/ lunes 3 de enero de 2022

La enseñanza y adquisición de valores

A tres años del actual gobierno los logros no son muy elocuentes en lo que se refiere a reducir el crecimiento de tráfico de drogas, contener el aumento de la violencia, mejores resultados en el combate a la corrupción, evitar el incremento de los niveles de pobreza, fortalecer la calidad de vida de una gran mayoría de la población, entre otros.

En el entorno actual, caracterizado por la complejidad social y la globalización económica y cultural, educar en valores se perfila como una cuestión imprescindible para formar ciudadanos que sean capaces de asumir los nuevos retos y comprometerse activamente, jugando un papel activo y eficaz en la construcción de un mundo mucho más justo, inclusivo, equitativo e intercultural. Una estrategia para atender esta problemática está en la educación, en la enseñanza y la adquisición de valores. “La educación en valores promueve la tolerancia y el entendimiento por encima de nuestras diferencias sociales, políticas, económicas, culturales y religiosas, poniendo especial énfasis en la defensa de los derechos humanos, la protección de las minorías étnicas y de los colectivos más vulnerables, y la conservación del medio ambiente”.

La Universidad Internacional de Valencia expone que el principal valor de este tipo de educación reside en su capacidad para actuar como un instrumento que ayude a crear una sociedad mejor, compuesta por ciudadanos críticos y responsables, dispuestos a comprometerse por una sociedad más justa e igualitaria que apueste por la promoción de la salud, el medio ambiente, el consumo racional y el desarrollo sostenible.

Para que los estudiantes entiendan mejor el país en el que viven, logren óptimos desempeños como ciudadanos y coadyuven en la transformación de México, es necesario extender el alcance de la educación de manera que no se limite a la enseñanza y el aprendizaje de materias, habilidades y temarios planteando metas relacionadas con el ámbito ético y el civismo, con el objetivo final de formar ciudadanos responsables.

En este proceso los maestros juegan un importante papel porque es necesario planificar la educación en valores con criterios serios, formales y objetivos. De la misma manera considerar aquellos temas relacionados con la igualdad de oportunidades con independencia social, cultural, sexo, grupo social, nacionalidad, religión, costumbres, hábitos de consumo. Valorar el conocimiento y análisis de los mecanismos que rigen la sociedad.

Ensalzar los valores igualitarios y rechazar las actitudes discriminatorias. Esta educación deberá considerar la importancia del desarrollo sostenible en los ámbitos económicos, sociales y culturales de la vida del ser humano. Y además contempla la enseñanza de pautas de respeto al medio ambiente por parte de los individuos y las comunidades.

La educación en valores deberá estimular la adquisición de actitudes y hábitos de conducta saludables y eliminar o reducir al máximo aquellos comportamientos que conllevan un riesgo para la salud y esta acción se trabajará desde una perspectiva dinámica, personal y colectiva. Un ciudadano ejemplar no nace, se hace. “Al igual que aprendemos matemáticas e idiomas, los ciudadanos deberían doctorarse en lecciones básicas para la convivencia y el progreso social como el respeto, la empatía, la igualdad, la solidaridad o el pensamiento crítico. Sin estos y otros principios éticos que nos definen como seres humanos difícilmente se construirá un país mejor”.

Por lo tanto, si se desea construir un país con mejores logros, más sostenible, con una economía estable y una sociedad más justa e inclusiva se deberá contar con los valores inherentes a la dignidad de la persona humana, la participación del gobierno, las instituciones en general, sobre todo las educativas y tener una ciudadanía responsable y comprometida.

A tres años del actual gobierno los logros no son muy elocuentes en lo que se refiere a reducir el crecimiento de tráfico de drogas, contener el aumento de la violencia, mejores resultados en el combate a la corrupción, evitar el incremento de los niveles de pobreza, fortalecer la calidad de vida de una gran mayoría de la población, entre otros.

En el entorno actual, caracterizado por la complejidad social y la globalización económica y cultural, educar en valores se perfila como una cuestión imprescindible para formar ciudadanos que sean capaces de asumir los nuevos retos y comprometerse activamente, jugando un papel activo y eficaz en la construcción de un mundo mucho más justo, inclusivo, equitativo e intercultural. Una estrategia para atender esta problemática está en la educación, en la enseñanza y la adquisición de valores. “La educación en valores promueve la tolerancia y el entendimiento por encima de nuestras diferencias sociales, políticas, económicas, culturales y religiosas, poniendo especial énfasis en la defensa de los derechos humanos, la protección de las minorías étnicas y de los colectivos más vulnerables, y la conservación del medio ambiente”.

La Universidad Internacional de Valencia expone que el principal valor de este tipo de educación reside en su capacidad para actuar como un instrumento que ayude a crear una sociedad mejor, compuesta por ciudadanos críticos y responsables, dispuestos a comprometerse por una sociedad más justa e igualitaria que apueste por la promoción de la salud, el medio ambiente, el consumo racional y el desarrollo sostenible.

Para que los estudiantes entiendan mejor el país en el que viven, logren óptimos desempeños como ciudadanos y coadyuven en la transformación de México, es necesario extender el alcance de la educación de manera que no se limite a la enseñanza y el aprendizaje de materias, habilidades y temarios planteando metas relacionadas con el ámbito ético y el civismo, con el objetivo final de formar ciudadanos responsables.

En este proceso los maestros juegan un importante papel porque es necesario planificar la educación en valores con criterios serios, formales y objetivos. De la misma manera considerar aquellos temas relacionados con la igualdad de oportunidades con independencia social, cultural, sexo, grupo social, nacionalidad, religión, costumbres, hábitos de consumo. Valorar el conocimiento y análisis de los mecanismos que rigen la sociedad.

Ensalzar los valores igualitarios y rechazar las actitudes discriminatorias. Esta educación deberá considerar la importancia del desarrollo sostenible en los ámbitos económicos, sociales y culturales de la vida del ser humano. Y además contempla la enseñanza de pautas de respeto al medio ambiente por parte de los individuos y las comunidades.

La educación en valores deberá estimular la adquisición de actitudes y hábitos de conducta saludables y eliminar o reducir al máximo aquellos comportamientos que conllevan un riesgo para la salud y esta acción se trabajará desde una perspectiva dinámica, personal y colectiva. Un ciudadano ejemplar no nace, se hace. “Al igual que aprendemos matemáticas e idiomas, los ciudadanos deberían doctorarse en lecciones básicas para la convivencia y el progreso social como el respeto, la empatía, la igualdad, la solidaridad o el pensamiento crítico. Sin estos y otros principios éticos que nos definen como seres humanos difícilmente se construirá un país mejor”.

Por lo tanto, si se desea construir un país con mejores logros, más sostenible, con una economía estable y una sociedad más justa e inclusiva se deberá contar con los valores inherentes a la dignidad de la persona humana, la participación del gobierno, las instituciones en general, sobre todo las educativas y tener una ciudadanía responsable y comprometida.