/ sábado 13 de agosto de 2022

Espera gozosa y ganadora

La fe implica paciencia y esperanza, características fundamentales de la espera. De hecho, la fe es la forma de poseer ya desde ahora las prendas que nos han sido prometidas. El salmista nos cuenta su experiencia: esperé en el Señor con gran confianza.

Esa es la experiencia de los patriarcas y de los profetas. Es la experiencia del pueblo de Israel por completo.

Quien espera sabe que no será defraudado, por eso vale la pena esperar, pues se sabe que esta espera no será defraudada. Es una espera ganadora. Hay dos formas de esperar: una es con desespero y molesta inquietud y otra -la manera más sana de hacerlo- es con gran confianza, es la espera gozosa.

Hay ideas erróneas que conciben a Dios como un estoico que, en la lejanía de su cielo, apenas y se asoma a la tierra. Sin embargo, nada más equivocado que esta comprensión de Dios. Dios siempre nos mira con amor, nos contiene en su providencia y nos escucha con el gozo con el que un padre escucha las palabras de su hijo, con un gozo mayor que el de los enamorados al escuchar sus palabras de amor. Dios siempre nos escucha, Dios siempre se inclina hacia nosotros para escuchar nuestro clamor. Esta experiencia la corrobora toda la historia de salvación. La historia del pueblo es contar todas las formas bellísimas en las que Dios siempre se ha inclinado a escuchar el clamor del pueblo.

Dios transforma el luto en danza, cambia la tristeza en gozo, convierte el lamento en canto de fiesta. Es propio de Dios, que es un Padre Bueno y misericordioso poner en los labios de sus hijos un cantar de fiesta, himnos gozosos. Dios siempre escucha con amor el clamor de su pueblo, y este clamor de sus hijos permite que Él intervenga con mano poderosa en favor de los suyos. Dios es el Dios de la fiesta, del gozo, del canto nuevo, de la danza festiva.

Es importante entrar en la novedad del Dios de Jesús, una novedad que implica un cambio en las consideraciones sobre Dios, no se puede depositar la confianza ni creer en un Dios terrible, que disfruta el dolor y que se goza en los lamentos de los suyos. Sólo es posible creer en el Dios de Jesús, que siempre escucha con amor a sus hijos y festeja con los cantos nuevos y gozosos de los suyos. Entrar en la novedad del Dios de Jesús implica vivir la fe sabiendo que Dios se goza con el bien de sus hijos. Abrirse a esta novedad es alabar la grandeza de un Dios bueno y amoroso que siempre y de muchas formas sale en favor de los suyos.

Publicado originalmente por Diario de Xalapa

La fe implica paciencia y esperanza, características fundamentales de la espera. De hecho, la fe es la forma de poseer ya desde ahora las prendas que nos han sido prometidas. El salmista nos cuenta su experiencia: esperé en el Señor con gran confianza.

Esa es la experiencia de los patriarcas y de los profetas. Es la experiencia del pueblo de Israel por completo.

Quien espera sabe que no será defraudado, por eso vale la pena esperar, pues se sabe que esta espera no será defraudada. Es una espera ganadora. Hay dos formas de esperar: una es con desespero y molesta inquietud y otra -la manera más sana de hacerlo- es con gran confianza, es la espera gozosa.

Hay ideas erróneas que conciben a Dios como un estoico que, en la lejanía de su cielo, apenas y se asoma a la tierra. Sin embargo, nada más equivocado que esta comprensión de Dios. Dios siempre nos mira con amor, nos contiene en su providencia y nos escucha con el gozo con el que un padre escucha las palabras de su hijo, con un gozo mayor que el de los enamorados al escuchar sus palabras de amor. Dios siempre nos escucha, Dios siempre se inclina hacia nosotros para escuchar nuestro clamor. Esta experiencia la corrobora toda la historia de salvación. La historia del pueblo es contar todas las formas bellísimas en las que Dios siempre se ha inclinado a escuchar el clamor del pueblo.

Dios transforma el luto en danza, cambia la tristeza en gozo, convierte el lamento en canto de fiesta. Es propio de Dios, que es un Padre Bueno y misericordioso poner en los labios de sus hijos un cantar de fiesta, himnos gozosos. Dios siempre escucha con amor el clamor de su pueblo, y este clamor de sus hijos permite que Él intervenga con mano poderosa en favor de los suyos. Dios es el Dios de la fiesta, del gozo, del canto nuevo, de la danza festiva.

Es importante entrar en la novedad del Dios de Jesús, una novedad que implica un cambio en las consideraciones sobre Dios, no se puede depositar la confianza ni creer en un Dios terrible, que disfruta el dolor y que se goza en los lamentos de los suyos. Sólo es posible creer en el Dios de Jesús, que siempre escucha con amor a sus hijos y festeja con los cantos nuevos y gozosos de los suyos. Entrar en la novedad del Dios de Jesús implica vivir la fe sabiendo que Dios se goza con el bien de sus hijos. Abrirse a esta novedad es alabar la grandeza de un Dios bueno y amoroso que siempre y de muchas formas sale en favor de los suyos.

Publicado originalmente por Diario de Xalapa