/ domingo 9 de agosto de 2020

Evaluación educativa durante el Covid-19

“En seis canales de televisión lograremos una amplia cobertura nacional las 24 horas del día, durante los siete días de la semana. Quienes no tengan acceso a la señal televisiva, tendrán un esquema de radio, libros de texto gratuitos, cuadernillos de trabajo y atención especial”, explicó el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, en días pasados, cuando se dio a conocer que el 24 de agosto iniciarán las clases a distancia.

Si bien la educación vive un momento crucial, las escuelas afrontan el reto de seguir ofreciendo una enseñanza de calidad que prepare a los estudiantes para un futuro de gran incertidumbre en un contexto insólito. La SEP enfrenta este desafío en el que se debe reforzar un modelo académico donde las barreras entre lo presencial y virtual deben diluirse. Las experiencias adquiridas en el ciclo anterior obligan a la incorporación de las mejores herramientas tecnológicas que ofrezcan nuevas posibilidades de aprendizaje y garanticen la continuidad de la actividad académica ante cualquier circunstancia. El propio secretario señaló “que están obligados a buscar alternativas, a imaginar y diseñar respuestas”, que no deben hacerse a la ligera.

En este esquema sobre cobertura que ha planteado el secretario no se habla de una evaluación educativa que permitiera resolver desde diversos ángulos y opiniones lo educativo al tomar en cuenta las políticas, los procesos cognitivos y los actores: estudiantes, maestros, padres de familia, gobierno. La evaluación como lo expresa Felipe Antonio Fernández Canul, en Nexos, “ofrece posibilidades para fortalecer y consolidar los aprendizajes, así como los logros de los objetivos o propósitos en cualquier campo de estudio. La evaluación permite evidenciar cuáles son las necesidades prioritarias que se deben atender y –desde la perspectiva educativa– debe mostrar congruencia entre saber y desempeño, esta fórmula es la que puede encauzar la educación hacia la calidad”.

En relación con los maestros y alumnos, la evaluación implica que el docente registre las fortalezas, los talentos, las cualidades, los obstáculos, los problemas o las debilidades que de manera individual o grupal se vayan dando para intervenir oportunamente y “decidir el tipo de ayuda pedagógica que se dará a los alumnos”, que es más necesario y válido ahora que no está frente a grupo. Se debe procurar una evaluación que atienda la realidad –ahora recluidos–, el contexto de los alumnos que permita ajustar las directrices y estrategias en el desarrollo de los campos formativos y aprendizajes esperados de los alumnos. Esteban Moctezuma afirma que “a pesar de las adversidades es posible avanzar en los aprendizajes”. Por otra parte, Elena Gazapo, de la Universidad Europea, opina que “lo importante no es solo la tecnología, sino el modelo que despliegas y cómo formas a tus profesores”.

Otro aspecto para considerar en la toma de decisiones es el carácter plural de la evaluación, debido a que la complejidad de los aspectos evaluados y la diversidad de necesidades vinculadas a esta tarea no hacen factible ni deseable la centralización del proceso en una única instancia. El logro de las metas que todavía quedan por alcanzar durante la pandemia y después de ella dependerá del afianzamiento de las líneas de acción trazadas hasta ahora, así como del fortalecimiento del compromiso de todos los actores con una evaluación de calidad, como mecanismo de rendición de cuentas a la sociedad.

No sólo hay que cuidar la salud, importante en sí misma, se debe fomentar un interés creciente en la evaluación como instrumento de mejora de la calidad educativa. La educación vive un momento crucial.

“En seis canales de televisión lograremos una amplia cobertura nacional las 24 horas del día, durante los siete días de la semana. Quienes no tengan acceso a la señal televisiva, tendrán un esquema de radio, libros de texto gratuitos, cuadernillos de trabajo y atención especial”, explicó el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, en días pasados, cuando se dio a conocer que el 24 de agosto iniciarán las clases a distancia.

Si bien la educación vive un momento crucial, las escuelas afrontan el reto de seguir ofreciendo una enseñanza de calidad que prepare a los estudiantes para un futuro de gran incertidumbre en un contexto insólito. La SEP enfrenta este desafío en el que se debe reforzar un modelo académico donde las barreras entre lo presencial y virtual deben diluirse. Las experiencias adquiridas en el ciclo anterior obligan a la incorporación de las mejores herramientas tecnológicas que ofrezcan nuevas posibilidades de aprendizaje y garanticen la continuidad de la actividad académica ante cualquier circunstancia. El propio secretario señaló “que están obligados a buscar alternativas, a imaginar y diseñar respuestas”, que no deben hacerse a la ligera.

En este esquema sobre cobertura que ha planteado el secretario no se habla de una evaluación educativa que permitiera resolver desde diversos ángulos y opiniones lo educativo al tomar en cuenta las políticas, los procesos cognitivos y los actores: estudiantes, maestros, padres de familia, gobierno. La evaluación como lo expresa Felipe Antonio Fernández Canul, en Nexos, “ofrece posibilidades para fortalecer y consolidar los aprendizajes, así como los logros de los objetivos o propósitos en cualquier campo de estudio. La evaluación permite evidenciar cuáles son las necesidades prioritarias que se deben atender y –desde la perspectiva educativa– debe mostrar congruencia entre saber y desempeño, esta fórmula es la que puede encauzar la educación hacia la calidad”.

En relación con los maestros y alumnos, la evaluación implica que el docente registre las fortalezas, los talentos, las cualidades, los obstáculos, los problemas o las debilidades que de manera individual o grupal se vayan dando para intervenir oportunamente y “decidir el tipo de ayuda pedagógica que se dará a los alumnos”, que es más necesario y válido ahora que no está frente a grupo. Se debe procurar una evaluación que atienda la realidad –ahora recluidos–, el contexto de los alumnos que permita ajustar las directrices y estrategias en el desarrollo de los campos formativos y aprendizajes esperados de los alumnos. Esteban Moctezuma afirma que “a pesar de las adversidades es posible avanzar en los aprendizajes”. Por otra parte, Elena Gazapo, de la Universidad Europea, opina que “lo importante no es solo la tecnología, sino el modelo que despliegas y cómo formas a tus profesores”.

Otro aspecto para considerar en la toma de decisiones es el carácter plural de la evaluación, debido a que la complejidad de los aspectos evaluados y la diversidad de necesidades vinculadas a esta tarea no hacen factible ni deseable la centralización del proceso en una única instancia. El logro de las metas que todavía quedan por alcanzar durante la pandemia y después de ella dependerá del afianzamiento de las líneas de acción trazadas hasta ahora, así como del fortalecimiento del compromiso de todos los actores con una evaluación de calidad, como mecanismo de rendición de cuentas a la sociedad.

No sólo hay que cuidar la salud, importante en sí misma, se debe fomentar un interés creciente en la evaluación como instrumento de mejora de la calidad educativa. La educación vive un momento crucial.