/ lunes 21 de enero de 2019

La espantosa inseguridad

Los camioneros de pasaje dejan sin transporte a miles para exigir regularización de todas las unidades y en el sur y en todo el estado la contaminación por la basura está a todo lo que da.

Estos problemas y otros que son fuertes requieren atención y solución inmediata, pero hay un reclamo, una demanda, que es un clamor en todas las zonas de Veracruz y del país: seguridad.

Los años y los gobiernos pasan y nadie atina a aplicar una política que, ya no digamos, acabe con los cárteles, sino siquiera baje los índices de inseguridad.

Hoy, con los nuevos gobiernos federal y estatal, hay esperanza de que la situación mejore; sin embargo, el primer mes y medio ha sido lo mismo que en los últimos años, por lo que hace a secuestros, asesinatos, asaltos, robos y extorsiones.

Ante eso, gobiernos y algunos sectores de la sociedad piden dar más tiempo para que lleguen los resultados positivos.

Pues sí, necesitan más tiempo y ojalá, verdaderamente ojalá, lleguen esos resultados. Los reclamos de dimensiones tal vez no esperadas vendrán si es que, por la razón que sea, vuelven a fallarle al pueblo.

Pero mientras tanto, en unas poblaciones más y en otras un tanto menos, los mexicanos deben sufrir los embates de los grupos de la delincuencia organizada.

Los miles de casos que no se conocen

Las estadísticas oficiales sobre ejecuciones, secuestros, asaltos y extorsiones son para espantar a cualquiera, pero los números reales sobre esto es lo que tiene atemorizado (hasta aterrorizado) y enojado al pueblo.

Miles de esos casos, que suceden cada mes en el país, no entran en ningún registro, pero causan enorme daño a las familias, a médicos, maestros o petroleros, a las grandes empresas y al pequeño comerciante.

Sabemos de casos impactantes como el de la enfermera que salió a comprar el regalo de Reyes para su hijo, desapareció y fue encontrada días después ejecutada entre cañaverales. Esos y muchísimos más que trascienden y los medios de comunicación los dan a conocer son los que se conocen.

Pero otros se quedan en una o unas familias, en una escuela, en un comercio, en una plaza.

Por decir algo, hace unos días aquí en Xalapa hubo temor entre niños y sus padres en la zona de Las Ánimas-Monte Magno por unas llamadas de extorsión recibidas en un colegio. Los alumnos de kínder, primaria y secundaria debieron ser evacuados y al otro día no tuvieron clases. ¿El miedo que sintieron quién se los quita?

En Catemaco el alcalde Julio Ortega Serrano declaró recientemente que se ha dado por vencido porque en pleno malecón roban continuamente los cables y tubulares, lo mismo sucede en los muelles.

Y si eso acepta el presidente municipal, ¿qué no dirán los catemaqueños, víctimas constantes de asesinatos, secuestros y asaltos?

En el combate al robo de combustible dicen que avanzan. Ojalá y así sea. Pero si la cobija tapa eso, descobija otras partes. La gente dirá que hay seguridad, por dar un ejemplo, cuando los delincuentes no se atrevan a extorsionar a comerciantes ubicados a unos metros del Palacio de Gobierno.

Los camioneros de pasaje dejan sin transporte a miles para exigir regularización de todas las unidades y en el sur y en todo el estado la contaminación por la basura está a todo lo que da.

Estos problemas y otros que son fuertes requieren atención y solución inmediata, pero hay un reclamo, una demanda, que es un clamor en todas las zonas de Veracruz y del país: seguridad.

Los años y los gobiernos pasan y nadie atina a aplicar una política que, ya no digamos, acabe con los cárteles, sino siquiera baje los índices de inseguridad.

Hoy, con los nuevos gobiernos federal y estatal, hay esperanza de que la situación mejore; sin embargo, el primer mes y medio ha sido lo mismo que en los últimos años, por lo que hace a secuestros, asesinatos, asaltos, robos y extorsiones.

Ante eso, gobiernos y algunos sectores de la sociedad piden dar más tiempo para que lleguen los resultados positivos.

Pues sí, necesitan más tiempo y ojalá, verdaderamente ojalá, lleguen esos resultados. Los reclamos de dimensiones tal vez no esperadas vendrán si es que, por la razón que sea, vuelven a fallarle al pueblo.

Pero mientras tanto, en unas poblaciones más y en otras un tanto menos, los mexicanos deben sufrir los embates de los grupos de la delincuencia organizada.

Los miles de casos que no se conocen

Las estadísticas oficiales sobre ejecuciones, secuestros, asaltos y extorsiones son para espantar a cualquiera, pero los números reales sobre esto es lo que tiene atemorizado (hasta aterrorizado) y enojado al pueblo.

Miles de esos casos, que suceden cada mes en el país, no entran en ningún registro, pero causan enorme daño a las familias, a médicos, maestros o petroleros, a las grandes empresas y al pequeño comerciante.

Sabemos de casos impactantes como el de la enfermera que salió a comprar el regalo de Reyes para su hijo, desapareció y fue encontrada días después ejecutada entre cañaverales. Esos y muchísimos más que trascienden y los medios de comunicación los dan a conocer son los que se conocen.

Pero otros se quedan en una o unas familias, en una escuela, en un comercio, en una plaza.

Por decir algo, hace unos días aquí en Xalapa hubo temor entre niños y sus padres en la zona de Las Ánimas-Monte Magno por unas llamadas de extorsión recibidas en un colegio. Los alumnos de kínder, primaria y secundaria debieron ser evacuados y al otro día no tuvieron clases. ¿El miedo que sintieron quién se los quita?

En Catemaco el alcalde Julio Ortega Serrano declaró recientemente que se ha dado por vencido porque en pleno malecón roban continuamente los cables y tubulares, lo mismo sucede en los muelles.

Y si eso acepta el presidente municipal, ¿qué no dirán los catemaqueños, víctimas constantes de asesinatos, secuestros y asaltos?

En el combate al robo de combustible dicen que avanzan. Ojalá y así sea. Pero si la cobija tapa eso, descobija otras partes. La gente dirá que hay seguridad, por dar un ejemplo, cuando los delincuentes no se atrevan a extorsionar a comerciantes ubicados a unos metros del Palacio de Gobierno.