/ miércoles 16 de septiembre de 2020

¿En verdad existe algo qué festejar?

Este artículo surge de un derecho que me otorga el artículo 6 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Conste que es un ejercicio que está respaldado por el orden jurídico que me da la norma, pero también por mi capacidad de discutir si en estas fiestas patrias hubo algo que celebrar, pues nos azotan cuatro factores: una compleja situación social, económica, de salud y de seguridad.

Empezaré por el aspecto social. En efecto, hasta el día de hoy tenemos aproximadamente 180 días de confinamiento, en los que niños, jóvenes, adultos y los de la tercera edad hemos estado encerrados en nuestras casas y con algunas salidas obligatorias. Me pregunto, ¿eso no es contra la naturaleza?

En lo que atañe al aspecto económico, debo señalar que esos jóvenes y adultos, en estos 180 días, hemos tenido que hacer maravillas para cubrir nuestras necesidades más apremiantes; no olvidando que se perdieron casi un millón de empleos.

En el aspecto de salud, punto neurálgico de nuestra sociedad, de acuerdo con datos proporcionados por el propio gobierno, han fallecido en México por coronavirus más de 70 mil personas, y según esta enfermedad nos está tratando bien, declaración de alguien que no está ubicado en la realidad o no cuenta con algún ser querido.

Creo que difícilmente se puede decir eso apoyándose en que los hospitales no se han saturado, pues sólo basta ver que las actas de defunción se agotaron y las funerarias están trabajando sin parar. ¿Quién no sabe de algún conocido que por esta pandemia nos tuvo que abandonar?

Para cerrar, en materia de seguridad se ha vuelto ordinario que todos los días haya noticias desagradables, máxime que los grupos feministas tienen secuestrada, con o sin razón, las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), indicador de que algo se está descomponiendo.

Por esto y muchas cosas más, pongo punto final a este artículo, con la interrogante ¿en verdad existe algo qué festejar?

Este artículo surge de un derecho que me otorga el artículo 6 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Conste que es un ejercicio que está respaldado por el orden jurídico que me da la norma, pero también por mi capacidad de discutir si en estas fiestas patrias hubo algo que celebrar, pues nos azotan cuatro factores: una compleja situación social, económica, de salud y de seguridad.

Empezaré por el aspecto social. En efecto, hasta el día de hoy tenemos aproximadamente 180 días de confinamiento, en los que niños, jóvenes, adultos y los de la tercera edad hemos estado encerrados en nuestras casas y con algunas salidas obligatorias. Me pregunto, ¿eso no es contra la naturaleza?

En lo que atañe al aspecto económico, debo señalar que esos jóvenes y adultos, en estos 180 días, hemos tenido que hacer maravillas para cubrir nuestras necesidades más apremiantes; no olvidando que se perdieron casi un millón de empleos.

En el aspecto de salud, punto neurálgico de nuestra sociedad, de acuerdo con datos proporcionados por el propio gobierno, han fallecido en México por coronavirus más de 70 mil personas, y según esta enfermedad nos está tratando bien, declaración de alguien que no está ubicado en la realidad o no cuenta con algún ser querido.

Creo que difícilmente se puede decir eso apoyándose en que los hospitales no se han saturado, pues sólo basta ver que las actas de defunción se agotaron y las funerarias están trabajando sin parar. ¿Quién no sabe de algún conocido que por esta pandemia nos tuvo que abandonar?

Para cerrar, en materia de seguridad se ha vuelto ordinario que todos los días haya noticias desagradables, máxime que los grupos feministas tienen secuestrada, con o sin razón, las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), indicador de que algo se está descomponiendo.

Por esto y muchas cosas más, pongo punto final a este artículo, con la interrogante ¿en verdad existe algo qué festejar?