“Morir es nada cuando por la patria se muere”
José María Morelos y Pavón
En México tenemos estructuras tradicionales basadas en usos y costumbres, festejamos la independencia de nuestro país el 15 de septiembre cuando es el 27, mientras que el grito de dolores (que en teoría es el inicio armado) se dio la madrugada del 16 del mismo mes. Lo mismo sucede con los personajes históricos como Agustín de Iturbide, que es el verdadero padre de la patria, siendo quien consiguió se firmara el acta de independencia. Al suceder este acto, se dio inicio a México como país, más allá de la estructura monárquica o republicana, se volvió necesario atender las demandas de una nueva nación, principalmente dos, la organización de los medios de producción, es decir, el funcionamiento de las empresas y su relación con el gobierno, al igual, que su participación con capitales extranjeros y la exportación e importación, lo cual representaba un enorme reto, ya que no se contaba con la certeza de cuanto podía perdurar el nuevo país. En segundo término, nos encontramos con la generación de un aparato gubernamental que formulara y condujera las finanzas públicas del país.
Si bien la independencia se da en 1821, los cambios en el funcionamiento económico y en las finanzas públicas, los vemos con constitución de 1824, por lo cual, durante esos años, la generación y administración de recursos para el Estado estaban basados en la administración virreinal, lo que en cierto sentido le generó un costo de oportunidad a México. Las reformas más significativas que se presentaron en la constitución de 1824 fueron dos, la primera, se publicó el 4 de agosto y se le conoció como el “decreto 70” o de “clasificación de rentas” el cual, desde el punto de vista fiscal, significó el inicio de la primera República Federal.
La clasificación de rentas tenía como propósito repartir los ingresos de la incipiente Nación entre el gobierno general y las entidades federadas. El segundo documento, que se expidió el 16 de noviembre, es un decreto que se le conocería como la “Ley número 106”, la cual se estructura sobre el arreglo de la administración en la hacienda pública, especialmente en sus oficinas centrales y del ministerio de hacienda, declarando inexistentes las direcciones y contadurías generales que se habían creado en el siglo XVIII, estableciendo cierto orden en la oficina del ministerio de hacienda, del departamento de cuenta y razón, de la tesorería general de la Federación, de la comisaría de guerra y marina y de otras oficinas de menor relevancia jerárquica, todo ello con el propósito de que fuera más eficiente la captación de recursos de la recién nacida República Federal.
Sin embargo, durante todo este periodo y hasta el porfiriato, se da una economía basada prácticamente en las figuras de haciendas y ranchos, por lo que nuestra economía era primaria. Ya con Porfirio Diaz, se empezó a establecer la llegada de industrias y modernizar sectores como el minero, el eléctrico, el ferrocarrilero, el bancario y el petrolero, los cuales empezaron a dinamizar las estructuras económicas del país de manera exponencial, empezando a caer con la llegada de Madero.
La historia de México como la de cualquier país, está marcada por contextos económicos que aceleran transiciones o las ralentizan. No hay ningún cambio de régimen, sino hay un trasfondo económico que lo influya.
@EdgarSandovalP
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