/ lunes 22 de junio de 2020

Extranjero asesinado

El ingeniero asesinado a cachazos en Coatzacoalcos el jueves 18 de junio será, digamos, el malo de la película y hasta sería acusado de que él tuvo la culpa de su muerte.

Uno, y en el trascendido oficial que porque era alcohólico. Dos, que porque en el trance etílico era violento con su pareja.

Tres, porque estaba denunciado por violencia y su pareja tenía medidas de protección. Y cuatro, que era racista.

Pero…, pero resulta que el ingeniero mecánico era, primero, originario de Polonia.

Y segundo, con nacionalidad canadiense.

La violencia en Veracruz le alcanzó. El rostro, severamente golpeado. Contusiones en la cabeza. Cachazos.

La exesposa, María Isabel, dijo que unos desconocidos… lo habían golpeado en su casa.

Se llamaba Przemyslaw Mike Majka. Y mientras "son peras o manzanas" tendrá familiares en Canadá y Polonia, y bien podrían "armarla de tos", primero, con el gobierno obradorista, y segundo, con la Secretaría de Seguridad Pública, y tercero, con la Fiscalía General de Veracruz.

Todavía está fresco en la memoria social el secuestro, desaparición, ultraje y asesinato del niño José Antonio, de 10 años, de Acayucan, y del menor, de 16 años, asesinado por la espalda de dos balazos en Álamo, y la polvareda huracanada cae de nuevo sobre la fiscal general del estado.

En el mes de diciembre del año 2018, el sexenio guinda y marrón se estrenó con la emboscada a unos migrantes originarios de Guatemala en los límites de Isla y Rodríguez Clara, en el sur de Veracruz.

Entonces, los malandros asesinaron a una mujer y dejaron herido a un hombre.

Fue cuando el secretario general de Gobierno levantó la mano y aseguró luego luego, sin mayor información, que los homicidas eran los policías municipales de Isla.

El alcalde de Isla le reviró en automático precisando que habían sido unos polleros.

Los días y los meses transcurrieron y un año y medio después, nunca la investigación de la emboscada ni menos, mucho menos, un detenido, un indiciado, un proceso penal.

El crimen aquel murió en la gaveta burocrática.

En el trascendido del asesinato del ciudadano polaco y canadiense hay, de entrada, demasiada perversidad, pues lo hacen aparecer como el peor.

Todos los defectos humanos encima. Incluso, hasta que la exmujer tenía medidas de protección oficial.

La Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía General con el mundo encima.

El tiradero de cadáveres (incertidumbre, zozobra e impunidad) es demasiado… por más y más que por ahí festinen que de pronto, ajá, se vivió un día sin violencia en equis municipio.

El sur de Veracruz es demasiado violento. Quizá el peor infierno de la entidad.

Los cárteles y cartelitos, el tráfico de droga de sur a norte del país en la autopista, el puerto de Coatzacoalcos para la entrada y salida de la droga, el secuestro y la desaparición, el huachicoleo, la migración, la prostitución y la trata de personas, el lavado de dinero y la extorsión a industriales, comerciantes y changarreros, han vuelto demasiado dura y difícil la vida cotidiana.

Peor, entonces, cuando un extranjero, originario de Polonia y con ciudadanía de Canadá, es asesinado a cachazos.

Familiares tendrá y ni modo se queden callados. La Fiscalía General se apresura aprisa y de prisa y con prisa a ubicar a los homicidas o Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores, casado con una extranjera, asestará tremendo manotazo en Veracruz.

El ingeniero asesinado a cachazos en Coatzacoalcos el jueves 18 de junio será, digamos, el malo de la película y hasta sería acusado de que él tuvo la culpa de su muerte.

Uno, y en el trascendido oficial que porque era alcohólico. Dos, que porque en el trance etílico era violento con su pareja.

Tres, porque estaba denunciado por violencia y su pareja tenía medidas de protección. Y cuatro, que era racista.

Pero…, pero resulta que el ingeniero mecánico era, primero, originario de Polonia.

Y segundo, con nacionalidad canadiense.

La violencia en Veracruz le alcanzó. El rostro, severamente golpeado. Contusiones en la cabeza. Cachazos.

La exesposa, María Isabel, dijo que unos desconocidos… lo habían golpeado en su casa.

Se llamaba Przemyslaw Mike Majka. Y mientras "son peras o manzanas" tendrá familiares en Canadá y Polonia, y bien podrían "armarla de tos", primero, con el gobierno obradorista, y segundo, con la Secretaría de Seguridad Pública, y tercero, con la Fiscalía General de Veracruz.

Todavía está fresco en la memoria social el secuestro, desaparición, ultraje y asesinato del niño José Antonio, de 10 años, de Acayucan, y del menor, de 16 años, asesinado por la espalda de dos balazos en Álamo, y la polvareda huracanada cae de nuevo sobre la fiscal general del estado.

En el mes de diciembre del año 2018, el sexenio guinda y marrón se estrenó con la emboscada a unos migrantes originarios de Guatemala en los límites de Isla y Rodríguez Clara, en el sur de Veracruz.

Entonces, los malandros asesinaron a una mujer y dejaron herido a un hombre.

Fue cuando el secretario general de Gobierno levantó la mano y aseguró luego luego, sin mayor información, que los homicidas eran los policías municipales de Isla.

El alcalde de Isla le reviró en automático precisando que habían sido unos polleros.

Los días y los meses transcurrieron y un año y medio después, nunca la investigación de la emboscada ni menos, mucho menos, un detenido, un indiciado, un proceso penal.

El crimen aquel murió en la gaveta burocrática.

En el trascendido del asesinato del ciudadano polaco y canadiense hay, de entrada, demasiada perversidad, pues lo hacen aparecer como el peor.

Todos los defectos humanos encima. Incluso, hasta que la exmujer tenía medidas de protección oficial.

La Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía General con el mundo encima.

El tiradero de cadáveres (incertidumbre, zozobra e impunidad) es demasiado… por más y más que por ahí festinen que de pronto, ajá, se vivió un día sin violencia en equis municipio.

El sur de Veracruz es demasiado violento. Quizá el peor infierno de la entidad.

Los cárteles y cartelitos, el tráfico de droga de sur a norte del país en la autopista, el puerto de Coatzacoalcos para la entrada y salida de la droga, el secuestro y la desaparición, el huachicoleo, la migración, la prostitución y la trata de personas, el lavado de dinero y la extorsión a industriales, comerciantes y changarreros, han vuelto demasiado dura y difícil la vida cotidiana.

Peor, entonces, cuando un extranjero, originario de Polonia y con ciudadanía de Canadá, es asesinado a cachazos.

Familiares tendrá y ni modo se queden callados. La Fiscalía General se apresura aprisa y de prisa y con prisa a ubicar a los homicidas o Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores, casado con una extranjera, asestará tremendo manotazo en Veracruz.

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