/ lunes 20 de agosto de 2018

Escribir a mano, placer perdido en el tiempo

Se escribe a mano con una intención determinada a través de infinidad de cuartillas con ideas, reflexiones y meditaciones que, a veces, son tachadas o van a parar arrugados al cesto de basura, pero aun estas deflexiones son parte del placer de la escritura.

Se llenan miles de cuartillas en el diario devenir de quien escribe y van a formar parte de su diario personal, ganando una personalidad propia. Al cabo de muchos años de describir con el puño letra y sentimiento nuestras penas, satisfacciones, esperanzas y frustraciones, el diario escribir llega a ser un amigo confidente receptor de todo tipo de revelaciones personales, no critica ni consuela por compromiso, sólo recibe reflexiones, confesiones y meditaciones con la apertura y discreción de un buen sacerdote, no dicta penitencias, es la profunda satisfacción de escribir a mano, con pluma fuente, imprimiendo en el papel blanco sentimientos, planes y hasta presupuestos.

La pluma fuente permite tomar el tiempo necesario para pensar lo que se escribe haciéndolo entendible y, cuando menos se le espera, poético y delicado con letra manuscrita, legible y elegante.

Los escribientes con pluma tienen facilidad de expresión gráfica, son grafo motores, lo hacen con claridad, fluidez y sensibilidad, exponiendo su forma auténtica de percibir y manifestar sus sentimientos, sin importar caer en cierta cursilería, pero con sinceridad. Lo importante es escribir con la mano, guiada por la mente y corazón.

Este especial grupo de escritores aficionados, profesionales o improvisados, escriben todo; su diario personal, artículos específicos, libros, ensayos o, cuando menos, una pormenorizada lista de actividades enumerando por prioridades los compromisos del día: desde citas de rutina hasta anécdotas vividas, mientras sufren sumergidos en el tráfico de la hora pico, en fin toda una bitácora cotidiana.

Anotaciones elaboradas con cuidadosa planeación propia de una mente organizada, con el puro gusto de escribir, anotar, subrayar, acotar, disfrutar el reto que representa poner adecuadamente la coma, el punto, el punto y coma y la satisfacción de marcar la entonación que se desea dar a las frases cuando sean leídas, gracias a los signos de interrogación, admiración, comillas y el uso incidental del apóstrofe.

Un escritor mexicano escribió en revista capitalina: “Existe el hechizo de la pluma, romántico instrumento centenario, que traslada las ideas al papel, mágico objeto que puede llevar al fetichismo. Octavio Paz tenía una pluma negra, brillante como ébano, gruesa, dúctil, que emanaba poemas”, el párrafo sugiere que la pluma fuente es un recurso de intelecto que guía la mano a exponer los sentimientos bruscos explosivos o excelsos delicados, con la misma tersa sencillez.

Hoy la escritura a mano ha sido delegada por la cibernética del word, en las escuelas enseñan a los chicos a escribir con letra de molde, sin personalidad, no transmite sentimiento y hay similitud asombrosa de la letra de todos los escolares del mundo. Es una tristeza.

hsilva_mendoza@hotmail.com


Se escribe a mano con una intención determinada a través de infinidad de cuartillas con ideas, reflexiones y meditaciones que, a veces, son tachadas o van a parar arrugados al cesto de basura, pero aun estas deflexiones son parte del placer de la escritura.

Se llenan miles de cuartillas en el diario devenir de quien escribe y van a formar parte de su diario personal, ganando una personalidad propia. Al cabo de muchos años de describir con el puño letra y sentimiento nuestras penas, satisfacciones, esperanzas y frustraciones, el diario escribir llega a ser un amigo confidente receptor de todo tipo de revelaciones personales, no critica ni consuela por compromiso, sólo recibe reflexiones, confesiones y meditaciones con la apertura y discreción de un buen sacerdote, no dicta penitencias, es la profunda satisfacción de escribir a mano, con pluma fuente, imprimiendo en el papel blanco sentimientos, planes y hasta presupuestos.

La pluma fuente permite tomar el tiempo necesario para pensar lo que se escribe haciéndolo entendible y, cuando menos se le espera, poético y delicado con letra manuscrita, legible y elegante.

Los escribientes con pluma tienen facilidad de expresión gráfica, son grafo motores, lo hacen con claridad, fluidez y sensibilidad, exponiendo su forma auténtica de percibir y manifestar sus sentimientos, sin importar caer en cierta cursilería, pero con sinceridad. Lo importante es escribir con la mano, guiada por la mente y corazón.

Este especial grupo de escritores aficionados, profesionales o improvisados, escriben todo; su diario personal, artículos específicos, libros, ensayos o, cuando menos, una pormenorizada lista de actividades enumerando por prioridades los compromisos del día: desde citas de rutina hasta anécdotas vividas, mientras sufren sumergidos en el tráfico de la hora pico, en fin toda una bitácora cotidiana.

Anotaciones elaboradas con cuidadosa planeación propia de una mente organizada, con el puro gusto de escribir, anotar, subrayar, acotar, disfrutar el reto que representa poner adecuadamente la coma, el punto, el punto y coma y la satisfacción de marcar la entonación que se desea dar a las frases cuando sean leídas, gracias a los signos de interrogación, admiración, comillas y el uso incidental del apóstrofe.

Un escritor mexicano escribió en revista capitalina: “Existe el hechizo de la pluma, romántico instrumento centenario, que traslada las ideas al papel, mágico objeto que puede llevar al fetichismo. Octavio Paz tenía una pluma negra, brillante como ébano, gruesa, dúctil, que emanaba poemas”, el párrafo sugiere que la pluma fuente es un recurso de intelecto que guía la mano a exponer los sentimientos bruscos explosivos o excelsos delicados, con la misma tersa sencillez.

Hoy la escritura a mano ha sido delegada por la cibernética del word, en las escuelas enseñan a los chicos a escribir con letra de molde, sin personalidad, no transmite sentimiento y hay similitud asombrosa de la letra de todos los escolares del mundo. Es una tristeza.

hsilva_mendoza@hotmail.com