/ jueves 3 de octubre de 2019

Histórico rechazo a los parquímetros en Xalapa

Ahora que el presidente López Obrador ha puesto de moda recurrir al mandato popular, por encima del interés económico, para resolver conflictos surgidos entre pobladores y vecinos, hay que copiarlo y respetar el mandato de quienes por mayoría deciden si avalan la propuesta oficial del gobierno o alguna otra de particulares o representantes de grupos vecinales.

Cuando fui alcalde de esta ciudad (2001-2004) me propusieron también diversas empresas, dispuestas a instalar parquímetros en la Atenas Veracruzana; y uno de los representantes me ofreció un “donativo” de cinco millones de pesos si la concesión se le otorgaba hasta por 15 años. Mi respuesta fue un contundente “No señor”, los xalapeños históricamente han rechazado los parquímetros, con razones más que suficientes y fundadas. Y no seré yo quien imponga cargas económicas a quienes me dieron su voto para hacer un buen gobierno municipal.

Conociendo los argumentos de los habitantes de la capital veracruzana para rechazar los parquímetros, con todo comedimiento “despedí a los empresarios”, quienes al igual que mucha gente desconocen el contenido del artículo 115 constitucional. A las personas que presenciaron mi determinación, solamente les dije: “Para hacer negocios, hubiera escogido ser comerciante, no político o abogado”.

Ha quedado demostrado que los parquímetros obedecen a fines recaudatorios y son inoperantes para mejorar el ordenamiento y tránsito vehicular. Restringen la libertad ciudadana para la circulación y estacionamiento vehicular, ocasionando inútiles congestionamientos y ningún beneficio a la población; por otro lado, con los parquímetros se ha restringido el libre acceso a viviendas y condominios, violando el uso y disfrute que da el derecho de propiedad, ni aunque el pago se realice con dispositivos móviles, como propone el presidente municipal Hipólito Rodríguez Herrero, resultaría ventajoso y cómodo para los automovilistas, quienes tendrían que someterse a nuevas restricciones.

Los xalapeños históricamente han rechazado la instalación de parquímetros en la ciudad, pues basta recordar que desde el gobierno presidido por don Rafael Murillo Vidal, la extinta Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material fracasó en su intento de sembrar parquímetros porque hay que separar la política y los negocios; la primera debe procurar el bien común y, la segunda, la actividad mercantil, debe corresponder a los empresarios.

Ahora que el presidente López Obrador ha puesto de moda recurrir al mandato popular, por encima del interés económico, para resolver conflictos surgidos entre pobladores y vecinos, hay que copiarlo y respetar el mandato de quienes por mayoría deciden si avalan la propuesta oficial del gobierno o alguna otra de particulares o representantes de grupos vecinales.

Cuando fui alcalde de esta ciudad (2001-2004) me propusieron también diversas empresas, dispuestas a instalar parquímetros en la Atenas Veracruzana; y uno de los representantes me ofreció un “donativo” de cinco millones de pesos si la concesión se le otorgaba hasta por 15 años. Mi respuesta fue un contundente “No señor”, los xalapeños históricamente han rechazado los parquímetros, con razones más que suficientes y fundadas. Y no seré yo quien imponga cargas económicas a quienes me dieron su voto para hacer un buen gobierno municipal.

Conociendo los argumentos de los habitantes de la capital veracruzana para rechazar los parquímetros, con todo comedimiento “despedí a los empresarios”, quienes al igual que mucha gente desconocen el contenido del artículo 115 constitucional. A las personas que presenciaron mi determinación, solamente les dije: “Para hacer negocios, hubiera escogido ser comerciante, no político o abogado”.

Ha quedado demostrado que los parquímetros obedecen a fines recaudatorios y son inoperantes para mejorar el ordenamiento y tránsito vehicular. Restringen la libertad ciudadana para la circulación y estacionamiento vehicular, ocasionando inútiles congestionamientos y ningún beneficio a la población; por otro lado, con los parquímetros se ha restringido el libre acceso a viviendas y condominios, violando el uso y disfrute que da el derecho de propiedad, ni aunque el pago se realice con dispositivos móviles, como propone el presidente municipal Hipólito Rodríguez Herrero, resultaría ventajoso y cómodo para los automovilistas, quienes tendrían que someterse a nuevas restricciones.

Los xalapeños históricamente han rechazado la instalación de parquímetros en la ciudad, pues basta recordar que desde el gobierno presidido por don Rafael Murillo Vidal, la extinta Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material fracasó en su intento de sembrar parquímetros porque hay que separar la política y los negocios; la primera debe procurar el bien común y, la segunda, la actividad mercantil, debe corresponder a los empresarios.