/ jueves 25 de abril de 2019

La manipulación de las redes sociales no ha servido al gobierno

La mofa, la burla y el escarnio, por citar sólo tres sinónimos de lo que significa el ejercicio de la violencia moral, que atenta contra la dignidad de las personas haciéndolas objeto de una burla humillante que difícilmente es atendida por un tribunal para desagraviar al quejoso y para obligar al activo a resarcir moral y socialmente por el daño ocasionado al pasivo, es también una práctica política de la modernidad.

Pero la indignación a veces llega a ser tan grande que no basta indemnizar al agraviado por más generosa que resulte la suma establecida en una condena para restituir el estado de cosas o situación, cuya mancha imborrable deja a la víctima humillada y burlada por el resto de su existencia. Hasta el gobierno recurre y fomenta estas prácticas deleznables y sin resultado alguno para su función primordial.

En la actividad pública y especialmente en la práctica política, ha cobrado todavía más importancia la frase célebre atribuida a Nicolás Maquiavelo: “Si no puedes hacerte amar, asegúrate hacerte temer”, o “Calumnia, que algo queda”, de Francis Bacon, aunque Napoleón decía: “Lo malo de la calumnia es que siempre mancha en forma imborrable”.

Sin embargo, los políticos no necesitan tirar la piedra y esconder la mano para dañar honras y personajes; bastaría con no perder de vista lo dicho por Jose Fouché, quien infundió tal miedo, tanto en tiempos de guerra como en la paz (Francia 1799), generando terror y usando como única arma la “información”, que le permitía sobornar, comprar, negociar acuerdos o hacer públicos secretos y confidencias vergonzantes para quienes se resistieran a cooperar con el Estado.

Ese sistema de policía secreta fue usado desde antes de la Revolución Francesa y en Nueva España desde la conquista con el toque depurado de la Santa Inquisición, igual que con los próceres de la Independencia, la Reforma y la Revolución, hasta el México de instituciones y de leyes gobernado durante casi 70 años por el PRI, luego en la docena trágica (2000-2012) por el PAN y nuevamente (2012-2018) por el PRI, utilizando el diálogo, la concertación y los acuerdos en lo oscurito, mantuvo la tranquilidad y la paz (no de los sepulcros), pero finalmente la paz.

Estas prácticas y recomendaciones, para la operación política de la Cuarta Transformación, serían mejores, en lugar de desaparecer al Cisen; con estrategias inteligentes seguro darían mejores resultados que el perdón y olvido.

La mofa, la burla y el escarnio, por citar sólo tres sinónimos de lo que significa el ejercicio de la violencia moral, que atenta contra la dignidad de las personas haciéndolas objeto de una burla humillante que difícilmente es atendida por un tribunal para desagraviar al quejoso y para obligar al activo a resarcir moral y socialmente por el daño ocasionado al pasivo, es también una práctica política de la modernidad.

Pero la indignación a veces llega a ser tan grande que no basta indemnizar al agraviado por más generosa que resulte la suma establecida en una condena para restituir el estado de cosas o situación, cuya mancha imborrable deja a la víctima humillada y burlada por el resto de su existencia. Hasta el gobierno recurre y fomenta estas prácticas deleznables y sin resultado alguno para su función primordial.

En la actividad pública y especialmente en la práctica política, ha cobrado todavía más importancia la frase célebre atribuida a Nicolás Maquiavelo: “Si no puedes hacerte amar, asegúrate hacerte temer”, o “Calumnia, que algo queda”, de Francis Bacon, aunque Napoleón decía: “Lo malo de la calumnia es que siempre mancha en forma imborrable”.

Sin embargo, los políticos no necesitan tirar la piedra y esconder la mano para dañar honras y personajes; bastaría con no perder de vista lo dicho por Jose Fouché, quien infundió tal miedo, tanto en tiempos de guerra como en la paz (Francia 1799), generando terror y usando como única arma la “información”, que le permitía sobornar, comprar, negociar acuerdos o hacer públicos secretos y confidencias vergonzantes para quienes se resistieran a cooperar con el Estado.

Ese sistema de policía secreta fue usado desde antes de la Revolución Francesa y en Nueva España desde la conquista con el toque depurado de la Santa Inquisición, igual que con los próceres de la Independencia, la Reforma y la Revolución, hasta el México de instituciones y de leyes gobernado durante casi 70 años por el PRI, luego en la docena trágica (2000-2012) por el PAN y nuevamente (2012-2018) por el PRI, utilizando el diálogo, la concertación y los acuerdos en lo oscurito, mantuvo la tranquilidad y la paz (no de los sepulcros), pero finalmente la paz.

Estas prácticas y recomendaciones, para la operación política de la Cuarta Transformación, serían mejores, en lugar de desaparecer al Cisen; con estrategias inteligentes seguro darían mejores resultados que el perdón y olvido.