/ domingo 18 de agosto de 2019

Hombre viejo, hombre nuevo

Confortado con el abrigo y la sombra del Todopoderoso, me refugio en mi fortaleza y en el poder infinito de Dios en quien confío (Salmo 91). Dice un refrán popular que: “Nadie se muere en la víspera”, y después de las experiencias vividas y la confortación del Creador, regreso convencido a luchar por mi vida, mi familia y los principios de solidaridad, igualdad y fraternidad con la humanidad.

Deseo que termine la criminalidad, el abuso autoritario del poder y la discriminación entre los que todo tienen y los que viven en la segregación social. El bardo veracruzano Salvador Díaz Mirón solía decir: Nadie tiene derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto. Y el señor presidente afirma que en su proyecto de nación no puede haber “gobierno rico, con pueblo pobre”. Ojalá que el ideario de AMLO logre la transformación de este país.

Los últimos acontecimientos sucedidos en México, mientras mi vida se debatía entre la muerte, influyeron para pedir a Dios recuperarme y fortalecerme convencido de que nada de lo material vale, cuando se acaba la esperanza de vida. Hay que luchar contra el orgullo de los soberbios y en favor de los humildes.

Dejemos atrás la alternancia en el poder, sin transición democrática. Cuando se consolidó en el gobierno el Partido de Estado, el tricolor, el poder público se heredaba sexsenalmente y llegó a afirmarse que el presidente de la República en turno decidía quién sería su sucesor. Fue a tal grado el abuso del gran tlatoani para nombrar sucesor, que hasta el poeta peruano Mario Vargas Llosa llegó a criticar nuestra democracia dirigida, afirmando que el peor ejemplo para seguir en los procesos políticos era México, puesto que se trataba de una “dictadura perfecta”.

Los sectores sociales, representados por sindicatos, agrupaciones obreras y campesinas, cacicazgos regionales y burócratas al servicio de la Federación, en los gobiernos estatales y municipales, eran fieles seguidores del beneficiario del destape presidencial y como una autentica “bufalada”, se lanzaban en tropel detrás del candidato. El sobre lacrado y el “tapado” fueron figuras emblemáticas para acuerpar el dedazo.

Y el día de la jornada electoral todo era fiesta y color, porque ya se conocía al sucesor presidencial. Como chiste se acuñó la frase de que “en Estados Unidos se sabe el resultado electoral el mismo día de la elección, en cambio en México se sabe la identidad del sucesor, un año antes”.

Los tiempos de México son nuevos y vamos a luchar por ello.

Confortado con el abrigo y la sombra del Todopoderoso, me refugio en mi fortaleza y en el poder infinito de Dios en quien confío (Salmo 91). Dice un refrán popular que: “Nadie se muere en la víspera”, y después de las experiencias vividas y la confortación del Creador, regreso convencido a luchar por mi vida, mi familia y los principios de solidaridad, igualdad y fraternidad con la humanidad.

Deseo que termine la criminalidad, el abuso autoritario del poder y la discriminación entre los que todo tienen y los que viven en la segregación social. El bardo veracruzano Salvador Díaz Mirón solía decir: Nadie tiene derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto. Y el señor presidente afirma que en su proyecto de nación no puede haber “gobierno rico, con pueblo pobre”. Ojalá que el ideario de AMLO logre la transformación de este país.

Los últimos acontecimientos sucedidos en México, mientras mi vida se debatía entre la muerte, influyeron para pedir a Dios recuperarme y fortalecerme convencido de que nada de lo material vale, cuando se acaba la esperanza de vida. Hay que luchar contra el orgullo de los soberbios y en favor de los humildes.

Dejemos atrás la alternancia en el poder, sin transición democrática. Cuando se consolidó en el gobierno el Partido de Estado, el tricolor, el poder público se heredaba sexsenalmente y llegó a afirmarse que el presidente de la República en turno decidía quién sería su sucesor. Fue a tal grado el abuso del gran tlatoani para nombrar sucesor, que hasta el poeta peruano Mario Vargas Llosa llegó a criticar nuestra democracia dirigida, afirmando que el peor ejemplo para seguir en los procesos políticos era México, puesto que se trataba de una “dictadura perfecta”.

Los sectores sociales, representados por sindicatos, agrupaciones obreras y campesinas, cacicazgos regionales y burócratas al servicio de la Federación, en los gobiernos estatales y municipales, eran fieles seguidores del beneficiario del destape presidencial y como una autentica “bufalada”, se lanzaban en tropel detrás del candidato. El sobre lacrado y el “tapado” fueron figuras emblemáticas para acuerpar el dedazo.

Y el día de la jornada electoral todo era fiesta y color, porque ya se conocía al sucesor presidencial. Como chiste se acuñó la frase de que “en Estados Unidos se sabe el resultado electoral el mismo día de la elección, en cambio en México se sabe la identidad del sucesor, un año antes”.

Los tiempos de México son nuevos y vamos a luchar por ello.