/ viernes 11 de octubre de 2019

Fuera misóginos del gobierno y del medio artístico

En política y en todos los órdenes de la vida, el que afirma está obligado a probar; aunque ahora se ha puesto de moda acusar a destiempo, por hechos sucedidos con antelación, resultando que los propios actores de dichos sucesos o las personas a quienes se imputan hechos vergonzantes se sostienen en su negativa y arrojan la carga de la prueba a la parte acusadora.

El expresidente Bill Clinton, por poco y se ve obligado a renunciar a la Presidencia de Estados Unidos, cuando la joven Mónica Lewinsky lo acusó de haberla hostigado hasta obtener su consentimiento para realizar actos pornográficos y lascivos, en su oficina presidencial de la Casa Blanca.

En la pasada campaña de Donald Trump y en los primeros días de su gobierno, el actual presidente norteamericano tuvo un sinfín de acusaciones de mujeres agraviadas por su proclividad al acoso sexual en público y en privado.

Aquel movimiento #metoo, destapó la cloaca de la persecución de mujeres y de las violaciones en contra de jóvenes del medio artístico, que directores de cine, teatro y televisión cometieron en contra de quienes aspiraban a una oportunidad o un casting. Las protestas y movilizaciones hechas por organizaciones feministas rindieron frutos a través de las reformas legislativas logradas, pues la paridad de género y el respeto a la mujer se han convertido en una norma de conducta mundialmente aceptada.

En el medio político, las mujeres preparadas intelectualmente y, sobre todo, aquellas que cuentan con un respaldo familiar, gremial o partidario, han salido airosas durante su trayectoria política, por haber evitado caer en las trampas de los supuestos galanes, que solo buscan diversión sin responsabilidad alguna, agrediendo a mujeres y en el peor de los casos convirtiéndolas en madres solteras o prostitutas a su servicio.

Qué bien que mujeres valientes en el Senado y en la Cámara de Diputados federal estén demandando la renuncia a los puestos burocráticos y políticos que desempeñan los Míreles (ISSSTE), los Noroñas (Cámara de diputados) y hasta el tenor Plácido Domingo, quien ha sido señalado por una veintena de mujeres que se dicen agraviadas por el cantante español, con raíces familiares en México.

En todos los casos señalados no ha funcionado la recomendación presidencial de acusar a los misóginos con sus mamacitas o abuelitas para que dejen de molestar y acorralar a las damas.

En política y en todos los órdenes de la vida, el que afirma está obligado a probar; aunque ahora se ha puesto de moda acusar a destiempo, por hechos sucedidos con antelación, resultando que los propios actores de dichos sucesos o las personas a quienes se imputan hechos vergonzantes se sostienen en su negativa y arrojan la carga de la prueba a la parte acusadora.

El expresidente Bill Clinton, por poco y se ve obligado a renunciar a la Presidencia de Estados Unidos, cuando la joven Mónica Lewinsky lo acusó de haberla hostigado hasta obtener su consentimiento para realizar actos pornográficos y lascivos, en su oficina presidencial de la Casa Blanca.

En la pasada campaña de Donald Trump y en los primeros días de su gobierno, el actual presidente norteamericano tuvo un sinfín de acusaciones de mujeres agraviadas por su proclividad al acoso sexual en público y en privado.

Aquel movimiento #metoo, destapó la cloaca de la persecución de mujeres y de las violaciones en contra de jóvenes del medio artístico, que directores de cine, teatro y televisión cometieron en contra de quienes aspiraban a una oportunidad o un casting. Las protestas y movilizaciones hechas por organizaciones feministas rindieron frutos a través de las reformas legislativas logradas, pues la paridad de género y el respeto a la mujer se han convertido en una norma de conducta mundialmente aceptada.

En el medio político, las mujeres preparadas intelectualmente y, sobre todo, aquellas que cuentan con un respaldo familiar, gremial o partidario, han salido airosas durante su trayectoria política, por haber evitado caer en las trampas de los supuestos galanes, que solo buscan diversión sin responsabilidad alguna, agrediendo a mujeres y en el peor de los casos convirtiéndolas en madres solteras o prostitutas a su servicio.

Qué bien que mujeres valientes en el Senado y en la Cámara de Diputados federal estén demandando la renuncia a los puestos burocráticos y políticos que desempeñan los Míreles (ISSSTE), los Noroñas (Cámara de diputados) y hasta el tenor Plácido Domingo, quien ha sido señalado por una veintena de mujeres que se dicen agraviadas por el cantante español, con raíces familiares en México.

En todos los casos señalados no ha funcionado la recomendación presidencial de acusar a los misóginos con sus mamacitas o abuelitas para que dejen de molestar y acorralar a las damas.