de Gobierno de la Universidad tienen una enorme responsabilidad: mantener la autonomía o ser los consejeros que sí se doblaron ante el poder.

En el Partido Acción Nacional también hay efervescencia, pues estatutariamente debe haber cambio en la dirigencia estatal.

Lo que se comenta entre la militancia panista al ver los resultados de las elecciones (le fue mal) es que es necesario un golpe de timón al interior de la dirigencia estatal que se renovará este año en noviembre.

Por un lado se expone que los liderazgos con Joaquín Guzmán Avilés ya demostraron el desgaste al no alcanzar los resultados esperados y quedar lejos de lo que habían pregonado.

Por otra parte, otros grupos, como el de Julen Remetería, decidieron entrar en negociaciones para darle posiciones a su gente, como la diputación plurinominal para su hijo Bingen. Si había triunfos, qué bueno, si había derrotas, ni modo, negociando de antemano ya había posición para quien importaba.

Entonces, comentan panistas, dentro de esa búsqueda de nuevos liderazgos para refrescar a su partido, se debe tomar en cuenta la figura de panistas de cepa como la de Paco Gutiérrez de Velasco. Hacen ver que si bien no ganó la elección en su distrito (66 mil 500 votos a su favor en una candidatura para diputado federal son muchos), mantiene liderazgo y su trayectoria (exalcalde y ex diputado y empresario con reconocimiento) le da la suficiente fuerza para competir por la dirigencia albiazul; además, señalan, su apellido es marca a nivel estatal y podría fungir como factor de unidad que conciliaría a todas las fracciones del panismo veracruzano. Sin duda la llegada de alguien que no pertenezca a los mismos grupos de siempre y forme parte del panismo fundador del partido puede ser el impulso que necesita el PAN para hacer frente al reto que se viene en los próximos tres años.

El OPLE de Veracruz es cuestión aparte. Alejandro Bonilla se va contento con sus logros personales y dejando una huella bien conocida por los partidos políticos y la gente del poder en turno.

Localmente habrá factores de poder interesados en nombrar al consejero o consejera presidenta, a nivel nacional será lo mismo, pero finalmente la decisión cae en los consejeros del INE, hacia donde se dirigirán las presiones.