/ miércoles 11 de julio de 2018

La función social y política de los abogados

La abogacía, considerada como el “arte del manejo de leyes”, no tiene más límite que la aptitud creadora del hombre.

Mas el profesional del Derecho, que practica y se desenvuelve en la actividad política, está obligado a ejercer la noble profesión con la más absoluta libertad, pero dentro del orden jurídico establecido. En todo caso, el ámbito en que se desenvuelve el ejercicio de la abogacía debe ceñirse a los principios filosóficos de la ética, que lo obliga al virtuosismo y a la nobleza de su conducta profesional, evitando convertirse en un ser despreciable y vil, que se aprovecha de la confianza de sus clientes o de la indefensión de la parte contraria, para despojar a quien por ignorancia o por descuido, le son vedados sus derechos fundamentales.

Apenas han transcurrido 11 días desde que la democracia tuvo su más amplia expresión con la asistencia a ejercer el sufragio libre y secreto que consagra la Constitución, por los casi 70 millones de mexicanos que con su voto decidieron por el candidato que tendrá que luchar por un nuevo rumbo para la nación.

Y en esa reivindicación social se dará oportunidad a los hombres y mujeres para que accedan a un trabajo digno, bien remunerado, que garantice además la educación laica y gratuita como se define en la Carta Magna, para que nadie se quede sin la oportunidad garantizada por el Estado, de desarrollar su capacidad y personalidad.

De los compromisos asumidos por el ganador indiscutible de la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha de cumplir con el más absoluto respeto a los Derechos Humanos y gobernar para todos, incluyendo el acceso a la alimentación, a la salud, a una vivienda digna y en general a la realización de los anhelos, no sólo de los más de 30 millones de mexicanos que lo llevaron al triunfo, sino también de los otros sufragantes, quienes optaron por los candidatos que alcanzaron el segundo y el tercer lugar de la contienda.

De ahí que el abogado que ejerce funciones públicas o el que como juez o magistrado honra a la profesión en una de las más admirables misiones humanas, así como el litigante, el catedrático, el investigador del Derecho y el abogado político, sin necesidad de invitación, de manera espontánea y obligada, deben aportar su pensamiento y experiencia para enriquecer los nuevos proyectos de ley, que en su momento se envíen al Honorable Congreso de la Unión, para su estudio, discusión y aprobación.

La abogacía, considerada como el “arte del manejo de leyes”, no tiene más límite que la aptitud creadora del hombre.

Mas el profesional del Derecho, que practica y se desenvuelve en la actividad política, está obligado a ejercer la noble profesión con la más absoluta libertad, pero dentro del orden jurídico establecido. En todo caso, el ámbito en que se desenvuelve el ejercicio de la abogacía debe ceñirse a los principios filosóficos de la ética, que lo obliga al virtuosismo y a la nobleza de su conducta profesional, evitando convertirse en un ser despreciable y vil, que se aprovecha de la confianza de sus clientes o de la indefensión de la parte contraria, para despojar a quien por ignorancia o por descuido, le son vedados sus derechos fundamentales.

Apenas han transcurrido 11 días desde que la democracia tuvo su más amplia expresión con la asistencia a ejercer el sufragio libre y secreto que consagra la Constitución, por los casi 70 millones de mexicanos que con su voto decidieron por el candidato que tendrá que luchar por un nuevo rumbo para la nación.

Y en esa reivindicación social se dará oportunidad a los hombres y mujeres para que accedan a un trabajo digno, bien remunerado, que garantice además la educación laica y gratuita como se define en la Carta Magna, para que nadie se quede sin la oportunidad garantizada por el Estado, de desarrollar su capacidad y personalidad.

De los compromisos asumidos por el ganador indiscutible de la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha de cumplir con el más absoluto respeto a los Derechos Humanos y gobernar para todos, incluyendo el acceso a la alimentación, a la salud, a una vivienda digna y en general a la realización de los anhelos, no sólo de los más de 30 millones de mexicanos que lo llevaron al triunfo, sino también de los otros sufragantes, quienes optaron por los candidatos que alcanzaron el segundo y el tercer lugar de la contienda.

De ahí que el abogado que ejerce funciones públicas o el que como juez o magistrado honra a la profesión en una de las más admirables misiones humanas, así como el litigante, el catedrático, el investigador del Derecho y el abogado político, sin necesidad de invitación, de manera espontánea y obligada, deben aportar su pensamiento y experiencia para enriquecer los nuevos proyectos de ley, que en su momento se envíen al Honorable Congreso de la Unión, para su estudio, discusión y aprobación.