/ martes 15 de enero de 2019

La guardia nacional y sus preparativos, según Mario Delgado

De no haber nuevas propuestas, el día de hoy, se votará en la Cámara de Diputados la ley que regula la estructura y funcionamiento de la Guardia Nacional. Como casi todo lo que sucede en política, que realmente importa a la población, la Seguridad Nacional parece que no tiene un buen principio y por ello mismo, se profetiza que tendrá un mal final.

Solo que en un gobierno sujeto a términos, no se puede quedar rezagada la atención de asuntos prioritarios, de urgente e inmediata resolución, por tratarse de la sobrevivencia en un mundo plagado de ejecuciones, secuestros, extorsiones y desapariciones forzadas, calificados todos como delitos de alto impacto.

Basta con recordar que hay dos cosas que se pueden perder, una es el tiempo y la otra es la propia vida. Perder la vida resulta inevitable, pero lo que no se perdona al gobierno es perder el tiempo. Cada día que pasa, la sumatoria de crímenes sanguinarios aumenta el número de ejecuciones que quedan sin sanción para los agresores y la impunidad induce a delincuentes primarios y reincidentes, a seguir su carrera delictiva que nadie se atreve a frenar.

Cualquier noticiero de televisión o radio, periódicos, revistas y redes sociales, dan cuenta de la inacción de las instancias involucradas en la guerra contra las drogas y el crimen organizado, mientras las bandas de delincuentes se multiplican a pleno día y a la vista de todos. La rapiña huachicolera con tantos involucrados y ningún responsable todavía, nos hace parecer a los mexicanos como una sociedad indolente y cobarde.

Max Weber en su definición de Estado expresó que el monopolio legítimo de la violencia lo tiene el Estado, porque sólo éste es capaz de acabar con las conductas antisociales o de dejar hacer y dejar pasar, como ha sucedido en nuestro país. Cuando el Estado lo decida, se acabará con la proliferación de delitos y delincuentes, y tal determinación está tomada por el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, falta únicamente que su gabinete de seguridad actúe ya con la inmediatez y las leyes existentes, sin necesidad de esperar la aprobación y promulgación de la ley constitutiva de la Guardia Nacional.

El combate al robo huachicolero no puede convertirse en una mampara o cortina de humo para encubrir la multiplicación de la delincuencia, puesto que nadie está a salvo de sufrir los agravios que pueden ser irreparables, por la ineptitud de la senectocracia encargada del ramo.

De no haber nuevas propuestas, el día de hoy, se votará en la Cámara de Diputados la ley que regula la estructura y funcionamiento de la Guardia Nacional. Como casi todo lo que sucede en política, que realmente importa a la población, la Seguridad Nacional parece que no tiene un buen principio y por ello mismo, se profetiza que tendrá un mal final.

Solo que en un gobierno sujeto a términos, no se puede quedar rezagada la atención de asuntos prioritarios, de urgente e inmediata resolución, por tratarse de la sobrevivencia en un mundo plagado de ejecuciones, secuestros, extorsiones y desapariciones forzadas, calificados todos como delitos de alto impacto.

Basta con recordar que hay dos cosas que se pueden perder, una es el tiempo y la otra es la propia vida. Perder la vida resulta inevitable, pero lo que no se perdona al gobierno es perder el tiempo. Cada día que pasa, la sumatoria de crímenes sanguinarios aumenta el número de ejecuciones que quedan sin sanción para los agresores y la impunidad induce a delincuentes primarios y reincidentes, a seguir su carrera delictiva que nadie se atreve a frenar.

Cualquier noticiero de televisión o radio, periódicos, revistas y redes sociales, dan cuenta de la inacción de las instancias involucradas en la guerra contra las drogas y el crimen organizado, mientras las bandas de delincuentes se multiplican a pleno día y a la vista de todos. La rapiña huachicolera con tantos involucrados y ningún responsable todavía, nos hace parecer a los mexicanos como una sociedad indolente y cobarde.

Max Weber en su definición de Estado expresó que el monopolio legítimo de la violencia lo tiene el Estado, porque sólo éste es capaz de acabar con las conductas antisociales o de dejar hacer y dejar pasar, como ha sucedido en nuestro país. Cuando el Estado lo decida, se acabará con la proliferación de delitos y delincuentes, y tal determinación está tomada por el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, falta únicamente que su gabinete de seguridad actúe ya con la inmediatez y las leyes existentes, sin necesidad de esperar la aprobación y promulgación de la ley constitutiva de la Guardia Nacional.

El combate al robo huachicolero no puede convertirse en una mampara o cortina de humo para encubrir la multiplicación de la delincuencia, puesto que nadie está a salvo de sufrir los agravios que pueden ser irreparables, por la ineptitud de la senectocracia encargada del ramo.