/ martes 25 de enero de 2022

La reforma eléctrica, el peligro para México

Desde los años de campaña del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador se advirtió en infinidad de veces el peligro que sería para México, y no por ser mal candidato, todo lo contrario, sus promesas de campaña fueron parte fundamental de su triunfo en las urnas.

Y no hablo de la persona, sino de Andrés Manuel, el presidente de la República y su rol político, el demagogo que en sus discursos, pero sobre todo en sus actos demuestra que sigue estancado en su anacrónica ideología del siglo pasado y que está ocasionando la caída de la que hasta hace tres años atrás estaba entre las economías más sólidas de América Latina.

Hoy estamos ante la mayor inflación en la historia del país, la crisis económica cada día afecta a las familias mexicanas que apenas y logran abastecer su canasta básica, y por si eso no fuera poco, el mandatario federal insiste en sus políticas nocivas que solo dañarán más a México.

Como la reforma eléctrica, que nadie quiere por el riesgo que representa, la misma que desde que se dio a conocer ha recibido más cartas que los Reyes Magos, y no precisamente de niños, sino de expertos y legisladores del país vecino, que auguran un gran daño bilateral con el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Y es que esta ley eléctrica, como quien la promueve, representa un enorme peligro para México, porque en vez de proponer acciones que nos lleven al progreso, es una reforma retrógrada, idealista, que solamente ocasionará más apagones, venderán y compraremos energía sucia, ocasionará un enorme daño al medio ambiente y un mayor incremento en los costos y menor infraestructura.

Ante eso, los señalamientos y las alertas rojas de los expertos, investigadores y empresarios expresan que la propuesta que salió de Palacio Nacional también eliminará los reguladores autónomos de energía y priorizaría a las plantas fósiles de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), sobre las renovables de privados.

Asimismo, la CFE se vería obligada a incurrir en costos adicionales para poder generar y suministrar la energía eléctrica por todo en el país. Y estos costos tendrían impactos significativos para los consumidores, y por si no fuera suficiente, se afectaría más de lo que actualmente está, el clima de inversión y por ende, las finanzas públicas y la economía del país.

Es por ello que 20 congresistas del gobierno de Estado Unidos mostraron su preocupación y advirtieron al gobierno mexicano que el mensaje de la ley eléctrica daña la relación comercial entre México y Estados Unidos, que además representa una potencial violación al T-MEC.

Se puede leer en su misiva que de promulgarse esta reforma, sería contradictorio por la prohibición señalada en el Tratado de Libre Comercio, sobre restricciones de inversión, así como el daño perjudicial a la inversión por 44 mil millones de dólares.

Días después de esa carta, la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, se reunió con su homóloga en México y el presidente Andrés Manuel López Obrador, y señaló las mismas preocupaciones de su gobierno acerca de la reforma de AMLO, que busca ideológicamente devolver el monopolio de la energía a la CFE, cancelando contratos del gobierno anterior al 2013 y suprimiendo la autonomía a los reguladores del sector.

Afectando sobremanera a la iniciativa privada estadounidense que han invertido en el país, así como entorpecer los esfuerzos conjuntos de Estados Unidos y México en materia de energías limpias y medio ambiente. En otras palabras, la funcionaria norteamericana vino a defender las inversiones de ese país en México.

Es decir, esta reforma eléctrica completará la destrucción económica del país, sería la cereza del pastel del cataclismo de México, porque de aprobarse se pagaría un elevado costo, no solo con los países quienes integran el T-MEC, sino en cada hogar mexicano, donde cada día Morena los lleva a una crisis perdurable.

(*) Senador por Veracruz. PAN

Desde los años de campaña del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador se advirtió en infinidad de veces el peligro que sería para México, y no por ser mal candidato, todo lo contrario, sus promesas de campaña fueron parte fundamental de su triunfo en las urnas.

Y no hablo de la persona, sino de Andrés Manuel, el presidente de la República y su rol político, el demagogo que en sus discursos, pero sobre todo en sus actos demuestra que sigue estancado en su anacrónica ideología del siglo pasado y que está ocasionando la caída de la que hasta hace tres años atrás estaba entre las economías más sólidas de América Latina.

Hoy estamos ante la mayor inflación en la historia del país, la crisis económica cada día afecta a las familias mexicanas que apenas y logran abastecer su canasta básica, y por si eso no fuera poco, el mandatario federal insiste en sus políticas nocivas que solo dañarán más a México.

Como la reforma eléctrica, que nadie quiere por el riesgo que representa, la misma que desde que se dio a conocer ha recibido más cartas que los Reyes Magos, y no precisamente de niños, sino de expertos y legisladores del país vecino, que auguran un gran daño bilateral con el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Y es que esta ley eléctrica, como quien la promueve, representa un enorme peligro para México, porque en vez de proponer acciones que nos lleven al progreso, es una reforma retrógrada, idealista, que solamente ocasionará más apagones, venderán y compraremos energía sucia, ocasionará un enorme daño al medio ambiente y un mayor incremento en los costos y menor infraestructura.

Ante eso, los señalamientos y las alertas rojas de los expertos, investigadores y empresarios expresan que la propuesta que salió de Palacio Nacional también eliminará los reguladores autónomos de energía y priorizaría a las plantas fósiles de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), sobre las renovables de privados.

Asimismo, la CFE se vería obligada a incurrir en costos adicionales para poder generar y suministrar la energía eléctrica por todo en el país. Y estos costos tendrían impactos significativos para los consumidores, y por si no fuera suficiente, se afectaría más de lo que actualmente está, el clima de inversión y por ende, las finanzas públicas y la economía del país.

Es por ello que 20 congresistas del gobierno de Estado Unidos mostraron su preocupación y advirtieron al gobierno mexicano que el mensaje de la ley eléctrica daña la relación comercial entre México y Estados Unidos, que además representa una potencial violación al T-MEC.

Se puede leer en su misiva que de promulgarse esta reforma, sería contradictorio por la prohibición señalada en el Tratado de Libre Comercio, sobre restricciones de inversión, así como el daño perjudicial a la inversión por 44 mil millones de dólares.

Días después de esa carta, la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, se reunió con su homóloga en México y el presidente Andrés Manuel López Obrador, y señaló las mismas preocupaciones de su gobierno acerca de la reforma de AMLO, que busca ideológicamente devolver el monopolio de la energía a la CFE, cancelando contratos del gobierno anterior al 2013 y suprimiendo la autonomía a los reguladores del sector.

Afectando sobremanera a la iniciativa privada estadounidense que han invertido en el país, así como entorpecer los esfuerzos conjuntos de Estados Unidos y México en materia de energías limpias y medio ambiente. En otras palabras, la funcionaria norteamericana vino a defender las inversiones de ese país en México.

Es decir, esta reforma eléctrica completará la destrucción económica del país, sería la cereza del pastel del cataclismo de México, porque de aprobarse se pagaría un elevado costo, no solo con los países quienes integran el T-MEC, sino en cada hogar mexicano, donde cada día Morena los lleva a una crisis perdurable.

(*) Senador por Veracruz. PAN