/ domingo 14 de febrero de 2021

Industria de la invasión

En épocas pasadas, la llamada “industria de la invasión” tuvo gran apogeo y se convirtió en un próspero negocio para falsos líderes...

Líderes que, solapados por los gobiernos en turno que, con el pretexto de la necesidad de un terreno donde construir sus viviendas, azuzaban a personas a invadir propiedades privadas, tierras ejidales o reservas territoriales, incluidas áreas naturales protegidas. No había freno, pues las infinitas complicidades evitaban tomar acciones legales contra los promotores de tales actos ilícitos y los propios “paracaidistas”. Así fue como los ayuntamientos no les quedó de otra que permitir la creación de infinidad de colonias, cuyos habitantes después exigían servicios públicos, convirtiéndose en un dolor de cabeza para las autoridades locales, mientras los líderes se enriquecen cobrando los terrenos como si fueran propios a esos invasores. Por algunos años dejaron de verse esos actos de despojo, o no se sabía de ellos, hasta hace poco cuando la Procuraduría del Medio Ambiente (PMA) decidió proceder a desalojar reservas ecológicas que resultan vitales para la seguridad de todos los habitantes de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río. En menos de un mes han sido dos. La primera, el 15 de enero pasado, en la zona de Tembladeras-Cabeza Olmeca, localizada al sur-poniente del puerto, adyacente a la carretera Xalapa-Veracruz y colindante con las zonas habitacionales de Laguna Real, Geo Villas, Hacienda Sotavento, Mata de Pita y Arboledas San Ramón, antes del aeropuerto Heriberto Jara Corona, lugar donde decenas de personas ya habían construido jacales con lámina de cartón. Y, el pasado viernes, uno más en el predio conocido como La Joya, en la reserva ecológica de Arroyo Moreno, que colinda con las colonias Miguel Alemán, Plan de Ayala, Ugocep, El Morro, Graciano Sánchez y los fraccionamientos La Joya y La Tampiquera, donde 300 invasores se habían apoderado de cuatro hectáreas de terreno; se generó un choque entre éstos y las fuerzas de seguridad con saldo un civil muerto y un policía herido. En esas reservas ecológicas se reproducen manglares y son hábitat de fauna silvestre diversa, como cocodrilos, tortugas, armadillos, tlacuaches, coyotes y todo tipo de aves, pero la función más importante de estos humedales es que sirven de vasos reguladores naturales de las aguas de lluvia para evitar mayores inundaciones de las zonas urbanas en temporales de precipitaciones pluviales y parte de la recarga de mantos acuíferos que alimentan del vital líquido a más de un millón de habitantes de la zona conurbada. Cuidar áreas es de vital importancia y, sin ignorar que hay muchas personas que requieren de un lugar para vivir y que la autoridad debe atender esa necesidad, debe procederse, como se hizo, en contra de esos invasores y en especial contra liderzuelos que se aprovechan de esa necesidad de la gente, y de otros que sin necesidad se prestan a estas acciones para después traspasar esos predios e invadir otros. No debe volver a florecer esa industria de la invasión, como fue en tiempos anteriores, ni muchos menos permitir que se vulnere la ley y el bienestar de miles de personas que pueden resultar afectadas por hechos como los que pretendieron cometer ese puñado de delincuentes. Debe procederse ejemplarmente contra los llamados “líderes”, corresponsables de la muerte de una persona en el enfrentamiento que sucedió en La Joya. Esperemos.

opedro2006@gmail.com

En épocas pasadas, la llamada “industria de la invasión” tuvo gran apogeo y se convirtió en un próspero negocio para falsos líderes...

Líderes que, solapados por los gobiernos en turno que, con el pretexto de la necesidad de un terreno donde construir sus viviendas, azuzaban a personas a invadir propiedades privadas, tierras ejidales o reservas territoriales, incluidas áreas naturales protegidas. No había freno, pues las infinitas complicidades evitaban tomar acciones legales contra los promotores de tales actos ilícitos y los propios “paracaidistas”. Así fue como los ayuntamientos no les quedó de otra que permitir la creación de infinidad de colonias, cuyos habitantes después exigían servicios públicos, convirtiéndose en un dolor de cabeza para las autoridades locales, mientras los líderes se enriquecen cobrando los terrenos como si fueran propios a esos invasores. Por algunos años dejaron de verse esos actos de despojo, o no se sabía de ellos, hasta hace poco cuando la Procuraduría del Medio Ambiente (PMA) decidió proceder a desalojar reservas ecológicas que resultan vitales para la seguridad de todos los habitantes de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río. En menos de un mes han sido dos. La primera, el 15 de enero pasado, en la zona de Tembladeras-Cabeza Olmeca, localizada al sur-poniente del puerto, adyacente a la carretera Xalapa-Veracruz y colindante con las zonas habitacionales de Laguna Real, Geo Villas, Hacienda Sotavento, Mata de Pita y Arboledas San Ramón, antes del aeropuerto Heriberto Jara Corona, lugar donde decenas de personas ya habían construido jacales con lámina de cartón. Y, el pasado viernes, uno más en el predio conocido como La Joya, en la reserva ecológica de Arroyo Moreno, que colinda con las colonias Miguel Alemán, Plan de Ayala, Ugocep, El Morro, Graciano Sánchez y los fraccionamientos La Joya y La Tampiquera, donde 300 invasores se habían apoderado de cuatro hectáreas de terreno; se generó un choque entre éstos y las fuerzas de seguridad con saldo un civil muerto y un policía herido. En esas reservas ecológicas se reproducen manglares y son hábitat de fauna silvestre diversa, como cocodrilos, tortugas, armadillos, tlacuaches, coyotes y todo tipo de aves, pero la función más importante de estos humedales es que sirven de vasos reguladores naturales de las aguas de lluvia para evitar mayores inundaciones de las zonas urbanas en temporales de precipitaciones pluviales y parte de la recarga de mantos acuíferos que alimentan del vital líquido a más de un millón de habitantes de la zona conurbada. Cuidar áreas es de vital importancia y, sin ignorar que hay muchas personas que requieren de un lugar para vivir y que la autoridad debe atender esa necesidad, debe procederse, como se hizo, en contra de esos invasores y en especial contra liderzuelos que se aprovechan de esa necesidad de la gente, y de otros que sin necesidad se prestan a estas acciones para después traspasar esos predios e invadir otros. No debe volver a florecer esa industria de la invasión, como fue en tiempos anteriores, ni muchos menos permitir que se vulnere la ley y el bienestar de miles de personas que pueden resultar afectadas por hechos como los que pretendieron cometer ese puñado de delincuentes. Debe procederse ejemplarmente contra los llamados “líderes”, corresponsables de la muerte de una persona en el enfrentamiento que sucedió en La Joya. Esperemos.

opedro2006@gmail.com