Las capacidades cognitivas o de pensamiento de todo ser humano son muy variables, van desde el rango socioeconómico, la herencia o carga genética, el entorno social y demás aspectos.
Todo ser humano es producto de la carga genética de cientos de generaciones atrás, los cuales también tuvieron retos y padecimientos crónico degenerativos, y aunque se sabe que la selección natural deja vivir a los más fuertes, bien podemos hablar de dos polaridades, la fortaleza físico-orgánica, y la fortaleza mental; en una ocasión reflexionaba acerca de la extinción de los dinosaurios, no sobrevivieron los más fuertes, sino aquellos más débiles pero que mejor se adaptaban a los cambios, las enormes criaturas se fueron al abismo, se convirtieron poco a poco en gas y petróleo, recurso que actualmente es muy altamente valorado, por no decir que casi insustituible.
Los dinosaurios tenían una característica muy peculiar, pesaban toneladas, ocupaban mucho volumen, pero los guiaba un cerebro muy pequeño, en comparación con su enorme peso. Sin embargo la evolución del ser humano no hizo ser los más inteligentes, capaces y al mismo tiempo propensos a la autodestrucción, cuándo ha visto a un primate fumando, tomando alcohol, inhalando cocaína, y el catálogo más amplio de psicoactivos que se nos pudiera ocurrir; la respuesta es “nunca”,
Al hablar del equilibrio y la salud, es fundamental no omitir que la primera pieza a considerar es la salud de la propia tierra, el planeta como tal es un ser viviente, pero lo atacamos con la sobreexplotación de sus recursos naturales, la desertificación del suelo obedece a la tala inmoderada, la mala calidad del aire que se respira en las grandes y medianas ciudades, responde al exceso de gases de efecto invernadero, uno de ellos el metano, las vacas que producen leche, son las que inundan la atmósfera con tal gas. Otra es el quemar carbón para generar electricidad, siendo la forma más sencilla y barata de obtenerla, y sin embargo las energías alternativas han demostrado también ciertas controversias de generación, operatividad, costos y algunos otros detalles.
La salud existe, buena, mediana, regular o excelente; de tal forma un sabio filósofo de antaño dijo que “somos el producto de aquello que comemos”, es decir, que somos lo que consumimos en nuestros hábitos alimenticios. Actualmente la sociedad de consumo nos ha impuesto la comida rápida, el consumo masivo de comida industrial, pero hemos colaborado mucho para que tal flagelo crezca. México es considerado el primer o segundo país con mayor consumo de gaseosas, léase refrescos, de preferencia color oscuro y con cafeína artificial; a la larga todo organismo humano rompe su resistencia a tantos tóxicos, y las enfermedades asociadas se harán presentes.
Se ha acusado del etiquetamiento de prevención en alimentos procesados en latas, bolsas, y demás presentaciones al gobierno actual, pero de antemano todos lo sabemos, lo único que han hecho es recordarnos el daño en los excesos al respecto.
Venta libre de alcohol, de cigarrillos, en todas sus variables, y para todos los bolsillos existe; el dilema radica en el momento en que el enfermo alcohólico se convierte en un lastre para con su familia, sociedad y para él mismo. Equilibrar es algo pesado para el ser viviente más inteligente; no sólo es la actitud inmediata, también el carácter, la agresividad familiar, el manejo en estado etílico, y la desvinculación de la mente con la realidad inmediata.