/ miércoles 18 de marzo de 2020

La Bamba del siglo XXI

Hay una parábola de Charles Baudelaire en su libro “Pequeños Poemas en Prosa” como “traje a la medida” de la inseguridad vivida en Veracruz.

Baudelaire, poeta surrealista contemporáneo, entre otros, de André Bretón, Ezra Pound, Paul Eluard, Arthur Rimbaud y T. S. Elliot, la cuenta en su poema “Cada quien su quimera” y que acaso hasta pudiera adoptarse como la nueva bamba, la Bamba del siglo XXI en la tierra jarocha.

Un hombre camina en “una vasta llanura polvorienta” y de pronto se topa con un montón de hombres todos caminando encorvados.

Y caminan encorvados porque cargan en la espalda un monstruo, digamos, invisible, pero con manos y pies colgando sobre la espalda y el pecho de cada hombre.

El monstruo tiene un nombre. Se llama la quimera. Es decir, la utopía, la ilusión, la esperanza, el sueño, el mundo imaginado.

El hombre aquel pregunta a uno y a otro y a otro por qué todos caminan jorobados.

-Porque desde hace muchos cargamos la quimera.

Entonces, el hombre solitario pregunta a uno y a otro hacia adónde van, qué camino llevan, a qué pueblo desean llegar.

Y todos contestan: -No vamos a ningún lado. Vamos.

Y siguen caminando “con el resignado aspecto de los condenados a esperar siempre.

“Y el cortejo pasó junto a mí y se hundió en la atmósfera del horizonte”, escribe Baudelaire, el poeta del surrealismo que cada noche vivía en un hotel y otro y otro, acosado por los acreedores.

Aquellos hombres corrían tras el viento, pues como dice el Eclesiastés, “lo torcido ya no se puede enderezar”, a propósito, digamos, de la esperanza fallida.

El poema describe a los casi 8 millones de habitantes de Veracruz (menos a la dinastía guinda y marrón encaramada en el poder sexenal de Morena en el palacio de Xalapa) soñando con la esperanza (la quimera, la ilusión, el espejismo, el sueño irrealizado) de una entidad federativa donde la seguridad esté garantizada.

Y más, con el tiradero de cadáveres como si se tratara, por ejemplo, de los campos de concentración de Adolf Hitler y José Stalin.

El pueblo de Veracruz lleva 27 años teniendo como paisaje urbano, suburbano y rural, a los cárteles y cartelitos.

Con Patricio Chirinos Calero empezaron, pero con bajo perfil. Traficaban droga de sur a norte del país, sin la violencia fatídica.

Con Miguel Alemán Velasco, hasta compraron doce casas de seguridad en el fraccionamiento Costa de Oro, de Boca del Río, y en una de ellas vecinitos se volvieron del góber.

Con Fidel Herrera Beltrán los malandros siguieron operando con bajo perfil y hasta cogobernaron en los penales.

Con Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes Linares alcanzaron el más alto decibel. Incluso, con Duarte, hasta fosas clandestinas en alianza con los políticos, los jefes policiacos y los policías.

Ahora, el infierno desbordado. Una secuela que cada vez más origina más estragos.

El poema de Baudelaire, “Cada uno su quimera” bien podría convertirse en “La Bamba” del siglo XXI.

Y más cuando, “veinte y las malas”, la esperanza de que Veracruz sea pacificado ya se perdió.

O, en todo caso, la mitad de la población y una parte sustancial de la otra mitad la dejaron en el camino.

Hay una parábola de Charles Baudelaire en su libro “Pequeños Poemas en Prosa” como “traje a la medida” de la inseguridad vivida en Veracruz.

Baudelaire, poeta surrealista contemporáneo, entre otros, de André Bretón, Ezra Pound, Paul Eluard, Arthur Rimbaud y T. S. Elliot, la cuenta en su poema “Cada quien su quimera” y que acaso hasta pudiera adoptarse como la nueva bamba, la Bamba del siglo XXI en la tierra jarocha.

Un hombre camina en “una vasta llanura polvorienta” y de pronto se topa con un montón de hombres todos caminando encorvados.

Y caminan encorvados porque cargan en la espalda un monstruo, digamos, invisible, pero con manos y pies colgando sobre la espalda y el pecho de cada hombre.

El monstruo tiene un nombre. Se llama la quimera. Es decir, la utopía, la ilusión, la esperanza, el sueño, el mundo imaginado.

El hombre aquel pregunta a uno y a otro y a otro por qué todos caminan jorobados.

-Porque desde hace muchos cargamos la quimera.

Entonces, el hombre solitario pregunta a uno y a otro hacia adónde van, qué camino llevan, a qué pueblo desean llegar.

Y todos contestan: -No vamos a ningún lado. Vamos.

Y siguen caminando “con el resignado aspecto de los condenados a esperar siempre.

“Y el cortejo pasó junto a mí y se hundió en la atmósfera del horizonte”, escribe Baudelaire, el poeta del surrealismo que cada noche vivía en un hotel y otro y otro, acosado por los acreedores.

Aquellos hombres corrían tras el viento, pues como dice el Eclesiastés, “lo torcido ya no se puede enderezar”, a propósito, digamos, de la esperanza fallida.

El poema describe a los casi 8 millones de habitantes de Veracruz (menos a la dinastía guinda y marrón encaramada en el poder sexenal de Morena en el palacio de Xalapa) soñando con la esperanza (la quimera, la ilusión, el espejismo, el sueño irrealizado) de una entidad federativa donde la seguridad esté garantizada.

Y más, con el tiradero de cadáveres como si se tratara, por ejemplo, de los campos de concentración de Adolf Hitler y José Stalin.

El pueblo de Veracruz lleva 27 años teniendo como paisaje urbano, suburbano y rural, a los cárteles y cartelitos.

Con Patricio Chirinos Calero empezaron, pero con bajo perfil. Traficaban droga de sur a norte del país, sin la violencia fatídica.

Con Miguel Alemán Velasco, hasta compraron doce casas de seguridad en el fraccionamiento Costa de Oro, de Boca del Río, y en una de ellas vecinitos se volvieron del góber.

Con Fidel Herrera Beltrán los malandros siguieron operando con bajo perfil y hasta cogobernaron en los penales.

Con Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes Linares alcanzaron el más alto decibel. Incluso, con Duarte, hasta fosas clandestinas en alianza con los políticos, los jefes policiacos y los policías.

Ahora, el infierno desbordado. Una secuela que cada vez más origina más estragos.

El poema de Baudelaire, “Cada uno su quimera” bien podría convertirse en “La Bamba” del siglo XXI.

Y más cuando, “veinte y las malas”, la esperanza de que Veracruz sea pacificado ya se perdió.

O, en todo caso, la mitad de la población y una parte sustancial de la otra mitad la dejaron en el camino.

ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 18 de diciembre de 2020

Buenos y malos

Luis Velázquez Rivera

miércoles 16 de diciembre de 2020

Siguen dedazos

Luis Velázquez Rivera

domingo 13 de diciembre de 2020

Policías emboscados

Luis Velázquez Rivera

sábado 12 de diciembre de 2020

Populismo educativo

Luis Velázquez Rivera

martes 08 de diciembre de 2020

Ordeñar la vaca

Luis Velázquez Rivera

domingo 06 de diciembre de 2020

La lista negra

Luis Velázquez Rivera

viernes 04 de diciembre de 2020

Pareja igualitaria

Luis Velázquez Rivera

domingo 29 de noviembre de 2020

Tache en la UV

Luis Velázquez Rivera

Cargar Más