/ martes 17 de abril de 2018

Hasta siempre Sergio Pitol

Sergio Pitol fue un poblano de nacimiento, veracruzano por adopción y ciudadano distinguido del mundo.

Cualquier cosa que se diga podría pasar a la larga lista de escritos que se le han dedicado a partir de su destacado talento en todas las tareas a las que dedico una fructífera vida cultural y diplomática.

Los veracruzanos nunca dejaremos de sentirnos orgullosos por haber escogido esta tierra como su gran refugio literario; en lo personal, me quedo con la satisfacción de haber disfrutado de sus charlas hasta que su enfermedad empezó a mermar su comunicación verbal.

Coincidíamos en un espacio para fortalecer el organismo a través del ozono, ahí Sergio, sacaba una pequeña libreta y un lápiz para apuntar algunas frases, nunca dejaba de crear.

Aún con la curiosidad de saber que escribía en esas horas de terapia, no se podía más que disfrutar de ver como plasmada palabras en ese cuadernillo que le cabía en el bolsillo de su saco.

Sergio Pitol será bien recordado, su obra lo mantendrá vivo siempre; ésa es la gran herencia del irreverente literato que trazó con su inteligencia una muy buen valiosa aportación para las generaciones futuras.

El también Premio Cervantes gustaba de caminar en el centro de Xalapa, con su andar relajado y discreto, mostraba a todos, lo feliz que le hacía esta tierra y su gente.

Aquí me gustaría recordar sus palabras cuando recibió el Premio Cervantes en 2005: "Tal vez el mayor deslumbramiento en mi adolescencia fue el idioma de Borges; su lectura me permitió darle la espalda tanto a lo telúrico como a mucha mala prosa de la época. Lo leí por primera vez en un suplemento cultural. El cuento de Borges aparecía como un ejemplo en un ensayo sobre literatura fantástica hispanoamericana del peruano José Durand. Era ‘La casa de Asterión’; lo leí con estupor, con gratitud, con infinito asombro. Al llegar a la frase final tuve la sensación de que una corriente eléctrica recorría mi sistema nervioso. Aquellas palabras: ‘¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—, el Minotauro apenas se defendió’, dichas de paso, como por casualidad, revelaban el misterio oculto del relato: la identidad del extraño protagonista y su resignada inmolación. Jamás había llegado a imaginar que el lenguaje pudiera alcanzar grados semejantes de intensidad, levedad y extrañeza".

Hasta siempre Sergio, acá por el momento nos quedamos con tu gran acervo y tus historias.


@PerlascaLety

Sergio Pitol fue un poblano de nacimiento, veracruzano por adopción y ciudadano distinguido del mundo.

Cualquier cosa que se diga podría pasar a la larga lista de escritos que se le han dedicado a partir de su destacado talento en todas las tareas a las que dedico una fructífera vida cultural y diplomática.

Los veracruzanos nunca dejaremos de sentirnos orgullosos por haber escogido esta tierra como su gran refugio literario; en lo personal, me quedo con la satisfacción de haber disfrutado de sus charlas hasta que su enfermedad empezó a mermar su comunicación verbal.

Coincidíamos en un espacio para fortalecer el organismo a través del ozono, ahí Sergio, sacaba una pequeña libreta y un lápiz para apuntar algunas frases, nunca dejaba de crear.

Aún con la curiosidad de saber que escribía en esas horas de terapia, no se podía más que disfrutar de ver como plasmada palabras en ese cuadernillo que le cabía en el bolsillo de su saco.

Sergio Pitol será bien recordado, su obra lo mantendrá vivo siempre; ésa es la gran herencia del irreverente literato que trazó con su inteligencia una muy buen valiosa aportación para las generaciones futuras.

El también Premio Cervantes gustaba de caminar en el centro de Xalapa, con su andar relajado y discreto, mostraba a todos, lo feliz que le hacía esta tierra y su gente.

Aquí me gustaría recordar sus palabras cuando recibió el Premio Cervantes en 2005: "Tal vez el mayor deslumbramiento en mi adolescencia fue el idioma de Borges; su lectura me permitió darle la espalda tanto a lo telúrico como a mucha mala prosa de la época. Lo leí por primera vez en un suplemento cultural. El cuento de Borges aparecía como un ejemplo en un ensayo sobre literatura fantástica hispanoamericana del peruano José Durand. Era ‘La casa de Asterión’; lo leí con estupor, con gratitud, con infinito asombro. Al llegar a la frase final tuve la sensación de que una corriente eléctrica recorría mi sistema nervioso. Aquellas palabras: ‘¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—, el Minotauro apenas se defendió’, dichas de paso, como por casualidad, revelaban el misterio oculto del relato: la identidad del extraño protagonista y su resignada inmolación. Jamás había llegado a imaginar que el lenguaje pudiera alcanzar grados semejantes de intensidad, levedad y extrañeza".

Hasta siempre Sergio, acá por el momento nos quedamos con tu gran acervo y tus historias.


@PerlascaLety