/ sábado 17 de abril de 2021

La utópica democracia

Se dice que las elecciones del próximo mes de junio serán las más grandes de la historia de nuestro país. Se invita a la gente a votar y se nos dice que tal acción es la expresión máxima de la democracia.

Es sano para la credibilidad y el valor de los resultados los cambios a las reglas electorales: considerar delito el fraude electoral, que desde que se implantó forma parte necesaria para la continuidad del poder, que realmente no era más que un cambio de la burocracia administrativa, que no dejaba de ser y desempeñar el papel de administradores o comisarios del poder económico. Lo que no es sano es que el INE se meta a sancionar quién sí o quién no debe ser candidato; es derecho constitucional de todos los mexicanos.

La corrupción no la inventaron tales o cuales presidentes malvados y corruptos, fueron más o menos fieles a la política neoliberal y, por supuesto, sin dejar de ser partícipes de tales transas. La corrupción es inherente al mismo sistema capitalista. Ya Marx hace más de 150 años lo anunciaba: "El sistema capitalista recién nacido, rezuma sangre y fango por todos los poros”.

El presidente López Obrador ha insistido que la corrupción viene de arriba para abajo y que en ese sentido se debe hacer justicia. Es cierto, pero por qué nos hacen creer que los responsables del robo de miles y miles de millones al erario público son Salinas, Duarte, Fox, Calderón, etc., y no están en la cárcel; y segundo, por qué en el gran robo al dinero público o “la estafa maestra” de Rosario Robles, la muestran como única responsable de tan magistral acto. Yo me pregunto si no sería mejor cooptarlos para la administración pública y aprovechar tal inteligencia para enriquecer la hacienda pública.

Pero esa es otra historia, estamos con la democracia, que se define en los términos tradicionales que daban los griegos, que fue fuente de inspiración para el mundo occidental. De ahí se nutrió el liberalismo mexicano. Aquí quiero hacer una observación, nuestro presidente no pierde oportunidad de mostrarnos su filiación y admiración juarista, justo y correcto tener ese ejemplo y referente al fundador de la República. Lo que no es correcto es invocar al “creador” para dar evasiva respuesta a tal o cual circunstancia. Que no olvide que Manuel Ávila Camacho, en sus primera declaraciones como presidente, aclaró que él era creyente, para calmar a grupos conservadores y para señalar que él era diferente a don Lázaro. También Fox quiso iniciar su campaña electoral con un estandarte de la Virgen, por demagogia y mentiroso; violatorio a la laicidad del Estado.

El neoliberalismo no es solo la privatización a ultranza y la exclusión del Estado como organizador democrático del dinero y las necesidades públicas. A nivel mundial, desde hace unos 40 años, la humanidad enfrenta una gigantesca ola reaccionaria contra los derechos democráticos y laborales, recorte de todo, aumento de la tasa de ganancia, disminución de la capacidad de compra del salario, crece el racismo y la xenofobia, la discriminación étnica y religiosa, reafirmando que el poder real es el poder económico.

No hay duda que el poder real es el poder económico. El presidente, orgulloso que con su gobierno ha separado la economía de la política y al mismo tiempo se declara “no estatista”, cuando el “estatismo” es la antípoda del capitalismo y le resta poder al poder económico, que rige su existencia en función de la ganancia, de las reglas del mercado. El estatismo rige su función como un bien público, no por la ganancia y no se somete a las reglas del mercado. En otras palabras: el capitalismo produce de acuerdo a la demanda comercial. La empresa estatizada de acuerdo a los que se necesita al margen del lucro.

Fox, con esa franqueza reaccionaria y conservadora, lo decía claramente: “Lo que más conviene para México es la economía de mercado”, y orgulloso declaraba en España: “Mi gobierno es un gobierno de empresarios”, y ganó las elecciones democráticamente, lo que no impidió que hiciera una política en contra de la mayoría de los mexicanos.

En junio vamos a votar, pero hay que tener claro que ahí no principia y termina nuestra participación política.

Se dice que las elecciones del próximo mes de junio serán las más grandes de la historia de nuestro país. Se invita a la gente a votar y se nos dice que tal acción es la expresión máxima de la democracia.

Es sano para la credibilidad y el valor de los resultados los cambios a las reglas electorales: considerar delito el fraude electoral, que desde que se implantó forma parte necesaria para la continuidad del poder, que realmente no era más que un cambio de la burocracia administrativa, que no dejaba de ser y desempeñar el papel de administradores o comisarios del poder económico. Lo que no es sano es que el INE se meta a sancionar quién sí o quién no debe ser candidato; es derecho constitucional de todos los mexicanos.

La corrupción no la inventaron tales o cuales presidentes malvados y corruptos, fueron más o menos fieles a la política neoliberal y, por supuesto, sin dejar de ser partícipes de tales transas. La corrupción es inherente al mismo sistema capitalista. Ya Marx hace más de 150 años lo anunciaba: "El sistema capitalista recién nacido, rezuma sangre y fango por todos los poros”.

El presidente López Obrador ha insistido que la corrupción viene de arriba para abajo y que en ese sentido se debe hacer justicia. Es cierto, pero por qué nos hacen creer que los responsables del robo de miles y miles de millones al erario público son Salinas, Duarte, Fox, Calderón, etc., y no están en la cárcel; y segundo, por qué en el gran robo al dinero público o “la estafa maestra” de Rosario Robles, la muestran como única responsable de tan magistral acto. Yo me pregunto si no sería mejor cooptarlos para la administración pública y aprovechar tal inteligencia para enriquecer la hacienda pública.

Pero esa es otra historia, estamos con la democracia, que se define en los términos tradicionales que daban los griegos, que fue fuente de inspiración para el mundo occidental. De ahí se nutrió el liberalismo mexicano. Aquí quiero hacer una observación, nuestro presidente no pierde oportunidad de mostrarnos su filiación y admiración juarista, justo y correcto tener ese ejemplo y referente al fundador de la República. Lo que no es correcto es invocar al “creador” para dar evasiva respuesta a tal o cual circunstancia. Que no olvide que Manuel Ávila Camacho, en sus primera declaraciones como presidente, aclaró que él era creyente, para calmar a grupos conservadores y para señalar que él era diferente a don Lázaro. También Fox quiso iniciar su campaña electoral con un estandarte de la Virgen, por demagogia y mentiroso; violatorio a la laicidad del Estado.

El neoliberalismo no es solo la privatización a ultranza y la exclusión del Estado como organizador democrático del dinero y las necesidades públicas. A nivel mundial, desde hace unos 40 años, la humanidad enfrenta una gigantesca ola reaccionaria contra los derechos democráticos y laborales, recorte de todo, aumento de la tasa de ganancia, disminución de la capacidad de compra del salario, crece el racismo y la xenofobia, la discriminación étnica y religiosa, reafirmando que el poder real es el poder económico.

No hay duda que el poder real es el poder económico. El presidente, orgulloso que con su gobierno ha separado la economía de la política y al mismo tiempo se declara “no estatista”, cuando el “estatismo” es la antípoda del capitalismo y le resta poder al poder económico, que rige su existencia en función de la ganancia, de las reglas del mercado. El estatismo rige su función como un bien público, no por la ganancia y no se somete a las reglas del mercado. En otras palabras: el capitalismo produce de acuerdo a la demanda comercial. La empresa estatizada de acuerdo a los que se necesita al margen del lucro.

Fox, con esa franqueza reaccionaria y conservadora, lo decía claramente: “Lo que más conviene para México es la economía de mercado”, y orgulloso declaraba en España: “Mi gobierno es un gobierno de empresarios”, y ganó las elecciones democráticamente, lo que no impidió que hiciera una política en contra de la mayoría de los mexicanos.

En junio vamos a votar, pero hay que tener claro que ahí no principia y termina nuestra participación política.