/ miércoles 4 de julio de 2018

En política: A rendir cuentas los que se van y a cumplir su deber los que llegan

La política, que nunca descansa, porque son los hombres dedicados a la política los que se agotan en la lucha cotidiana por alcanzar el poder, luego por sostenerse en él y finalmente para no perder el estatus que representa ser titular de una parte del poder público, que conlleva lo mismo satisfacciones, que desencantos; y cuando se pervierte, es a través del poder público como se pueden alcanzar prebendas para acumular la riqueza mal habida que nunca se puede ocultar.

Hace apenas tres días que López Obrador logró el sueño de toda su vida, de alcanzar el triunfo para ser presidente de la República y aunque antes del primero de julio, López Obrador se sentía, se comportaba y se expresaba con la seguridad de que ganaría la elección que lo llevara al Palacio Nacional, a despachar desde los asuntos de la mayor importancia para el país, hasta la atención de problemas cotidianos que alcancen a plantear sus fans, porque si en verdad sigue sin guardaespaldas en el modesto automóvil, acompañado únicamente de su chofer, la gente desesperada por sus problemas, tendrá todas las facilidades para acercarse a AMLO.

Qué bueno para los mexicanos, que la aceptación de la derrota se haya dado por los candidatos de los otros partidos y por el presidente Peña Nieto, tan pronto como el INE dio a conocer a través del PREP, que la votación alcanzada por los candidatos de Morena y en especial por el candidato presidencial, era contundente e irreversible; por lo que haciendo a un lado las ambiciones perversas, los resentimientos y todos los vicios acumulados por la clase política, se dio el reconocimiento por todos los medios nacionales de comunicación y acompañado de las felicitaciones, que aunque sea “de dientes para afuera” se expresaron a quien ahora representa la esperanza de México.

Lo que sigue en el ámbito federal y en los estados no es el clásico “borrón y cuenta nueva”, pues quienes hayan desempeñado responsabilidades públicas y quienes continúan en sus cargos, tendrán que responder al momento de la entrega-recepción de las dependencias y gobiernos que tuvieron a su cargo; y quien haya dispuesto indebidamente de los recursos públicos, que son de la nación y pertenecen a todos los mexicanos, tendrán que devolver todo el dinero y los bienes, con los que se quedaron a nombre propio, de familiares y prestanombres; y algunos hasta tendrán que pagar con cárcel por el mal desempeño de funciones públicas.

La política, que nunca descansa, porque son los hombres dedicados a la política los que se agotan en la lucha cotidiana por alcanzar el poder, luego por sostenerse en él y finalmente para no perder el estatus que representa ser titular de una parte del poder público, que conlleva lo mismo satisfacciones, que desencantos; y cuando se pervierte, es a través del poder público como se pueden alcanzar prebendas para acumular la riqueza mal habida que nunca se puede ocultar.

Hace apenas tres días que López Obrador logró el sueño de toda su vida, de alcanzar el triunfo para ser presidente de la República y aunque antes del primero de julio, López Obrador se sentía, se comportaba y se expresaba con la seguridad de que ganaría la elección que lo llevara al Palacio Nacional, a despachar desde los asuntos de la mayor importancia para el país, hasta la atención de problemas cotidianos que alcancen a plantear sus fans, porque si en verdad sigue sin guardaespaldas en el modesto automóvil, acompañado únicamente de su chofer, la gente desesperada por sus problemas, tendrá todas las facilidades para acercarse a AMLO.

Qué bueno para los mexicanos, que la aceptación de la derrota se haya dado por los candidatos de los otros partidos y por el presidente Peña Nieto, tan pronto como el INE dio a conocer a través del PREP, que la votación alcanzada por los candidatos de Morena y en especial por el candidato presidencial, era contundente e irreversible; por lo que haciendo a un lado las ambiciones perversas, los resentimientos y todos los vicios acumulados por la clase política, se dio el reconocimiento por todos los medios nacionales de comunicación y acompañado de las felicitaciones, que aunque sea “de dientes para afuera” se expresaron a quien ahora representa la esperanza de México.

Lo que sigue en el ámbito federal y en los estados no es el clásico “borrón y cuenta nueva”, pues quienes hayan desempeñado responsabilidades públicas y quienes continúan en sus cargos, tendrán que responder al momento de la entrega-recepción de las dependencias y gobiernos que tuvieron a su cargo; y quien haya dispuesto indebidamente de los recursos públicos, que son de la nación y pertenecen a todos los mexicanos, tendrán que devolver todo el dinero y los bienes, con los que se quedaron a nombre propio, de familiares y prestanombres; y algunos hasta tendrán que pagar con cárcel por el mal desempeño de funciones públicas.