/ miércoles 23 de mayo de 2018

Júbilo de los católicos por el nuevo Cardenal Don Sergio Obeso Rivera.

El proceso político electoral que definirá de los cuatro candidatos en campaña, al próximo presidente, avanza sin que surja la propuesta esperada por la mayoría de la sociedad. La pobreza de más de la mitad de los mexicanos no es el único reto que enfrentará el próximo presidente de la República, pues al mismo tiempo tendrá que combatir a la delincuencia y apaciguar los conflictos que por diversas razones han sentado sus reales en estados como Jalisco, CDMX, Michoacán y Guerrero, por sólo citar aquellas entidades que todos los días forman parte de la nota roja de los medios de comunicación.

La capital veracruzana, que no es ajena a la problemática nacional, ha recibido una luz esperanzadora enviada por el Papa Francisco, con el nombramiento de cardenal a monseñor Sergio Obeso Rivera, luminosidad que anuncia un mejor futuro para Veracruz, sin dejar de reconocer que los méritos de monseñor Obeso son más que suficientes para su nuevo nombramiento. Desde hace más de media centuria ha dedicado su vida a escuchar a todas las personas que le solicitan orientación para alivio de sus penas y para resolver con una sabiduría excepcional, los problemas de la gente de todos los niveles económicos y sociales, sin distinción alguna.

La caridad es otra de las virtudes de monseñor Obeso Rivera y el poder de la conciliación es un atributo más de nuestro querido pastor de la Iglesia nominado cardenal; pues sólo así se explica las tantas veces que fue elegido para presidir la Conferencia del Episcopado Mexicano, en momentos convulsos que el Estado y la Iglesia tuvieron que afrontar, para garantizar la paz pública de México.

Felicitaciones al arzobispo emérito y nuevo cardenal, Sergio Obeso Rivera, quien distinguió a mi familia al oficiar una de las últimas misas que celebró en la catedral de esta ciudad capital, ofrecida en honor de mi querida hija Flor de María Escobar Estudillo, al cumplir sus XV años de edad. Y también un reconocimiento de quien esto escribe y de mi familia a la labor pastoral realizada por el sucesor de monseñor Obeso, el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, quien desde su llegada ha realizado una extraordinaria tarea en promoción de la fe católica. Compartimos la felicidad que inunda a nuestro bienquisto amigo el padre Rafael González, quien colaboró muy de cerca con el cardenal Sergio en la postulación y posterior beatificación de nuestro querido santo Rafael Guízar y Valencia.

El proceso político electoral que definirá de los cuatro candidatos en campaña, al próximo presidente, avanza sin que surja la propuesta esperada por la mayoría de la sociedad. La pobreza de más de la mitad de los mexicanos no es el único reto que enfrentará el próximo presidente de la República, pues al mismo tiempo tendrá que combatir a la delincuencia y apaciguar los conflictos que por diversas razones han sentado sus reales en estados como Jalisco, CDMX, Michoacán y Guerrero, por sólo citar aquellas entidades que todos los días forman parte de la nota roja de los medios de comunicación.

La capital veracruzana, que no es ajena a la problemática nacional, ha recibido una luz esperanzadora enviada por el Papa Francisco, con el nombramiento de cardenal a monseñor Sergio Obeso Rivera, luminosidad que anuncia un mejor futuro para Veracruz, sin dejar de reconocer que los méritos de monseñor Obeso son más que suficientes para su nuevo nombramiento. Desde hace más de media centuria ha dedicado su vida a escuchar a todas las personas que le solicitan orientación para alivio de sus penas y para resolver con una sabiduría excepcional, los problemas de la gente de todos los niveles económicos y sociales, sin distinción alguna.

La caridad es otra de las virtudes de monseñor Obeso Rivera y el poder de la conciliación es un atributo más de nuestro querido pastor de la Iglesia nominado cardenal; pues sólo así se explica las tantas veces que fue elegido para presidir la Conferencia del Episcopado Mexicano, en momentos convulsos que el Estado y la Iglesia tuvieron que afrontar, para garantizar la paz pública de México.

Felicitaciones al arzobispo emérito y nuevo cardenal, Sergio Obeso Rivera, quien distinguió a mi familia al oficiar una de las últimas misas que celebró en la catedral de esta ciudad capital, ofrecida en honor de mi querida hija Flor de María Escobar Estudillo, al cumplir sus XV años de edad. Y también un reconocimiento de quien esto escribe y de mi familia a la labor pastoral realizada por el sucesor de monseñor Obeso, el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, quien desde su llegada ha realizado una extraordinaria tarea en promoción de la fe católica. Compartimos la felicidad que inunda a nuestro bienquisto amigo el padre Rafael González, quien colaboró muy de cerca con el cardenal Sergio en la postulación y posterior beatificación de nuestro querido santo Rafael Guízar y Valencia.