/ jueves 17 de junio de 2021

La espera, en la 4T, desespera

El refrendo del pacto social tendrá que darse en un futuro no lejano mediante la construcción de consensos, que de no partir de la oficina presidencial, tendrán que surgir desde la base social, que está inconforme por todas las promesas incumplidas del titular del Ejecutivo, quien parece enarbolar la bandera de anunciar cambios para luego justificar que no se dieron por culpa de los conservadores, que llevan tres años fuera del gobierno y así conseguir la prórroga de mandato o la reelección.

Lo único bueno que deja la pasada elección del 6 de junio es la firmeza del INE, que actuando como verdadero organismo autónomo resistió los embates del fundador del partido Morena, quien amenazaba constantemente a los funcionarios del órgano encargado del proceso electoral más grande de la historia de México y que además construyendo negociaciones y consensos, evitó estallidos violentos de la sociedad sin importar la filiación partidista de los inconformes.

La sociedad ha actuado con responsabilidad, conteniendo el reclamo virulento que podría haber sido la respuesta a las amenazas y descalificaciones hechas desde Palacio Nacional a los “clase medieros y aspiracionistas”, puesto que la discriminación y el divisionismo impuestos por quienes hoy gobiernan este país, no surtieron el efecto que ellos deseaban, para sacar al Ejército y la Guardia Nacional a reprimir a la ciudadanía, esta última actuando con responsabilidad y valor civil al lado del INE, cuyos funcionarios mostraron profesionalismo e institucionalidad.

¿Qué sigue?, pregunta la sociedad que no ve cerca la reactivación económica y en cambio sufre cotidianamente el aumento en los precios de la tortilla, la canasta básica, combustibles, gasolinas y gas LP, aunado al crecimiento de la inseguridad que alarma a propios y extraños y un desempleo rampante.

La respuesta es la que se dicta desde el centro máximo de poder político, en el sentido de que el pueblo debe seguir esperando con los nuevos distractores que vienen a través de la consulta pública para continuar el linchamiento y enjuiciamiento “mediático” a los expresidentes y la presunta revocación de mandato.

El refrendo del pacto social tendrá que darse en un futuro no lejano mediante la construcción de consensos, que de no partir de la oficina presidencial, tendrán que surgir desde la base social, que está inconforme por todas las promesas incumplidas del titular del Ejecutivo, quien parece enarbolar la bandera de anunciar cambios para luego justificar que no se dieron por culpa de los conservadores, que llevan tres años fuera del gobierno y así conseguir la prórroga de mandato o la reelección.

Lo único bueno que deja la pasada elección del 6 de junio es la firmeza del INE, que actuando como verdadero organismo autónomo resistió los embates del fundador del partido Morena, quien amenazaba constantemente a los funcionarios del órgano encargado del proceso electoral más grande de la historia de México y que además construyendo negociaciones y consensos, evitó estallidos violentos de la sociedad sin importar la filiación partidista de los inconformes.

La sociedad ha actuado con responsabilidad, conteniendo el reclamo virulento que podría haber sido la respuesta a las amenazas y descalificaciones hechas desde Palacio Nacional a los “clase medieros y aspiracionistas”, puesto que la discriminación y el divisionismo impuestos por quienes hoy gobiernan este país, no surtieron el efecto que ellos deseaban, para sacar al Ejército y la Guardia Nacional a reprimir a la ciudadanía, esta última actuando con responsabilidad y valor civil al lado del INE, cuyos funcionarios mostraron profesionalismo e institucionalidad.

¿Qué sigue?, pregunta la sociedad que no ve cerca la reactivación económica y en cambio sufre cotidianamente el aumento en los precios de la tortilla, la canasta básica, combustibles, gasolinas y gas LP, aunado al crecimiento de la inseguridad que alarma a propios y extraños y un desempleo rampante.

La respuesta es la que se dicta desde el centro máximo de poder político, en el sentido de que el pueblo debe seguir esperando con los nuevos distractores que vienen a través de la consulta pública para continuar el linchamiento y enjuiciamiento “mediático” a los expresidentes y la presunta revocación de mandato.