/ lunes 8 de febrero de 2021

Hay ausencias que se notan y otras que se olvidan

El presidente Andrés Manuel López Obrador regresó después de la ausencia forzada por el contagio del coronavirus, que sin medir consecuencias llevó al Ejecutivo federal al descanso obligado y a la ingesta de medicamentos (bajo la supervisión del doctor Hugo López-Gatell).

Ha sorprendido a propios y extraños, en primer término porque Andrés Manuel se concretó a informar su satisfacción con la suplencia en las mañaneras, por parte de la secretaria de Gobernación; en segundo lugar, porque durante el periodo de recuperación presidencial, en nuestro país no ocurrió algo “tan importante” que hubiera obligado a López Obrador a retomar su altísima responsabilidad, sin haber superado el Covid-19.

Como pudimos constatar quienes permanecemos atentos a los mensajes presidenciales que día a día envía el líder de la 4T a su pueblo, “nadie es indispensable” y por ello ni hace falta el que llega ni sobra la que lo reemplazó, tan es así que la maquinaria gubernamental de la 4T siguió operando de manera autómata sin necesitar a su conductor, el presidente López Obrador.

De sorpresa en sorpresa, la fanaticada que se agrupa en torno al gran tlatoani alabaron, primero, la iniciativa “preferente” de ley que envió AMLO para fortalecer el mando en la CFE, a cargo del licenciado Manuel Bartlett Díaz, con todas sus consecuencias económicas en perjuicio del depauperado pueblo de México; la otra sorpresa que se esfumó durante la gran ausencia de AMLO fue el humo que tapó el “caso Ancira”, que tuvo un arranque internacional con la extradición desde la madre patria del imputado y del que hoy nadie habla, porque seguramente la presión ejercida contra el exdueño de Altos Hornos de México condujo a un arreglo económico.

Al parecer y por su expresión en la mañanera de ayer, el Ejecutivo de la nación sigue creyendo en la ineficacia del cubrebocas y la sana distancia, mientras que por cada día que pasa sin la aplicación de las vacunas los muertos engrosan las estadísticas, sin consecuencia legal alguna para los responsables del derecho a la salud de los mexicanos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador regresó después de la ausencia forzada por el contagio del coronavirus, que sin medir consecuencias llevó al Ejecutivo federal al descanso obligado y a la ingesta de medicamentos (bajo la supervisión del doctor Hugo López-Gatell).

Ha sorprendido a propios y extraños, en primer término porque Andrés Manuel se concretó a informar su satisfacción con la suplencia en las mañaneras, por parte de la secretaria de Gobernación; en segundo lugar, porque durante el periodo de recuperación presidencial, en nuestro país no ocurrió algo “tan importante” que hubiera obligado a López Obrador a retomar su altísima responsabilidad, sin haber superado el Covid-19.

Como pudimos constatar quienes permanecemos atentos a los mensajes presidenciales que día a día envía el líder de la 4T a su pueblo, “nadie es indispensable” y por ello ni hace falta el que llega ni sobra la que lo reemplazó, tan es así que la maquinaria gubernamental de la 4T siguió operando de manera autómata sin necesitar a su conductor, el presidente López Obrador.

De sorpresa en sorpresa, la fanaticada que se agrupa en torno al gran tlatoani alabaron, primero, la iniciativa “preferente” de ley que envió AMLO para fortalecer el mando en la CFE, a cargo del licenciado Manuel Bartlett Díaz, con todas sus consecuencias económicas en perjuicio del depauperado pueblo de México; la otra sorpresa que se esfumó durante la gran ausencia de AMLO fue el humo que tapó el “caso Ancira”, que tuvo un arranque internacional con la extradición desde la madre patria del imputado y del que hoy nadie habla, porque seguramente la presión ejercida contra el exdueño de Altos Hornos de México condujo a un arreglo económico.

Al parecer y por su expresión en la mañanera de ayer, el Ejecutivo de la nación sigue creyendo en la ineficacia del cubrebocas y la sana distancia, mientras que por cada día que pasa sin la aplicación de las vacunas los muertos engrosan las estadísticas, sin consecuencia legal alguna para los responsables del derecho a la salud de los mexicanos.