/ viernes 18 de diciembre de 2020

La construcción colectiva de la escuela

“Hay un énfasis en la personalización y la individualización. Y cuando en el discurso educativo se insiste con eso se deslegitima el papel central de los docentes y la dimensión colectiva de los procesos educativos”, dice la investigadora especializada en educación y universidad, Sandra Carli, sobre política educativa.

¿Qué es necesario para la construcción de la escuela? Los propósitos y las formas de trabajo. Se deben tener espacios de discusión para gestionar educativamente. Esto es, abordar educativamente todas las cuestiones que se dan en la escuela.

Es necesario buscar nuevas preguntas sobre la escuela y hacer un análisis educativo de la situación educativa, para ello es preciso asumir las diferentes perspectivas que se tengan, esto es asumir la realidad de los procesos educativos. En las escuelas se construyen distintas situaciones colectivamente, aunque los docentes sean diferentes, las concepciones sean opuestas y la relación con los alumnos, la familia, todo ello hay que discutirlo, aunque no siempre los resultados sean acertados.

Los colectivos docentes deben hacerse preguntas: ¿qué piensan de los niños? Sobre la escuela como un espacio que existe para habitarla, que les da cobijo a los niños. También ¿cómo se resuelven los problemas de salud mental de los niños? La escuela como el lugar donde se da la felicidad, pero también se expresa el malestar. El sitio donde las matemáticas y el español son importantes, pero igualmente las expresiones artísticas y física.

Hay que propiciar una escuela posible en que la unidad y la actitud educativa circulen en contra lo que parece suceder fuera de ella. Una escuela que insista en crear un espacio diferente para habitarla, donde la exclusión y la marginalidad no tienen cabida. Esa institución donde los adultos otorguen garantías de apoyo, de presencia, de justicia, en definitiva, de cuidado para los niños, señala María Teresita Francia en el libro “La construcción colectiva de la escuela”. Lo anterior requiere una postura ética, la responsabilidad y el cuestionamiento. Todo ello es posible, si el colectivo docente propone la discusión sobre su quehacer cotidiano y su lugar social y político. Arduo camino que se debe cuidar si se desea una escuela para todos.

Lorena Herrero-Serment y Patricia Álvarez-Páramo expresan que la construcción colectiva aparece como el elemento central en este proceso, la cual implica no sólo la organización del escenario de aprendizaje y enseñanza mediante el diseño de actividades de colaboración en torno a un contenido, para construir colectivamente las nociones, sino también las actividades necesarias para que el principiante aprenda sobre el mismo proceso de colaboración, esto es, sobre las habilidades y herramientas que se incrementan y practican en la interacción social productiva y constructiva.

Antes de ello, primero hay que pensar cómo queremos que los alumnos estén en la escuela, tener presente qué debemos hacer para enfrentar los modos de enseñar: en otras palabras, armar la escuela, hacer una pausa ante cualquier situación que viva la escuela y preguntarse -aunque esto incomode- ¿qué les sucede a los niños, a los maestros y las escuelas en general? ¿Cómo se construye la cultura de la escuela? Estas interrogantes requieren una respuesta colectiva, que todos estén implicados en la construcción de esa cultura y por supuesto, de un compromiso ético por parte del docente. La propia formación docente debe ser motivo de discusión colectiva.

Lo anterior nos lleva a la reflexión y comentario de que es necesario construir colectivamente y necesario para sostener, imaginar, discutir, consensuar, analizar e interpretar el quehacer educativo para construir la escuela que queremos. Hay que discutir lo que les pasa a los alumnos, lo que viven los maestros para valorar y rescatar el espacio de los colectivos docentes.

Esta experiencia debe ser retomada por los maestros que apenas llegan a la escuela, sobre todo aquellos que iniciarán sus actividades en agosto del próximo año. Ojalá hagan suya la vivencia educativa de construir la escuela entre todos, sentirse parte de ella, coadyuvar para cambiar la vida de los niños. Hacer de la vida de la escuela una experiencia para los alumnos y se pregunten ¿cómo encontrar esa vinculación entre lo que hacemos y lo que podemos construir a partir de lo que hacemos?

Cecilia Paulina Braslavsky comentó: “En el caso de la educación se trata hoy de comprender mejor que se derrumba para distinguir entre los escombros aquello que se desea conservar. Preguntarnos, ¿qué ha permanecido?, ¿qué se ha derrumbado?, ¿qué queremos conservar?, ¿qué deberíamos cambiar?”, expone Teresita Francia.

“Hay un énfasis en la personalización y la individualización. Y cuando en el discurso educativo se insiste con eso se deslegitima el papel central de los docentes y la dimensión colectiva de los procesos educativos”, dice la investigadora especializada en educación y universidad, Sandra Carli, sobre política educativa.

¿Qué es necesario para la construcción de la escuela? Los propósitos y las formas de trabajo. Se deben tener espacios de discusión para gestionar educativamente. Esto es, abordar educativamente todas las cuestiones que se dan en la escuela.

Es necesario buscar nuevas preguntas sobre la escuela y hacer un análisis educativo de la situación educativa, para ello es preciso asumir las diferentes perspectivas que se tengan, esto es asumir la realidad de los procesos educativos. En las escuelas se construyen distintas situaciones colectivamente, aunque los docentes sean diferentes, las concepciones sean opuestas y la relación con los alumnos, la familia, todo ello hay que discutirlo, aunque no siempre los resultados sean acertados.

Los colectivos docentes deben hacerse preguntas: ¿qué piensan de los niños? Sobre la escuela como un espacio que existe para habitarla, que les da cobijo a los niños. También ¿cómo se resuelven los problemas de salud mental de los niños? La escuela como el lugar donde se da la felicidad, pero también se expresa el malestar. El sitio donde las matemáticas y el español son importantes, pero igualmente las expresiones artísticas y física.

Hay que propiciar una escuela posible en que la unidad y la actitud educativa circulen en contra lo que parece suceder fuera de ella. Una escuela que insista en crear un espacio diferente para habitarla, donde la exclusión y la marginalidad no tienen cabida. Esa institución donde los adultos otorguen garantías de apoyo, de presencia, de justicia, en definitiva, de cuidado para los niños, señala María Teresita Francia en el libro “La construcción colectiva de la escuela”. Lo anterior requiere una postura ética, la responsabilidad y el cuestionamiento. Todo ello es posible, si el colectivo docente propone la discusión sobre su quehacer cotidiano y su lugar social y político. Arduo camino que se debe cuidar si se desea una escuela para todos.

Lorena Herrero-Serment y Patricia Álvarez-Páramo expresan que la construcción colectiva aparece como el elemento central en este proceso, la cual implica no sólo la organización del escenario de aprendizaje y enseñanza mediante el diseño de actividades de colaboración en torno a un contenido, para construir colectivamente las nociones, sino también las actividades necesarias para que el principiante aprenda sobre el mismo proceso de colaboración, esto es, sobre las habilidades y herramientas que se incrementan y practican en la interacción social productiva y constructiva.

Antes de ello, primero hay que pensar cómo queremos que los alumnos estén en la escuela, tener presente qué debemos hacer para enfrentar los modos de enseñar: en otras palabras, armar la escuela, hacer una pausa ante cualquier situación que viva la escuela y preguntarse -aunque esto incomode- ¿qué les sucede a los niños, a los maestros y las escuelas en general? ¿Cómo se construye la cultura de la escuela? Estas interrogantes requieren una respuesta colectiva, que todos estén implicados en la construcción de esa cultura y por supuesto, de un compromiso ético por parte del docente. La propia formación docente debe ser motivo de discusión colectiva.

Lo anterior nos lleva a la reflexión y comentario de que es necesario construir colectivamente y necesario para sostener, imaginar, discutir, consensuar, analizar e interpretar el quehacer educativo para construir la escuela que queremos. Hay que discutir lo que les pasa a los alumnos, lo que viven los maestros para valorar y rescatar el espacio de los colectivos docentes.

Esta experiencia debe ser retomada por los maestros que apenas llegan a la escuela, sobre todo aquellos que iniciarán sus actividades en agosto del próximo año. Ojalá hagan suya la vivencia educativa de construir la escuela entre todos, sentirse parte de ella, coadyuvar para cambiar la vida de los niños. Hacer de la vida de la escuela una experiencia para los alumnos y se pregunten ¿cómo encontrar esa vinculación entre lo que hacemos y lo que podemos construir a partir de lo que hacemos?

Cecilia Paulina Braslavsky comentó: “En el caso de la educación se trata hoy de comprender mejor que se derrumba para distinguir entre los escombros aquello que se desea conservar. Preguntarnos, ¿qué ha permanecido?, ¿qué se ha derrumbado?, ¿qué queremos conservar?, ¿qué deberíamos cambiar?”, expone Teresita Francia.