/ martes 26 de junio de 2018

La soga en casa del ahorcado

Escribíamos hace algunos días en este espacio que el tiempo que nos queda hasta el día electoral es nuestra última oportunidad para decidir sobre el futuro de nuestro país, de nuestro estado. Para resolver entre nuestro éxito o nuestro fracaso. Para surtir a México el éxtasis o el desastre. Es nuestra "última llamada". Decía Juana de Arco que escoger a veces incomoda, a veces duele y a veces aterra.

En los asuntos de la política, al final todos tenemos la razón. La diferencia entre unos y otros es que algunos la hemos tenido cuando todavía estamos a tiempo y otros la pueden tener cuando ya no hay remedio. Ya lo decía Bacon, se aprende más del error que de la confusión. Como siempre la sabiduría popular nos puede guiar, tal vez por ello sea oportuno que la ciudadanía valore la relevancia de emitir un voto cruzado, uno por el candidato presidencial de su preferencia y otro por un Congreso opositor al Ejecutivo. El abanderado Eduardo Achach, del Partido Nueva Alianza, propone algo muy simple para hacer más eficientes y productivas las actividades del Congreso de la Unión: que la actividad de los integrantes del Poder Legislativo se rija por una ley que en principio obligue a los congresistas a tener mayor presencia en los recintos legislativos, al menos los ordinarios de sesiones. Y plantea que para el pago de sus salarios, los senadores y diputados federales cuenten con un mínimo de 95% de las asistencias durante el tiempo que duren los periodos ordinarios de sesiones y que en ese registro se incluya el trabajo en comisiones.

Quienes aspiren a llegar al Poder Legislativo, a propósito de la renovación de la totalidad del Congreso federal, plantea Eduardo Achach, deberán cumplir con sus asistencias a las sesiones del Pleno y además deberán permanecer durante el desarrollo de las mismas. "Para que después no salgan con que no se dieron cuenta de lo que aprobaron". Tiene razón el candidato del partido turquesa, con la integración de la nueva Legislatura, la LXIV y LXV, lo mínimo que es para la ciudadanía es un cambio de actitud en los nuevos ocupantes de los recintos de San Lázaro y Reforma e Insurgentes, pero también plantea acabar con privilegios como los gastos de representación, bonos, viáticos y viajes al extranjero, y que los legisladores se concentren más en el análisis de los temas que a la ciudadanía le interesan.

Por eso nos parece sano que además de su asistencia y obligación por involucrarse en las iniciativas que se analizan y aprueban en los plenos, se les quiten, suspendan privilegios como las partidas presupuestales que, según se ve, se gastan con total discrecionalidad y falta de transparencia, sin que nadie haga algo por terminar con esos vicios que de alguna manera también hablan de corrupción. ¿Voto cruzado? ¿A poco no es atractiva la propuesta de Nueva Alianza? ¿Verdad que sí?

Dicen los que saben que en estas elecciones, en las que todos los detalles cuentan, el de las estructuras no es menos importante.

El partido que más experiencia tiene y que, por ende, el que ha gobernado más años este país, afinó el engranaje. El PRI tendrá 100% de casillas cubiertas. Es decir, alrededor de 650 mil representantes.

A Morena el tiempo le dio para alcanzar apenas 80%. Le falló otra vez el norte del país, como cada seis años. Del Frente ni hablar, día con día se desdibuja: el PAN andaría entre 45 y 50% de casillas y el PRD cubriría de 15 a 20% del total. Hasta para defender el voto hay niveles. El que sabe, sabe.

Lo he señalado en otras colaboraciones, en política es fundamental que nunca se rompan todos los puentes. Que no dejen de hablarse los que tienen capacidad de decisión, de construir o de hacer daño. Porque sin diálogo y civilidad entre los protagonistas el país corre riesgos. Cuando hay fractura arriba vienen los derrumbes.

Escribíamos hace algunos días en este espacio que el tiempo que nos queda hasta el día electoral es nuestra última oportunidad para decidir sobre el futuro de nuestro país, de nuestro estado. Para resolver entre nuestro éxito o nuestro fracaso. Para surtir a México el éxtasis o el desastre. Es nuestra "última llamada". Decía Juana de Arco que escoger a veces incomoda, a veces duele y a veces aterra.

En los asuntos de la política, al final todos tenemos la razón. La diferencia entre unos y otros es que algunos la hemos tenido cuando todavía estamos a tiempo y otros la pueden tener cuando ya no hay remedio. Ya lo decía Bacon, se aprende más del error que de la confusión. Como siempre la sabiduría popular nos puede guiar, tal vez por ello sea oportuno que la ciudadanía valore la relevancia de emitir un voto cruzado, uno por el candidato presidencial de su preferencia y otro por un Congreso opositor al Ejecutivo. El abanderado Eduardo Achach, del Partido Nueva Alianza, propone algo muy simple para hacer más eficientes y productivas las actividades del Congreso de la Unión: que la actividad de los integrantes del Poder Legislativo se rija por una ley que en principio obligue a los congresistas a tener mayor presencia en los recintos legislativos, al menos los ordinarios de sesiones. Y plantea que para el pago de sus salarios, los senadores y diputados federales cuenten con un mínimo de 95% de las asistencias durante el tiempo que duren los periodos ordinarios de sesiones y que en ese registro se incluya el trabajo en comisiones.

Quienes aspiren a llegar al Poder Legislativo, a propósito de la renovación de la totalidad del Congreso federal, plantea Eduardo Achach, deberán cumplir con sus asistencias a las sesiones del Pleno y además deberán permanecer durante el desarrollo de las mismas. "Para que después no salgan con que no se dieron cuenta de lo que aprobaron". Tiene razón el candidato del partido turquesa, con la integración de la nueva Legislatura, la LXIV y LXV, lo mínimo que es para la ciudadanía es un cambio de actitud en los nuevos ocupantes de los recintos de San Lázaro y Reforma e Insurgentes, pero también plantea acabar con privilegios como los gastos de representación, bonos, viáticos y viajes al extranjero, y que los legisladores se concentren más en el análisis de los temas que a la ciudadanía le interesan.

Por eso nos parece sano que además de su asistencia y obligación por involucrarse en las iniciativas que se analizan y aprueban en los plenos, se les quiten, suspendan privilegios como las partidas presupuestales que, según se ve, se gastan con total discrecionalidad y falta de transparencia, sin que nadie haga algo por terminar con esos vicios que de alguna manera también hablan de corrupción. ¿Voto cruzado? ¿A poco no es atractiva la propuesta de Nueva Alianza? ¿Verdad que sí?

Dicen los que saben que en estas elecciones, en las que todos los detalles cuentan, el de las estructuras no es menos importante.

El partido que más experiencia tiene y que, por ende, el que ha gobernado más años este país, afinó el engranaje. El PRI tendrá 100% de casillas cubiertas. Es decir, alrededor de 650 mil representantes.

A Morena el tiempo le dio para alcanzar apenas 80%. Le falló otra vez el norte del país, como cada seis años. Del Frente ni hablar, día con día se desdibuja: el PAN andaría entre 45 y 50% de casillas y el PRD cubriría de 15 a 20% del total. Hasta para defender el voto hay niveles. El que sabe, sabe.

Lo he señalado en otras colaboraciones, en política es fundamental que nunca se rompan todos los puentes. Que no dejen de hablarse los que tienen capacidad de decisión, de construir o de hacer daño. Porque sin diálogo y civilidad entre los protagonistas el país corre riesgos. Cuando hay fractura arriba vienen los derrumbes.