/ viernes 14 de enero de 2022

¿Estado educador?

Si uno pregunta ¿Cuáles son las deudas pendientes, las posibilidades y las encrucijadas de los años por venir en educación? Comenzaría por señalar que hace falta llevar al final del camino la mirada sobre las prácticas de gobierno que implica entrar a las aulas, observarlas en lo posible durante un largo tiempo, entender sus relaciones con la cultura y el efecto específico de las políticas.

Lo anterior implica estar cerca de las prácticas concretas, donde se materializan sistémicamente los procesos de enseñanza y aprendizaje. Lo que interesa mirar aquí son los sistemas de regulación de las instituciones, de las relaciones entre los actores y de las prácticas pedagógicas señalaría B. Bernstein en Pedagogía, control simbólico e identidad.

Esto debería ser una de las prioridades del gobierno de la Cuarta Transformación. Manuel Gil Antón comenta que se esperaba “un proyecto que acompañara los afanes de transformación radical en el país que su discurso enuncia, sólo ofreció, como rumbo, la idea general de una Nueva Escuela Mexicana (NEM) sin abrir y organizar cauces a la participación de las comunidades escolares (docentes, estudiantes y familias), ni a otros actores interesados y dispuestos a apoyar un propósito de tal naturaleza”.

Hay muchos pendientes por resolver en educación, ante todo aquel relacionado con la idea “… de justicia educativa de François Dubet: el objetivo de un sistema educativo, al menos de lo que deja en quienes terminan la escuela secundaria, debería ser lograr que todos los alumnos se sientan capaces de actuar y que puedan materializar esa idea a través de diversos caminos posteriores. Esto implica una adhesión a la idea de justicia y un compromiso con los resultados para llegar al final del camino en el derecho a la educación” señala Axel Rivas en América Latina después de PISA. Así entonces se puede considerar que las políticas educativas deben ser definidas como acciones de gobierno que tienen una capacidad normativa de alteración o fortalecimiento de aspectos sustantivos de los sistemas educativos.

La mirada más profunda de los cambios sociales, económicos y culturales, es una forma de entrar en los contextos de vida de los alumnos y docentes, en la cultura de las instituciones, en las relaciones sociales que van cambiando las modalidades educativas tradicionales.

Entre las políticas educativas, las que funcionan de manera sistémica, como dispositivos (creando, aprovechando o reformando dispositivos históricos ya existentes) son las que parecen tener mayor efecto en los aprendizajes al adentrarse en las aulas. Son estos complejos procesos los que habría que estudiar para comprender realmente que pasa en la educación. México atraviesa desde sexenios anteriores trayectorias cambiantes, su mejora en la calidad educativa es más leve y los cambios sociales y económicos menos notables que en otros países.

Hay que reconocer que detrás de los aparentes avances hay deudas pendientes. La educación no ha cambiado realmente, el sistema educativo sigue siendo desigual y de bajo impacto en la creación de capacidades en los alumnos para actuar y definir su futuro. “Las prácticas pedagógicas se mantuvieron sobre un manto de gran dispersión y enormes desaciertos para fomentar el estudio, el entusiasmo y una relación fructífera con el conocimiento de los alumnos.

Estudios sobre las prácticas pedagógicas indican que hay docentes que típicamente enseñan para la media del grupo de clase, y dejan atrás a los que tienen más dificultades. Sus prácticas de enseñanza logran mantener comprometidos muy poco tiempo a los alumnos, lo cual tiene un impacto clave en los bajos logros de aprendizaje”.

Las escuelas viven las derivaciones de la compensación, la contención, la compasión y las “nuevas ideas de justicia”. En estas mezclas quedaron atrapadas las escuelas públicas, que han perdido alumnos en la mayoría de los casos cuando debieron “abrir sus puertas” y dar respuesta a las preguntas sobre justicia educativa. “Ante este panorama los docentes son la única vía de mejora.

Son ellos los que tienen a su cargo las aulas, ellos son la clave para aumentar la calidad educativa”, merecen la oportunidad de mostrarlo, ello requiere hacer más rigurosa y de mayor calidad la formación, crear carreras basadas en el mérito, mejores condiciones de trabajo y salarios. Se trata de un proceso integral y secuenciado.

Hoy el debate ideológico está presente, existen distintas versiones de racionalidades encontradas. Su forma más extrema se expresa en la imposibilidad del diálogo y el acuerdo. En la imposición y la resistencia.

Esas visiones en pugna atraviesan una nueva etapa del debate educativo. Es hora de dar respuesta a las deudas educativas históricas aún pendientes, especialmente con los sujetos más vulnerables. Igual trabajar en la mejora de los aprendizajes y ante todo en el cambio de concepción del sistema educativo, para que ir a la escuela sea visto como un desafío disfrutable y no como una mera obligación apunta Axel Rivas.

La mejora y el cambio educativo debe contemplar como lo expone América Latina después de PISA: El círculo de la justicia social educativa para los alumnos, la docencia como desafío profesional, la redefinición de los contenidos y pedagogías, y las escuelas como redes de aprendizaje continuo. Estos caminos requieren condiciones y una visión del Estado educador.

Sobre el caso de México, Sergio Martínez Dustan opina: “Los saldos del 2021 se convierten de facto en los problemas irresueltos que deben acometer sin dilación durante el 2022. Las soluciones fueron sólo paliativos que dejan en estado latente las mismas problemáticas y por ende los mismos actores”.

Gil Antón vuelve a comentar su preocupación “Frente a esta realidad hay dos caminos: uno, el clásico: aguardar a la siguiente administración para ver si, entonces sí, atina a desarrollar procesos de cambio en las condiciones del sistema educativo.

Otro, innovador, es ponernos de acuerdo y abrir espacios, durante lo que resta de la gestión actual (sin necesidad que nos lo permita o solicite) para compartir, dialogar y debatir en torno a las condiciones de posibilidad de una(s) reforma(s) educativa(s) de largo plazo.

Si uno pregunta ¿Cuáles son las deudas pendientes, las posibilidades y las encrucijadas de los años por venir en educación? Comenzaría por señalar que hace falta llevar al final del camino la mirada sobre las prácticas de gobierno que implica entrar a las aulas, observarlas en lo posible durante un largo tiempo, entender sus relaciones con la cultura y el efecto específico de las políticas.

Lo anterior implica estar cerca de las prácticas concretas, donde se materializan sistémicamente los procesos de enseñanza y aprendizaje. Lo que interesa mirar aquí son los sistemas de regulación de las instituciones, de las relaciones entre los actores y de las prácticas pedagógicas señalaría B. Bernstein en Pedagogía, control simbólico e identidad.

Esto debería ser una de las prioridades del gobierno de la Cuarta Transformación. Manuel Gil Antón comenta que se esperaba “un proyecto que acompañara los afanes de transformación radical en el país que su discurso enuncia, sólo ofreció, como rumbo, la idea general de una Nueva Escuela Mexicana (NEM) sin abrir y organizar cauces a la participación de las comunidades escolares (docentes, estudiantes y familias), ni a otros actores interesados y dispuestos a apoyar un propósito de tal naturaleza”.

Hay muchos pendientes por resolver en educación, ante todo aquel relacionado con la idea “… de justicia educativa de François Dubet: el objetivo de un sistema educativo, al menos de lo que deja en quienes terminan la escuela secundaria, debería ser lograr que todos los alumnos se sientan capaces de actuar y que puedan materializar esa idea a través de diversos caminos posteriores. Esto implica una adhesión a la idea de justicia y un compromiso con los resultados para llegar al final del camino en el derecho a la educación” señala Axel Rivas en América Latina después de PISA. Así entonces se puede considerar que las políticas educativas deben ser definidas como acciones de gobierno que tienen una capacidad normativa de alteración o fortalecimiento de aspectos sustantivos de los sistemas educativos.

La mirada más profunda de los cambios sociales, económicos y culturales, es una forma de entrar en los contextos de vida de los alumnos y docentes, en la cultura de las instituciones, en las relaciones sociales que van cambiando las modalidades educativas tradicionales.

Entre las políticas educativas, las que funcionan de manera sistémica, como dispositivos (creando, aprovechando o reformando dispositivos históricos ya existentes) son las que parecen tener mayor efecto en los aprendizajes al adentrarse en las aulas. Son estos complejos procesos los que habría que estudiar para comprender realmente que pasa en la educación. México atraviesa desde sexenios anteriores trayectorias cambiantes, su mejora en la calidad educativa es más leve y los cambios sociales y económicos menos notables que en otros países.

Hay que reconocer que detrás de los aparentes avances hay deudas pendientes. La educación no ha cambiado realmente, el sistema educativo sigue siendo desigual y de bajo impacto en la creación de capacidades en los alumnos para actuar y definir su futuro. “Las prácticas pedagógicas se mantuvieron sobre un manto de gran dispersión y enormes desaciertos para fomentar el estudio, el entusiasmo y una relación fructífera con el conocimiento de los alumnos.

Estudios sobre las prácticas pedagógicas indican que hay docentes que típicamente enseñan para la media del grupo de clase, y dejan atrás a los que tienen más dificultades. Sus prácticas de enseñanza logran mantener comprometidos muy poco tiempo a los alumnos, lo cual tiene un impacto clave en los bajos logros de aprendizaje”.

Las escuelas viven las derivaciones de la compensación, la contención, la compasión y las “nuevas ideas de justicia”. En estas mezclas quedaron atrapadas las escuelas públicas, que han perdido alumnos en la mayoría de los casos cuando debieron “abrir sus puertas” y dar respuesta a las preguntas sobre justicia educativa. “Ante este panorama los docentes son la única vía de mejora.

Son ellos los que tienen a su cargo las aulas, ellos son la clave para aumentar la calidad educativa”, merecen la oportunidad de mostrarlo, ello requiere hacer más rigurosa y de mayor calidad la formación, crear carreras basadas en el mérito, mejores condiciones de trabajo y salarios. Se trata de un proceso integral y secuenciado.

Hoy el debate ideológico está presente, existen distintas versiones de racionalidades encontradas. Su forma más extrema se expresa en la imposibilidad del diálogo y el acuerdo. En la imposición y la resistencia.

Esas visiones en pugna atraviesan una nueva etapa del debate educativo. Es hora de dar respuesta a las deudas educativas históricas aún pendientes, especialmente con los sujetos más vulnerables. Igual trabajar en la mejora de los aprendizajes y ante todo en el cambio de concepción del sistema educativo, para que ir a la escuela sea visto como un desafío disfrutable y no como una mera obligación apunta Axel Rivas.

La mejora y el cambio educativo debe contemplar como lo expone América Latina después de PISA: El círculo de la justicia social educativa para los alumnos, la docencia como desafío profesional, la redefinición de los contenidos y pedagogías, y las escuelas como redes de aprendizaje continuo. Estos caminos requieren condiciones y una visión del Estado educador.

Sobre el caso de México, Sergio Martínez Dustan opina: “Los saldos del 2021 se convierten de facto en los problemas irresueltos que deben acometer sin dilación durante el 2022. Las soluciones fueron sólo paliativos que dejan en estado latente las mismas problemáticas y por ende los mismos actores”.

Gil Antón vuelve a comentar su preocupación “Frente a esta realidad hay dos caminos: uno, el clásico: aguardar a la siguiente administración para ver si, entonces sí, atina a desarrollar procesos de cambio en las condiciones del sistema educativo.

Otro, innovador, es ponernos de acuerdo y abrir espacios, durante lo que resta de la gestión actual (sin necesidad que nos lo permita o solicite) para compartir, dialogar y debatir en torno a las condiciones de posibilidad de una(s) reforma(s) educativa(s) de largo plazo.