/ domingo 25 de febrero de 2018

La corrupción, remedio falible

Eran las 3:15 de la tarde del 2 de diciembre de 1993 cuando el mayor de la Policía, Hugo Aguilar Naranjo, irrumpió con 23 hombres vestidos de civil en una casa del barrio Los Olivos de Medellín.

Adentro Pablo Escobar, el hombre más buscado del mundo, hablaba por teléfono con su hijo. Lo acompañaba Limón, uno de sus lugartenientes.

Escobar oyó ruidos, percibió que algo extraño sucedía en el primer piso de la vivienda. Colgó abruptamente, tomó una pistola sig sauer calibre 9 milímetros y disparó tres veces contra Aguilar, que estaba a pocos metros.

Escobar corrió a una ventana para escapar. Aguilar le dio un tiro por la espalda. Segundos después se armó una balacera en la que Escobar fue abatido. Ese día cayó el capo de capos.

Aguilar y un grupo de policías del llamado Bloque de Búsqueda posaban ante las cámaras junto al cuerpo del narcotraficante más sanguinario en la historia de Colombia.

El país aplaudía la operación que convertía al oficial en héroe. Dos años más tarde, en un reportaje periodístico, Aguilar aseguró que en medio del tiroteo de ese 2 de diciembre sintió que tenía su futuro asegurado en la Policía.

Como premio por la operación fue enviado a Estados Unidos a realizar un curso de especialización denominado Comando Estado Mayor y Problemas Latinoamericanos.

Pero cuando regresó, año y medio después, con el grado de teniente coronel en sus hombros, los altos mandos le pidieron la renuncia.

(Tomado de Kien y Ke historias; Hugo Aguilar Naranjo entre la Gloria y el Infierno; Colombia 8 de julio de 2011).

Este personaje militar miembro del bloque de búsqueda de la policía colombiana y líder de la lucha contra el narcotráfico y la corrupción, quien después de estos hechos que lo hicieron un héroe y que le valió ser gobernador del departamento de Santander en los años de 2004 al 2007, hace tres días fue hecho preso por la justicia colombiana por los delitos de lavado de dinero y enriquecimiento inexplicable, “el cazador cazado”, así titularon este hecho en el país sudamericano.

Hace algunos días Transparencia Internacional publicó el Índice Percepción Corrupción Mundial 2017, donde los países con menor incidencia son Nueva Zelandia y Dinamarca y los peores son Somalia, Sudan del Sur y Siria.

La observación que hace este índice es que ningún país está exento de ella porque ninguno cumple al 100, el mejor Nueva Zelandia tiene 83 puntos y Somalia, el peor, tiene 9, viéndolo fríamente en este último país existe gente limpia.

En este indicador México se ubica en el lugar 135 de 180, ha venido deteriorándose: en 2015 estaba en la percepción 95, en 2016 ocupaba el lugar 129 y 2017 en el citado 135, ha caído 40 posiciones en tres años.

Influyen en la calificación: soborno, malversación de fondos, transparencia, libertad de expresión, periodistas caídos en cumplimiento de su función, estructura anticorrupción, considerados fiscales, tribunales sus autonomías e instrumentos gubernamentales como sistemas fiscalización de ingresos (SAT p.e.), oficinas de seguimiento de lavado de dinero (SHCP).

México en transparencia ocupa el sexto lugar arriba de USA y Canadá, pero no lo es todo, en percepción de corrupción en América México se ubicó sólo arriba de Guatemala, Nicaragua, Haití y Venezuela.

La tesis de Peña Nieto reiterada define a la corrupción “un tema cultural”, que no es privativo de México y que se le debe hacer frente con el fortalecimiento institucional, para ello es necesario establecer el sistema nacional anticorrupción, ya diseñado con una ley en la materia. (Proceso 2014)

A esta fecha no se han nombrado: El auditor superior de la Federación, el fiscal general de la Republica, el fiscal anticorrupción, los tribunales administrativos anticorrupción.

El líder parlamentario del PRI ha declarado que convocara a un periodo extraordinario de sesiones después de junio para tratar estos temas.

Los que han hecho señalamientos de la gravedad del asunto que afecta a nuestro país han sido los órganos de fiscalización tanto federales como de nuestro estado; en días pasados el encargado de la titularidad de la fiscalización federal, José Javier Pérez Saavedra, al referirse a la Cuenta Pública 2016, señaló:

Estados y municipios concentran observaciones por más de 92 mil millones de pesos, los mayores volúmenes detectados corresponden a Veracruz con 19 mil millones, Nuevo León con 9 mil millones de pesos, Estado de México 7 mil y Tamaulipas con 6 mil, es decir, cifras milmillonarias.

Qué decir de la sofisticación de las desviaciones en Sedesol y Sedatu, donde se mezclan a universidades, tecnológicos, vocerías de Comunicación Social, para todo tipo de requerimientos de productos entregables que se diluyeron en tramos hasta establecer a empresas “fantasma” como últimas destinatarias de una cadena de una presunta corrupción, que si no fuera gubernamental le llamaríamos crimen organizado; ¿aquí cómo quiere que le denominemos?

Por estas consideraciones estamos en el lugar 135 de la Percepción de Corrupción de la Organización Transparencia Internacional, vamos en caída libre.

Pero no está todo perdido, hace algunos días platicaba con unos profesionales de la fiscalización sobre del avance que ha tenido la corrupción después de 2005, donde los funcionarios o futuras autoridades piensan no en el trabajo a realizar, si no en ¿cuánto me voy a ganar?, en este tiempo paso de lo razonable al libertinaje, ahora los viejos nos espantamos de lo que vemos.

Pues bien, estas jóvenes profesionales tienen una gran característica: “Piensan con pulcritud y honestidad”, y son parte de la autoridad que ahora tienen la posibilidad de acotar a este mal que se fue de toda norma y que afecta a la sociedad.

Debe quedar como ejemplo la primera parte del teniente coronel Hugo Aguilar Naranjo como comandante de Operación del Bloque de Búsqueda de la Policía Nacional de Colombia, el 2 de diciembre de 1993.

Por cierto, Colombia ocupa el lugar 96 en la Percepción de Transparencia Internacional.

Eran las 3:15 de la tarde del 2 de diciembre de 1993 cuando el mayor de la Policía, Hugo Aguilar Naranjo, irrumpió con 23 hombres vestidos de civil en una casa del barrio Los Olivos de Medellín.

Adentro Pablo Escobar, el hombre más buscado del mundo, hablaba por teléfono con su hijo. Lo acompañaba Limón, uno de sus lugartenientes.

Escobar oyó ruidos, percibió que algo extraño sucedía en el primer piso de la vivienda. Colgó abruptamente, tomó una pistola sig sauer calibre 9 milímetros y disparó tres veces contra Aguilar, que estaba a pocos metros.

Escobar corrió a una ventana para escapar. Aguilar le dio un tiro por la espalda. Segundos después se armó una balacera en la que Escobar fue abatido. Ese día cayó el capo de capos.

Aguilar y un grupo de policías del llamado Bloque de Búsqueda posaban ante las cámaras junto al cuerpo del narcotraficante más sanguinario en la historia de Colombia.

El país aplaudía la operación que convertía al oficial en héroe. Dos años más tarde, en un reportaje periodístico, Aguilar aseguró que en medio del tiroteo de ese 2 de diciembre sintió que tenía su futuro asegurado en la Policía.

Como premio por la operación fue enviado a Estados Unidos a realizar un curso de especialización denominado Comando Estado Mayor y Problemas Latinoamericanos.

Pero cuando regresó, año y medio después, con el grado de teniente coronel en sus hombros, los altos mandos le pidieron la renuncia.

(Tomado de Kien y Ke historias; Hugo Aguilar Naranjo entre la Gloria y el Infierno; Colombia 8 de julio de 2011).

Este personaje militar miembro del bloque de búsqueda de la policía colombiana y líder de la lucha contra el narcotráfico y la corrupción, quien después de estos hechos que lo hicieron un héroe y que le valió ser gobernador del departamento de Santander en los años de 2004 al 2007, hace tres días fue hecho preso por la justicia colombiana por los delitos de lavado de dinero y enriquecimiento inexplicable, “el cazador cazado”, así titularon este hecho en el país sudamericano.

Hace algunos días Transparencia Internacional publicó el Índice Percepción Corrupción Mundial 2017, donde los países con menor incidencia son Nueva Zelandia y Dinamarca y los peores son Somalia, Sudan del Sur y Siria.

La observación que hace este índice es que ningún país está exento de ella porque ninguno cumple al 100, el mejor Nueva Zelandia tiene 83 puntos y Somalia, el peor, tiene 9, viéndolo fríamente en este último país existe gente limpia.

En este indicador México se ubica en el lugar 135 de 180, ha venido deteriorándose: en 2015 estaba en la percepción 95, en 2016 ocupaba el lugar 129 y 2017 en el citado 135, ha caído 40 posiciones en tres años.

Influyen en la calificación: soborno, malversación de fondos, transparencia, libertad de expresión, periodistas caídos en cumplimiento de su función, estructura anticorrupción, considerados fiscales, tribunales sus autonomías e instrumentos gubernamentales como sistemas fiscalización de ingresos (SAT p.e.), oficinas de seguimiento de lavado de dinero (SHCP).

México en transparencia ocupa el sexto lugar arriba de USA y Canadá, pero no lo es todo, en percepción de corrupción en América México se ubicó sólo arriba de Guatemala, Nicaragua, Haití y Venezuela.

La tesis de Peña Nieto reiterada define a la corrupción “un tema cultural”, que no es privativo de México y que se le debe hacer frente con el fortalecimiento institucional, para ello es necesario establecer el sistema nacional anticorrupción, ya diseñado con una ley en la materia. (Proceso 2014)

A esta fecha no se han nombrado: El auditor superior de la Federación, el fiscal general de la Republica, el fiscal anticorrupción, los tribunales administrativos anticorrupción.

El líder parlamentario del PRI ha declarado que convocara a un periodo extraordinario de sesiones después de junio para tratar estos temas.

Los que han hecho señalamientos de la gravedad del asunto que afecta a nuestro país han sido los órganos de fiscalización tanto federales como de nuestro estado; en días pasados el encargado de la titularidad de la fiscalización federal, José Javier Pérez Saavedra, al referirse a la Cuenta Pública 2016, señaló:

Estados y municipios concentran observaciones por más de 92 mil millones de pesos, los mayores volúmenes detectados corresponden a Veracruz con 19 mil millones, Nuevo León con 9 mil millones de pesos, Estado de México 7 mil y Tamaulipas con 6 mil, es decir, cifras milmillonarias.

Qué decir de la sofisticación de las desviaciones en Sedesol y Sedatu, donde se mezclan a universidades, tecnológicos, vocerías de Comunicación Social, para todo tipo de requerimientos de productos entregables que se diluyeron en tramos hasta establecer a empresas “fantasma” como últimas destinatarias de una cadena de una presunta corrupción, que si no fuera gubernamental le llamaríamos crimen organizado; ¿aquí cómo quiere que le denominemos?

Por estas consideraciones estamos en el lugar 135 de la Percepción de Corrupción de la Organización Transparencia Internacional, vamos en caída libre.

Pero no está todo perdido, hace algunos días platicaba con unos profesionales de la fiscalización sobre del avance que ha tenido la corrupción después de 2005, donde los funcionarios o futuras autoridades piensan no en el trabajo a realizar, si no en ¿cuánto me voy a ganar?, en este tiempo paso de lo razonable al libertinaje, ahora los viejos nos espantamos de lo que vemos.

Pues bien, estas jóvenes profesionales tienen una gran característica: “Piensan con pulcritud y honestidad”, y son parte de la autoridad que ahora tienen la posibilidad de acotar a este mal que se fue de toda norma y que afecta a la sociedad.

Debe quedar como ejemplo la primera parte del teniente coronel Hugo Aguilar Naranjo como comandante de Operación del Bloque de Búsqueda de la Policía Nacional de Colombia, el 2 de diciembre de 1993.

Por cierto, Colombia ocupa el lugar 96 en la Percepción de Transparencia Internacional.