/ lunes 12 de marzo de 2018

Entre todos amarremos a los mapaches

Como no hay plazo que no se cumpla, el próximo viernes Andrés Manuel López Obrador solicitará su registro ante el INE. El evento como tal es mucho más significativo que una postulación a la presidencia rumbo a 2018. Significa un anhelo de trasformación por la vía pacífico electoral, una apuesta por un estado sólido, firme, austero, ocupado en el beneficio del pueblo.

La enorme simpatía que la nación entera hoy posee hacia Morena y Andrés Manuel se refleja en los sondeos que lo colocan entre 15 y 20 puntos por encima del resto de los adversarios en la contienda. La miopía del régimen ate la crisis que enfrenta denota soberbia y hoy, desconcierto. Señalan a Andrés Manuel como el responsable del descontento que según sus diagnósticos, ayer era un dócil gato dormido, incapaz de acabar con las injusticias, pero que hoy se ve como un tigre despierto, cansado de los constantes jalones de bigote y dispuesto a oponerse a un nuevo fraude electoral.

El viernes pasado AMLO ante los banqueros usó esta analogía. Lo dijo claro y contundente, concedió el beneficio de la duda ante las declaraciones de EPN sobre su postura de no intervenir en las elecciones y advirtió el riesgo que corre el país ante un nuevo fraude: “Quien suelte el tigre, que lo amarre”. Su postura da una connotación distinta a la declaración de Porfirio Díaz instantes antes de su exilio. En aquel entonces el exdictador así sentenciaba a un Madero demócrata. Ahora AMLO, el líder de este movimiento que busca la transformación del país, usa la frase para aclarar a aquellos sectores del régimen que aún consideran perpetrar un fraude más, que los pudiera mantener en el desmantelamiento de los bienes de la nación, el saqueo, la impunidad y una constante factura endosada al pueblo que hoy se mira como un tigre dispuesto a reaccionar.

Además de los fraudes perpetrados por el régimen desde 1988 y continuando con el de 2006 y de 2012, AMLO hacía referencia directa a la evidente intromisión del aparato del régimen para evitar triunfos cantados de Morena como el de 2016 con Cuitláhuac García, o el año pasado en Edomex y varias alcaldías en nuestro querido Veracruz. Entre despensazos, tarjetazos, campañas de compra, coacción e inhibición del voto, el que malgobierna mantuvo ilusorios resultados electorales, de los cuales aseguró no tener nada que ver, como en sus buenos tiempos en los cuales, bajo mandato de Salinas y Chirinos operaba junto a Fidel Herrera para sacar de la chistera más votos que boletas. Para este 2018, el que no pudo con Veracruz insiste en imponer su monarquía, pero su hijo no es el predilecto del pueblo. Cuitláhuac permanece al frente y se mira un constante ascenso y al mismo tiempo una inminente derrota de las aspiraciones monárquicas del que malgobierna. Quizá por eso los hechos del sábado, donde usó 600 elementos de seguridad para “infraccionar” a un autobús de maestros que recién habían protestado en la plaza Lerdo, citando de nuevo sin fundamento a Morena para tratar de llevar agua a su molino, lo del sábado es una vez más un excesivo despliegue de rigor que raya en el ridículo, producto de la desesperación que muestra para consumar la imposición de su hijo. Veracruz ha sido lastimado por la clase política y definitivamente no es un tigre de papel. Será mejor que todos estemos atentos a efectuar elecciones limpias y respetar la voluntad del pueblo que se mantiene firme en transformar al estado y el país entero en 2018. Año en el cual Juntos Haremos Historia.

Como no hay plazo que no se cumpla, el próximo viernes Andrés Manuel López Obrador solicitará su registro ante el INE. El evento como tal es mucho más significativo que una postulación a la presidencia rumbo a 2018. Significa un anhelo de trasformación por la vía pacífico electoral, una apuesta por un estado sólido, firme, austero, ocupado en el beneficio del pueblo.

La enorme simpatía que la nación entera hoy posee hacia Morena y Andrés Manuel se refleja en los sondeos que lo colocan entre 15 y 20 puntos por encima del resto de los adversarios en la contienda. La miopía del régimen ate la crisis que enfrenta denota soberbia y hoy, desconcierto. Señalan a Andrés Manuel como el responsable del descontento que según sus diagnósticos, ayer era un dócil gato dormido, incapaz de acabar con las injusticias, pero que hoy se ve como un tigre despierto, cansado de los constantes jalones de bigote y dispuesto a oponerse a un nuevo fraude electoral.

El viernes pasado AMLO ante los banqueros usó esta analogía. Lo dijo claro y contundente, concedió el beneficio de la duda ante las declaraciones de EPN sobre su postura de no intervenir en las elecciones y advirtió el riesgo que corre el país ante un nuevo fraude: “Quien suelte el tigre, que lo amarre”. Su postura da una connotación distinta a la declaración de Porfirio Díaz instantes antes de su exilio. En aquel entonces el exdictador así sentenciaba a un Madero demócrata. Ahora AMLO, el líder de este movimiento que busca la transformación del país, usa la frase para aclarar a aquellos sectores del régimen que aún consideran perpetrar un fraude más, que los pudiera mantener en el desmantelamiento de los bienes de la nación, el saqueo, la impunidad y una constante factura endosada al pueblo que hoy se mira como un tigre dispuesto a reaccionar.

Además de los fraudes perpetrados por el régimen desde 1988 y continuando con el de 2006 y de 2012, AMLO hacía referencia directa a la evidente intromisión del aparato del régimen para evitar triunfos cantados de Morena como el de 2016 con Cuitláhuac García, o el año pasado en Edomex y varias alcaldías en nuestro querido Veracruz. Entre despensazos, tarjetazos, campañas de compra, coacción e inhibición del voto, el que malgobierna mantuvo ilusorios resultados electorales, de los cuales aseguró no tener nada que ver, como en sus buenos tiempos en los cuales, bajo mandato de Salinas y Chirinos operaba junto a Fidel Herrera para sacar de la chistera más votos que boletas. Para este 2018, el que no pudo con Veracruz insiste en imponer su monarquía, pero su hijo no es el predilecto del pueblo. Cuitláhuac permanece al frente y se mira un constante ascenso y al mismo tiempo una inminente derrota de las aspiraciones monárquicas del que malgobierna. Quizá por eso los hechos del sábado, donde usó 600 elementos de seguridad para “infraccionar” a un autobús de maestros que recién habían protestado en la plaza Lerdo, citando de nuevo sin fundamento a Morena para tratar de llevar agua a su molino, lo del sábado es una vez más un excesivo despliegue de rigor que raya en el ridículo, producto de la desesperación que muestra para consumar la imposición de su hijo. Veracruz ha sido lastimado por la clase política y definitivamente no es un tigre de papel. Será mejor que todos estemos atentos a efectuar elecciones limpias y respetar la voluntad del pueblo que se mantiene firme en transformar al estado y el país entero en 2018. Año en el cual Juntos Haremos Historia.

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