/ miércoles 15 de agosto de 2018

La burocracia

De entrada con el futuro gobierno federal habrá un recorte importante de mandos medios en la burocracia federal. Además se decretará una disminución generalizada de sueldos. Yo no creo que todos sean indispensables; pero indiscutiblemente muchos sí serían necesarios para el buen funcionamiento de la futura administración. Hay gente que ha permanecido ahí por muchos años —personal de confianza—y saben cómo hacer bien las cosas. Los nuevos llegarán seguramente con la mentalidad de que todos son “ratas” y parásitos. Craso error. Además, un profesional en la administración pública no se forma de la noche a la mañana. Y a muchos de los que saben se echará a la calle; su lugar será ocupado por miembros del partido triunfador. ¿Quién perderá? La sociedad. Recursos humanos formados con dinero público durante muchos años se irán al bote de la basura. Y los nuevos llegarán a aprender. El costo social será enorme. Es cierto que la burocracia ha ido creciendo porque para el gobierno ha sido una forma de reclutar voluntades. Veamos. Según Krauze (La República Imperial, Tusquet, p. 461), en 1910 Díaz empleaba a 64381 personas incluido Ejército y Marina; en 1970 eran 606,607 burócratas; con Echeverría ascendió a 2,151,890 y con López Portillo a 3,990,702; con De la Madrid se elevó a 4,365,500 burócratas. Actualmente estas cifras son menores. El Inegi estima que la administración central cuenta con un millón 600 mil burócratas ((Reforma, 7/8/18), sin tomar en cuenta a la Secretaría de Gobernación y de Energía. A lo que hay que adicionar 267,000 miembros del Ejército y 54 mil de la Marina, que suman 321,500 empleados gubernamentales más, pero con todo no llegan a las cifras que Salinas sostuvo. Lamentablemente carecemos de un servicio civil de carrera en la mayor parte de la administración pública; y esto ha favorecido la arbitrariedad de los jefes en turno. Lo que se anuncia ahora en un plan macro a nivel nacional ha sido experiencia común cada tres o seis años en los ayuntamientos o en los gobiernos de los estados. Desde luego antes existía la opción de migrar al gobierno federal o viceversa. Con el paso del PAN por la presidencia de la República y la vuelta del PRI los mandos medios continuaron trabajando. Pero ¿ahora? Al menos que se cuente con una credencial de Morena se podrá aspirar a trabajar en la administración pública. Gente altamente calificada o se irá al extranjero, o se sumará a la economía informal. Lástima.


De entrada con el futuro gobierno federal habrá un recorte importante de mandos medios en la burocracia federal. Además se decretará una disminución generalizada de sueldos. Yo no creo que todos sean indispensables; pero indiscutiblemente muchos sí serían necesarios para el buen funcionamiento de la futura administración. Hay gente que ha permanecido ahí por muchos años —personal de confianza—y saben cómo hacer bien las cosas. Los nuevos llegarán seguramente con la mentalidad de que todos son “ratas” y parásitos. Craso error. Además, un profesional en la administración pública no se forma de la noche a la mañana. Y a muchos de los que saben se echará a la calle; su lugar será ocupado por miembros del partido triunfador. ¿Quién perderá? La sociedad. Recursos humanos formados con dinero público durante muchos años se irán al bote de la basura. Y los nuevos llegarán a aprender. El costo social será enorme. Es cierto que la burocracia ha ido creciendo porque para el gobierno ha sido una forma de reclutar voluntades. Veamos. Según Krauze (La República Imperial, Tusquet, p. 461), en 1910 Díaz empleaba a 64381 personas incluido Ejército y Marina; en 1970 eran 606,607 burócratas; con Echeverría ascendió a 2,151,890 y con López Portillo a 3,990,702; con De la Madrid se elevó a 4,365,500 burócratas. Actualmente estas cifras son menores. El Inegi estima que la administración central cuenta con un millón 600 mil burócratas ((Reforma, 7/8/18), sin tomar en cuenta a la Secretaría de Gobernación y de Energía. A lo que hay que adicionar 267,000 miembros del Ejército y 54 mil de la Marina, que suman 321,500 empleados gubernamentales más, pero con todo no llegan a las cifras que Salinas sostuvo. Lamentablemente carecemos de un servicio civil de carrera en la mayor parte de la administración pública; y esto ha favorecido la arbitrariedad de los jefes en turno. Lo que se anuncia ahora en un plan macro a nivel nacional ha sido experiencia común cada tres o seis años en los ayuntamientos o en los gobiernos de los estados. Desde luego antes existía la opción de migrar al gobierno federal o viceversa. Con el paso del PAN por la presidencia de la República y la vuelta del PRI los mandos medios continuaron trabajando. Pero ¿ahora? Al menos que se cuente con una credencial de Morena se podrá aspirar a trabajar en la administración pública. Gente altamente calificada o se irá al extranjero, o se sumará a la economía informal. Lástima.