/ miércoles 11 de mayo de 2022

La noche tensa de AMLO por Ebrard y Sheinbaum

Le costó trabajo aceptarlo, pero rodeado por algunos de sus colaboradores más cercanos, el presidente observó a Marcelo Ebrard como una opción real para tomar la candidatura que “entre alfileres” ostenta Sheinbaum. Sin embargo, el de Tabasco teme que si su canciller gana la elección, pudiera desechar algunos valores entendidos, como el que tiene con Peña Nieto.

Y es que bajo la idea de que “entre gitanos no deberían leerse las manos”, AMLO teme que ya encumbrado en la silla presidencial, Ebrard decida sepultar al morenismo puro y brinde entrada a una corriente que junte, por un lado, al neoliberalismo que tanto odia, y por otro, algunas pinceladas radicales de su movimiento.

Resulta que López Obrador tuvo acceso a un trabajo estadístico que midió las fuerzas de sus precandidatos, y en él, en una dinámica de tercios, el primer lugar le perteneció a Ebrard, seguido de Adán Augusto López y Claudia Sheinbaum, en ese orden. La distancia entre cada uno no rebasó los dos puntos porcentuales.

Pero López Obrador sabe que Marcelo Ebrard no defendería (con la vehemencia que él lo hace), a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua; tampoco respondería con palabras intensas (como el propio AMLO lo hizo), al parlamento español por opinar sobre asuntos mexicanos.

Ebrard no es AMLO, pero Adán Augusto y Claudia Sheinbaum prácticamente lo son. Cualquiera de los dos últimos le garantizarían tranquilidad a él y su familia, así como a la mayoría de sus colaboradores. Su actual canciller no le significaría lealtad total, lo sabe, pero le daría mayores posibilidades de competencia frente a la oposición.

¿Decidirá López Obrador por las mejores opciones de Ebrard en las últimas encuestas o continuará con su idea de impulsar a Sheinbaum?, ¿optará por la salomónica estrategia de ir con el “bat de aluminio” para no tener que escoger entre el puntero o su “delfín”?

Las prioridades de AMLO pasan por buscar aparecer en los libros de historia como el presidente que logró dejar a una mujer como sucesora, aunque con ello pudiera poner en riesgo la libertad de algunos familiares, amigos y colaboradores después del 2024, porque de acuerdo a documentos en Palacio Nacional, la oposición unida (incluyendo a MC), estaría en condiciones de lograr la alternancia, siempre y cuando Lilly Téllez, Santiago Creel o Miguel Ángel Osorio estuvieran al frente.

Aquella noche AMLO se llevó la encuesta a su recámara y regresó al día siguiente sin ella en el brazo, sin hablar algo al respecto, ¿habrá tomado una decisión, continuará esperando o hará caso omiso? Ya veremos.

Twitter: @aaguirre_g

Le costó trabajo aceptarlo, pero rodeado por algunos de sus colaboradores más cercanos, el presidente observó a Marcelo Ebrard como una opción real para tomar la candidatura que “entre alfileres” ostenta Sheinbaum. Sin embargo, el de Tabasco teme que si su canciller gana la elección, pudiera desechar algunos valores entendidos, como el que tiene con Peña Nieto.

Y es que bajo la idea de que “entre gitanos no deberían leerse las manos”, AMLO teme que ya encumbrado en la silla presidencial, Ebrard decida sepultar al morenismo puro y brinde entrada a una corriente que junte, por un lado, al neoliberalismo que tanto odia, y por otro, algunas pinceladas radicales de su movimiento.

Resulta que López Obrador tuvo acceso a un trabajo estadístico que midió las fuerzas de sus precandidatos, y en él, en una dinámica de tercios, el primer lugar le perteneció a Ebrard, seguido de Adán Augusto López y Claudia Sheinbaum, en ese orden. La distancia entre cada uno no rebasó los dos puntos porcentuales.

Pero López Obrador sabe que Marcelo Ebrard no defendería (con la vehemencia que él lo hace), a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua; tampoco respondería con palabras intensas (como el propio AMLO lo hizo), al parlamento español por opinar sobre asuntos mexicanos.

Ebrard no es AMLO, pero Adán Augusto y Claudia Sheinbaum prácticamente lo son. Cualquiera de los dos últimos le garantizarían tranquilidad a él y su familia, así como a la mayoría de sus colaboradores. Su actual canciller no le significaría lealtad total, lo sabe, pero le daría mayores posibilidades de competencia frente a la oposición.

¿Decidirá López Obrador por las mejores opciones de Ebrard en las últimas encuestas o continuará con su idea de impulsar a Sheinbaum?, ¿optará por la salomónica estrategia de ir con el “bat de aluminio” para no tener que escoger entre el puntero o su “delfín”?

Las prioridades de AMLO pasan por buscar aparecer en los libros de historia como el presidente que logró dejar a una mujer como sucesora, aunque con ello pudiera poner en riesgo la libertad de algunos familiares, amigos y colaboradores después del 2024, porque de acuerdo a documentos en Palacio Nacional, la oposición unida (incluyendo a MC), estaría en condiciones de lograr la alternancia, siempre y cuando Lilly Téllez, Santiago Creel o Miguel Ángel Osorio estuvieran al frente.

Aquella noche AMLO se llevó la encuesta a su recámara y regresó al día siguiente sin ella en el brazo, sin hablar algo al respecto, ¿habrá tomado una decisión, continuará esperando o hará caso omiso? Ya veremos.

Twitter: @aaguirre_g