/ jueves 19 de septiembre de 2019

La pifia de Jaime Bonilla, gobernador electo de BC, y la evidencia de Yeidckol Polevnsky

Hasta un estudiante de primer año de las facultades de Derecho de todo el país sabe que los estados libres de la República Mexicana tienen una “soberanía” restringida a “todo lo concerniente a su régimen interior”; según el Pacto Federal suscrito en 1824, ratificado en 1857 y 1917, cuyas Constituciones representan las tres transformaciones de México, que así lo han determinado.

A mayor abundamiento habría que leer el artículo 40 de la Constitución Política Federal. Cada entidad federativa contará con una división de poderes idéntica a la de la Federación, puesto que el poder público se dividirá para su ejercicio en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y las bases generales de organización de los estados se regirán por una Constitución Política local. Luego entonces, en cada una de las 32 entidades existirá un Ejecutivo, un Poder Legislativo y un Poder Judicial.

La duración en el cargo de los gobernadores no podrá exceder de seis años y por ningún motivo podrán ser reelectos los titulares de los gobiernos estatales, debiéndose sujetar a las reglas que establece el artículo 116, fracción “I” de la Carta Magna. Por eso resulta extraño que habiendo sido electo Jaime Bonilla para gobernar de Baja California, por dos años, según decisión mayoritaria que tomaron los bajacalifornianos el día de la jornada electoral, ahora resulte que el Congreso local tome la determinación de aumentar el periodo de Bonilla de dos a cinco años, puesto que la actitud maliciosa, facciosa de los diputados locales del PAN y de Morena (que van de salida) quieran usurpar la voluntad política de los bajacalifornianos.

Flaco favor le hacen al presidente López Obrador, tanto Jaime Bonilla como Yeidckol Polevnsky, al pretender disponer a su conveniencia, de las condiciones políticas de BC, puesto que los malquerintes de AMLO ya vinculan esa actitud como un presagio del fantasma de la “reelección”, con el que controló al país por más de 30 años el extinto general Porfirio Díaz. A tal grado que en una reciente conferencia mañanera el propio Andrés Manuel se tuvo que auto proclamar “Maderista”, ratificando que no se va a reelegir.

En actitud digna de un presidente demócrata, AMLO rechazó cualquier posibilidad de buscar la reelección en 2024, a tal grado que dijo estar dispuesto a firmar ese compromiso político ante un notario público, con lo cual su palabra adquiere la congruencia de un demócrata hombre de estado.

Hasta un estudiante de primer año de las facultades de Derecho de todo el país sabe que los estados libres de la República Mexicana tienen una “soberanía” restringida a “todo lo concerniente a su régimen interior”; según el Pacto Federal suscrito en 1824, ratificado en 1857 y 1917, cuyas Constituciones representan las tres transformaciones de México, que así lo han determinado.

A mayor abundamiento habría que leer el artículo 40 de la Constitución Política Federal. Cada entidad federativa contará con una división de poderes idéntica a la de la Federación, puesto que el poder público se dividirá para su ejercicio en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y las bases generales de organización de los estados se regirán por una Constitución Política local. Luego entonces, en cada una de las 32 entidades existirá un Ejecutivo, un Poder Legislativo y un Poder Judicial.

La duración en el cargo de los gobernadores no podrá exceder de seis años y por ningún motivo podrán ser reelectos los titulares de los gobiernos estatales, debiéndose sujetar a las reglas que establece el artículo 116, fracción “I” de la Carta Magna. Por eso resulta extraño que habiendo sido electo Jaime Bonilla para gobernar de Baja California, por dos años, según decisión mayoritaria que tomaron los bajacalifornianos el día de la jornada electoral, ahora resulte que el Congreso local tome la determinación de aumentar el periodo de Bonilla de dos a cinco años, puesto que la actitud maliciosa, facciosa de los diputados locales del PAN y de Morena (que van de salida) quieran usurpar la voluntad política de los bajacalifornianos.

Flaco favor le hacen al presidente López Obrador, tanto Jaime Bonilla como Yeidckol Polevnsky, al pretender disponer a su conveniencia, de las condiciones políticas de BC, puesto que los malquerintes de AMLO ya vinculan esa actitud como un presagio del fantasma de la “reelección”, con el que controló al país por más de 30 años el extinto general Porfirio Díaz. A tal grado que en una reciente conferencia mañanera el propio Andrés Manuel se tuvo que auto proclamar “Maderista”, ratificando que no se va a reelegir.

En actitud digna de un presidente demócrata, AMLO rechazó cualquier posibilidad de buscar la reelección en 2024, a tal grado que dijo estar dispuesto a firmar ese compromiso político ante un notario público, con lo cual su palabra adquiere la congruencia de un demócrata hombre de estado.