/ miércoles 25 de agosto de 2021

La fuerza de Grace

El pasado fin de semana nuestro país, en particular nuestro estado, sufrió los embates del huracán Grace, que entró a nuestro territorio después de pasar por Haití, recién devastado por un fuerte sismo que causó multitud de destrozos en un país que aún no se recuperaba del anterior temblor y que tiene niveles de miseria muy importantes.

Por fortuna para ellos, Grace no causó más daños de los que ya sufre. De Haití pasó por la península de Yucatán y la Riviera Maya, donde al parecer no hizo grandes estragos. Salió al Golfo como tormenta tropical, retomando fuerza para tocar tierra en territorio veracruzano como categoría 3, con gran cantidad de agua y vientos de más de 150 kilómetros por hora, saliendo bien librados el puerto de Veracruz y Boca del Río, pero afectando las poblaciones comprendidas entre Palma Sola y Tuxpan, pasando por Costa Esmeralda y Poza Rica, donde causó graves daños y el mar se comió una gran franja de playa. Siguió su recorrido y llegó a Xalapa, donde además de los vientos sumamentes intensos, descargó gran cantidad de agua al grado que calles y avenidas se convirtieron en ríos muy caudalosos que se llevaban todo a su paso, afectando varias colonias.

De las mayores desgracias fue el deslave de una ladera, que cayó sobre una humilde casa y mató a casi toda una familia, que quedó sepultada. Sacó ataúdes de una funeraria que navegaban en el río formado en una avenida, los estacionamientos inferiores de dos conocidas plazas comerciales se convirtieron en enormes albercas, dejando a su paso apagones y la suspensión líneas telefónicas. Dejó tierras veracruzanas con muchas zonas devastadas y una gran cantidad de damnificados, cerros desgajados, carreteras y caminos destruidos, incomunicando a habitantes de las poblaciones circundantes y dificultando las tareas de ayuda.

Finalmente, Grace abandonó tierras veracruzanas para seguir causando daños en poblaciones de Puebla y Tlaxcala, mientras se iba degradando a tormenta tropical en su camino hacia el Océano Pacífico.

La fuerza de la naturaleza invalidó las precauciones que se tomaron previamente y como siempre pasa en este tipo de fenómenos, las viviendas asentadas de manera irregular, al pie de cerros y márgenes de ríos, fueron las que más sufrieron los embates del meteoro, dejando a la gente que ya estaba en la pobreza en peores condiciones, perdiendo sus pocas pertenencias, sin alimentos ni esperanza.

Triste situación, pues mientras nuestros paisanos de las regiones arrasadas están sufriendo frío, hambre y la pérdida de su patrimonio, siguen saliendo grandes embarques de alimentos y medicamentos hacia Cuba, con supuesta ayuda humanitaria que debería empezar por nuestro país, acompañada de la visita y atención de los gobernantes para tomar rápidas acciones que ayuden y den apoyo a quienes perdieron todo. Lástima que el candil solo alumbra hacia afuera.

El pasado fin de semana nuestro país, en particular nuestro estado, sufrió los embates del huracán Grace, que entró a nuestro territorio después de pasar por Haití, recién devastado por un fuerte sismo que causó multitud de destrozos en un país que aún no se recuperaba del anterior temblor y que tiene niveles de miseria muy importantes.

Por fortuna para ellos, Grace no causó más daños de los que ya sufre. De Haití pasó por la península de Yucatán y la Riviera Maya, donde al parecer no hizo grandes estragos. Salió al Golfo como tormenta tropical, retomando fuerza para tocar tierra en territorio veracruzano como categoría 3, con gran cantidad de agua y vientos de más de 150 kilómetros por hora, saliendo bien librados el puerto de Veracruz y Boca del Río, pero afectando las poblaciones comprendidas entre Palma Sola y Tuxpan, pasando por Costa Esmeralda y Poza Rica, donde causó graves daños y el mar se comió una gran franja de playa. Siguió su recorrido y llegó a Xalapa, donde además de los vientos sumamentes intensos, descargó gran cantidad de agua al grado que calles y avenidas se convirtieron en ríos muy caudalosos que se llevaban todo a su paso, afectando varias colonias.

De las mayores desgracias fue el deslave de una ladera, que cayó sobre una humilde casa y mató a casi toda una familia, que quedó sepultada. Sacó ataúdes de una funeraria que navegaban en el río formado en una avenida, los estacionamientos inferiores de dos conocidas plazas comerciales se convirtieron en enormes albercas, dejando a su paso apagones y la suspensión líneas telefónicas. Dejó tierras veracruzanas con muchas zonas devastadas y una gran cantidad de damnificados, cerros desgajados, carreteras y caminos destruidos, incomunicando a habitantes de las poblaciones circundantes y dificultando las tareas de ayuda.

Finalmente, Grace abandonó tierras veracruzanas para seguir causando daños en poblaciones de Puebla y Tlaxcala, mientras se iba degradando a tormenta tropical en su camino hacia el Océano Pacífico.

La fuerza de la naturaleza invalidó las precauciones que se tomaron previamente y como siempre pasa en este tipo de fenómenos, las viviendas asentadas de manera irregular, al pie de cerros y márgenes de ríos, fueron las que más sufrieron los embates del meteoro, dejando a la gente que ya estaba en la pobreza en peores condiciones, perdiendo sus pocas pertenencias, sin alimentos ni esperanza.

Triste situación, pues mientras nuestros paisanos de las regiones arrasadas están sufriendo frío, hambre y la pérdida de su patrimonio, siguen saliendo grandes embarques de alimentos y medicamentos hacia Cuba, con supuesta ayuda humanitaria que debería empezar por nuestro país, acompañada de la visita y atención de los gobernantes para tomar rápidas acciones que ayuden y den apoyo a quienes perdieron todo. Lástima que el candil solo alumbra hacia afuera.