/ domingo 17 de diciembre de 2017

La batalla está en el Legislativo

Una sociedad altamente politizada no es forzosamente una sociedad participativamente activa. De lo anterior damos cuenta todos los mexicanos, y es que es bueno ver el nivel de involucramiento que tiene la ciudadanía con su gobierno. Actualmente todos tenemos una opinión sobre la situación política de nuestro país y la clase de gobernantes que nos dirigen. Más allá de que esa opinión sea buena o mala, más allá de que se tengan argumentos suficientes para defender los puntos de vista, lo importante es que hemos alcanzado un espacio en México donde todo el mundo está de acuerdo en que se debe hacer algo para reformar nuestro sistema político.

Ahora bien, el problema ha sido cómo canalizar esa necesidad de cambio que demanda la sociedad, cómo hacer que la opinión de cada uno de los mexicanos tenga un peso más allá de lo electoral, cómo volvernos una sociedad participativamente activa. Cada vez queda más demostrado que no podemos seguir con un sistema que sexenalmente nos lleva a fincar todas las esperanzas en la figura del candidato. No hay un solo ser humano, por más preparado política, ética e intelectualmente, que pueda solucionar los problemas de una nación. Como lo hemos visto, todos aquellos que aspiran a ser presidentes pertenecen a un grupo con intereses específicos claramente delineados y con conductas reiterativas de la clase política. Cómo podemos esperar nuevos comportamientos o impulsos renovadores si no existe un solo incentivo para que se actúe de manera diferente.

Es por esto que no debemos pensar que una sola persona puede reformar un sistema del cual se ha beneficiado durante toda su carrera profesional. Lo que debemos hacer es enfocar nuestra necesidad de cambio de régimen en donde de verdad tenga impacto y esto es en el Poder Legislativo. Es ahí donde deben producirse las reformas que no son pocas. Necesitamos instituciones autónomas, un gobierno más participativo, urgen modificaciones al sistema político, que cada decisión sea consensada, que se tengan los canales para hacer valer la inconformidad y generar acuerdos que beneficien a la mayoría y no sólo a unos cuantos.

La gran deuda de la clase política actual es no haber creado las instituciones necesarias para hacer valer las demandas de la sociedad. Ésta es la principal razón del continuo divorcio entre sociedad y gobierno, donde de nada sirve tener una ciudadanía de alta intensidad cuando dicha intensidad no influye en las decisiones del gobernante.

Creo que este diciembre es un buen momento para que reflexionemos como sociedad sobre lo anterior. La elección presidencial es muy importante. Sin embargo, la manera en que se conformarán la Cámara de Senadores y las legislaturas federal y locales determinará la agenda de posibles cambios que darán forma a nuestro país durante los próximos años. Debemos demandar de nuestros legisladores antes, durante y después de la votación un compromiso ciudadano total. En el Legislativo está la verdadera elección de México.

@samuelferrerm

Una sociedad altamente politizada no es forzosamente una sociedad participativamente activa. De lo anterior damos cuenta todos los mexicanos, y es que es bueno ver el nivel de involucramiento que tiene la ciudadanía con su gobierno. Actualmente todos tenemos una opinión sobre la situación política de nuestro país y la clase de gobernantes que nos dirigen. Más allá de que esa opinión sea buena o mala, más allá de que se tengan argumentos suficientes para defender los puntos de vista, lo importante es que hemos alcanzado un espacio en México donde todo el mundo está de acuerdo en que se debe hacer algo para reformar nuestro sistema político.

Ahora bien, el problema ha sido cómo canalizar esa necesidad de cambio que demanda la sociedad, cómo hacer que la opinión de cada uno de los mexicanos tenga un peso más allá de lo electoral, cómo volvernos una sociedad participativamente activa. Cada vez queda más demostrado que no podemos seguir con un sistema que sexenalmente nos lleva a fincar todas las esperanzas en la figura del candidato. No hay un solo ser humano, por más preparado política, ética e intelectualmente, que pueda solucionar los problemas de una nación. Como lo hemos visto, todos aquellos que aspiran a ser presidentes pertenecen a un grupo con intereses específicos claramente delineados y con conductas reiterativas de la clase política. Cómo podemos esperar nuevos comportamientos o impulsos renovadores si no existe un solo incentivo para que se actúe de manera diferente.

Es por esto que no debemos pensar que una sola persona puede reformar un sistema del cual se ha beneficiado durante toda su carrera profesional. Lo que debemos hacer es enfocar nuestra necesidad de cambio de régimen en donde de verdad tenga impacto y esto es en el Poder Legislativo. Es ahí donde deben producirse las reformas que no son pocas. Necesitamos instituciones autónomas, un gobierno más participativo, urgen modificaciones al sistema político, que cada decisión sea consensada, que se tengan los canales para hacer valer la inconformidad y generar acuerdos que beneficien a la mayoría y no sólo a unos cuantos.

La gran deuda de la clase política actual es no haber creado las instituciones necesarias para hacer valer las demandas de la sociedad. Ésta es la principal razón del continuo divorcio entre sociedad y gobierno, donde de nada sirve tener una ciudadanía de alta intensidad cuando dicha intensidad no influye en las decisiones del gobernante.

Creo que este diciembre es un buen momento para que reflexionemos como sociedad sobre lo anterior. La elección presidencial es muy importante. Sin embargo, la manera en que se conformarán la Cámara de Senadores y las legislaturas federal y locales determinará la agenda de posibles cambios que darán forma a nuestro país durante los próximos años. Debemos demandar de nuestros legisladores antes, durante y después de la votación un compromiso ciudadano total. En el Legislativo está la verdadera elección de México.

@samuelferrerm