/ jueves 14 de noviembre de 2019

Evo Morales: el plan con maña

No discuto que Evo Morales lograra terminar con siglos de exclusión de la población indígena; tampoco alego que durante su mandato, Bolivia creciera económicamente casi el 5%, números que casi nadie puede igualar en latinoamericana, a excepción quizá de Chile.

No discuto que el ahora expresidente de Bolivia pudiera ser, de acuerdo con cifras y números, uno de los mandatarios que mejores resultados entregó a sus gobernados mientras tuvo el poder. Sería, considero, una necedad personal no reconocerlo.

Tampoco discuto que México sea un país que brinde asilo a personajes cuya situación política pone en riesgo su vida, aunque la polémica o repudio de un buen sector de la población los acompañe. Podría verlo, quizá, como un acto humanitario.

Pero traer a Evo Morales a nuestro país, en medio de varias decisiones equivocadas del presidente López Obrador (que han afectado a diversos sectores ciudadanos), cambia la perspectiva que pudiera tenerse sobre un asunto “de humanidad”.

Por ello, sí discuto se le diera asilo político a un personaje que no conforme con haber perdido un referéndum (donde los mismos bolivianos le pidieron evitara reelegirse), desoyera lo que él mismo convocó, y sin escrúpulo alguno buscara un cuarto periodo presidencial.

Discuto se le recibiera con “bombo y platillo” (casi como un héroe de guerra); reprocho incluso, al igual que miles de ciudadanos, que a Morales se le trajera en una aeronave propiedad de los mexicanos, pagada con nuestros impuestos, cuando el propio presidente (para ahorrar) vuela en líneas comerciales.

Y así como la Casa Blanca sentenció que lo ocurrido en Bolivia era un llamado de atención para “los regímenes ilegítimos” de Venezuela y Nicaragua, de la misma forma, el asilo a Evo Morales en México es un guiño hacia Nicolás Maduro y Daniel Ortega, por si en algún momento requieren albergue político.

Quizá uno de los puntos más “peligrosos” para la popularidad de AMLO es que, al haber ofrecido ayuda a Evo Morales, se da por sentada su comunión con las prácticas dictatoriales del exmandatario boliviano, cosa que a decir verdad, lamentablemente, millones de mexicanos no ven con malos ojos. Al tiempo.

Twitter: @aaguirre_g

No discuto que Evo Morales lograra terminar con siglos de exclusión de la población indígena; tampoco alego que durante su mandato, Bolivia creciera económicamente casi el 5%, números que casi nadie puede igualar en latinoamericana, a excepción quizá de Chile.

No discuto que el ahora expresidente de Bolivia pudiera ser, de acuerdo con cifras y números, uno de los mandatarios que mejores resultados entregó a sus gobernados mientras tuvo el poder. Sería, considero, una necedad personal no reconocerlo.

Tampoco discuto que México sea un país que brinde asilo a personajes cuya situación política pone en riesgo su vida, aunque la polémica o repudio de un buen sector de la población los acompañe. Podría verlo, quizá, como un acto humanitario.

Pero traer a Evo Morales a nuestro país, en medio de varias decisiones equivocadas del presidente López Obrador (que han afectado a diversos sectores ciudadanos), cambia la perspectiva que pudiera tenerse sobre un asunto “de humanidad”.

Por ello, sí discuto se le diera asilo político a un personaje que no conforme con haber perdido un referéndum (donde los mismos bolivianos le pidieron evitara reelegirse), desoyera lo que él mismo convocó, y sin escrúpulo alguno buscara un cuarto periodo presidencial.

Discuto se le recibiera con “bombo y platillo” (casi como un héroe de guerra); reprocho incluso, al igual que miles de ciudadanos, que a Morales se le trajera en una aeronave propiedad de los mexicanos, pagada con nuestros impuestos, cuando el propio presidente (para ahorrar) vuela en líneas comerciales.

Y así como la Casa Blanca sentenció que lo ocurrido en Bolivia era un llamado de atención para “los regímenes ilegítimos” de Venezuela y Nicaragua, de la misma forma, el asilo a Evo Morales en México es un guiño hacia Nicolás Maduro y Daniel Ortega, por si en algún momento requieren albergue político.

Quizá uno de los puntos más “peligrosos” para la popularidad de AMLO es que, al haber ofrecido ayuda a Evo Morales, se da por sentada su comunión con las prácticas dictatoriales del exmandatario boliviano, cosa que a decir verdad, lamentablemente, millones de mexicanos no ven con malos ojos. Al tiempo.

Twitter: @aaguirre_g