/ lunes 3 de agosto de 2020

Inminente naufragio priista

El PRI veracruzano hace un esfuerzo por mantenerse más o menos vigente; su problema es un enorme descrédito que le pesa como una losa.

Hace una semana el dirigente estatal Marlon Ramírez Marín entregó nombramientos a presidentes y secretarios generales de los comités municipales. En ese marco, se refirió a los retos del tricolor de cara a futuro inmediato. Dijo que los atributos, la hoja de servicio que habrá de caracterizar a los nuevos dirigentes municipales del PRI son lealtad, fidelidad, honradez, eficacia, sencillez y humildad.

Pidió a los líderes municipales de su partido “no colgar su nombramiento en la pared, porque significa una gran responsabilidad… hay que caminar, tocar puertas; les pido que vayamos a evaluar las obras del actual gobierno estatal, si es que logran encontrarlas”. Ya enfilado, Ramírez Marín dijo que “pregunten qué apoyos y programas les da (a los ciudadanos) el Estado y la federación, y si son más y mejores que los que recibieron con el PRI”.

El regidor con licencia del Ayuntamiento de Veracruz se refirió al proyecto para reconstruir al partido, “empezar desde abajo, hacer estructuras, tener consejos políticos municipales; nos decían locos, yo les puedo decir que al día hoy tenemos 138 Consejos Políticos Municipales que rindieron protesta físicamente y 19 mil 815 consejeros políticos municipales en todo el estado”. En efecto, el gran reto del tricolor pasa por la reorganización interna, por la construcción desde las bases y cimientos; y renovar los consejos políticos y los comités municipales no parece una mala idea; el problema priista, sin embargo, tiene que ver con el descrédito y la pésima imagen y un pasado de corrupción que difícilmente se puede borrar en una o dos generaciones.

El discurso de Marlon Ramírez es el que iría acorde con el dirigente de un partido de oposición, como lo es en la actualidad el PRI, al menos en teoría.

Aquí es donde entra la pregunta: ¿quién le cree a un partido que por años ha sido sinónimo de corrupción?

La apuesta del dirigente estatal del partido, en el sentido de pedir a los ciudadanos que comparen el desempeño del actual régimen con el de las administraciones priistas, parecería aventurado; fácilmente le puede revirar la gente de Morena, porque en cuestión de imagen pública, los priistas llevan ventaja en cuando a experiencia a la hora de corromper programas y acciones de gobierno.

En las cárceles hay decenas de exgobernantes priistas acusados por corrupción; es el desgaste propio de un partido que permaneció por más de 70 años en el poder y que hoy busca mantenerse más o menos vigente, no desplomarse para encarar de la mejor manera el proceso de 2021, con el fin de llegar a la sucesión de 2024 lo menos desbaratado posible.

El PRI veracruzano hace un esfuerzo por mantenerse más o menos vigente; su problema es un enorme descrédito que le pesa como una losa.

Hace una semana el dirigente estatal Marlon Ramírez Marín entregó nombramientos a presidentes y secretarios generales de los comités municipales. En ese marco, se refirió a los retos del tricolor de cara a futuro inmediato. Dijo que los atributos, la hoja de servicio que habrá de caracterizar a los nuevos dirigentes municipales del PRI son lealtad, fidelidad, honradez, eficacia, sencillez y humildad.

Pidió a los líderes municipales de su partido “no colgar su nombramiento en la pared, porque significa una gran responsabilidad… hay que caminar, tocar puertas; les pido que vayamos a evaluar las obras del actual gobierno estatal, si es que logran encontrarlas”. Ya enfilado, Ramírez Marín dijo que “pregunten qué apoyos y programas les da (a los ciudadanos) el Estado y la federación, y si son más y mejores que los que recibieron con el PRI”.

El regidor con licencia del Ayuntamiento de Veracruz se refirió al proyecto para reconstruir al partido, “empezar desde abajo, hacer estructuras, tener consejos políticos municipales; nos decían locos, yo les puedo decir que al día hoy tenemos 138 Consejos Políticos Municipales que rindieron protesta físicamente y 19 mil 815 consejeros políticos municipales en todo el estado”. En efecto, el gran reto del tricolor pasa por la reorganización interna, por la construcción desde las bases y cimientos; y renovar los consejos políticos y los comités municipales no parece una mala idea; el problema priista, sin embargo, tiene que ver con el descrédito y la pésima imagen y un pasado de corrupción que difícilmente se puede borrar en una o dos generaciones.

El discurso de Marlon Ramírez es el que iría acorde con el dirigente de un partido de oposición, como lo es en la actualidad el PRI, al menos en teoría.

Aquí es donde entra la pregunta: ¿quién le cree a un partido que por años ha sido sinónimo de corrupción?

La apuesta del dirigente estatal del partido, en el sentido de pedir a los ciudadanos que comparen el desempeño del actual régimen con el de las administraciones priistas, parecería aventurado; fácilmente le puede revirar la gente de Morena, porque en cuestión de imagen pública, los priistas llevan ventaja en cuando a experiencia a la hora de corromper programas y acciones de gobierno.

En las cárceles hay decenas de exgobernantes priistas acusados por corrupción; es el desgaste propio de un partido que permaneció por más de 70 años en el poder y que hoy busca mantenerse más o menos vigente, no desplomarse para encarar de la mejor manera el proceso de 2021, con el fin de llegar a la sucesión de 2024 lo menos desbaratado posible.